Capítulo 31

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El día siguiente por la mañana, Jace y Sky estaban sentados en la sala de control y repasaban unos documentos que habían mirado un montón de veces mientras Clary e Izzy reían de cualquier barbaridad que se acababan de decir. Dorian bajó al cabo de un rato y se sentó con las dos chicas y escuchó toda su conversación, dejando a los otros dos trabajando.

-¿Dónde está Alec? –preguntó Sky a su amigo-. Si él estuviera aquí quizás harían ver que hacen algo...

Jace rió ante su comentario y siguió investigando.

-Buenos días chicos –anunció Alec entrando en la sala.

Los dos que estaban trabajando no levantaron la cabeza, pero la risa de Izzy resonó por toda la sala y no pudieron evitar levantar la cabeza y encontrarse con Alec que venía sin zapatos, sólo con sus calcetines negros tapándole los pies.

-Alec, ¿no te has olvidado de nada?

Alec se miró de arriba abajo, desconcertado, y se dio cuenta de que no traía puestos los zapatos.

-Ostras... Los zapatos...

Pasó la mirada por la sala y, al toparse con los ojos de Sky, bajó rápidamente la mirada hacia sus pies descalzos. Se rascó la nuca con nerviosismo y se volvió a ir por donde había venido.

-¿No nos tienes que explicar nada? –cuchicheó Izzy a Sky cuando Alec ya había se marchado. Ella sabía que su hermano nunca estaba desorientado, y si lo estaba debía de ser por una razón de peso.

-Sólo os digo que no os tengo que pagar ninguna cena.

La pelirroja y la morena ahogaron un grito de emoción y empezaron a reír sin cesar. Nunca se hubieran imaginado que Sky sería capaz de cumplir la prueba, ni mucho menos que Alec quedara tan afectado después de todo.

El resto de día, Alec siguió despistándose. Le costó recordar lo que tenían que hacer aquella mañana, se olvidó de comer y había momentos en los cuales ya no sabía ni que estaba diciendo. Fue uno de los días más divertidos que pasó Isabelle riéndose de su hermano mayor.

Entrada la noche, Sky se cambió de ropa y se puso el pijama, preparada para acostarse. En el fondo, le había sabido mal la reacción de Alec durante el día, aunque no sabía porque actuaba de este modo.

Alguien llamó a su puerta cuando ella salía del lavabo.

-Alec –dijo ella, desconcertada, al abrir la puerta.

-Sky... Necesito pedirte consejo.

Ella notó como se le oprimía el pecho, pero lo dejó entrar de todas formas. Decidió que iría plegando la ropa que tenía encima de la silla mientras él hablaba. No lo quería mirar.

-Cuando una chica... –empezó él, cerrando la puerta de la habitación detrás suyo-... te da un beso...

Sky notó como las mejillas se le ponían rojas al oír aquellas palabras, pero siguió haciendo ver que no sabía nada.

-Si te da un beso... ¿qué tendría que hacer?

La última palabra la hizo justo a la oreja de Sky. La cogió de la cintura y ella se giró para mirarlo a la cara a pesar de estar hecha un saco de nervios.

-Tendrías que... Hablar con ella...

-¿Y si no me contesta? –le preguntó él, acercándose peligrosamente a sus labios.

-Lo hará...

Alec la enganchó a su cuerpo y la besó como hacía tiempo que tenía ganas de hacerlo. Estaba cansado de negarse las cosas. Ya la había cagado muchas veces y no quería volverlo a hacer.

Ella enredó sus manos con los cabellos negros del chico. Parecía un sueño, no se podía creer que esto estuviera pasando.

Él la estiró encima de la cama y la siguió besando con pasión.

-Alec... –lo advirtió ella, ya con los cabellos rojos.

-Esta vez estoy seguro, no sufras.

Le pasó la mano por los cabellos de aquel color tan peculiar y la volvió a besar con todas las ganas del mundo. Repasó cada curva de su cuerpo sin separar sus labios. No se podía creer que aquello fuera real. Se volvía a sentir vivo como nunca antes.

Sé que he tardado en subir, pero quiero agradecer a todos los lectores su apoyo en la historia. Me da ánimos para seguir escribiendo!

El submundo contigo (Alec Lightwood)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora