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"¿Escuché bien...?"

"Ha dicho..."

"No... No... ¡No puede ser! ¡Imposible!"

El silencio era tan insoportable que tenía ganas de gritar, huir, ¡hacer lo que sea! Mis ojos se habían abierto a más no poder y mi boca parecía un gigantesco túnel. Mi cuerpo no respondía y mis músculos parecían rocas.

Las personas a mi alrededor estaban igual de atónitos, reclamando con quejidos indescifrables para mí. Algunos balbuceaban con espanto, mientras que otros no podían emitir ni un susurro, como yo...

–¿De dónde sacas eso? –intervino El Lojano, mostrando una sonrisa nerviosa.

–Lean sus correos, acaban de mandarnos esa información –dijo el muchacho.

En seguida, la oscuridad de la cabaña se iluminó con las decenas de pantallas electrónicas, como si fueran estrellas en el cielo. Las luces brillaban con gran resplandor, mientras todos buscaban en sus celulares el dichoso mensaje.

Damisela hacía lo mismo y aproveché para acercarme a ella y confirmar esta terrible noticia. No lo iba a creer hasta verlo con mis propios ojos. Nuestras cabezas rozaron al juntarse y ambos movíamos nuestros labios mientras leíamos la desgarradora noticia en nuestras mentes.

–No puede ser... –murmuró Damisela con sus ojos desorbitados.

–Maldición... –logré escuchar desde otro lugar.

–Imposible...

Reclamos y más reclamos. Los murmullos se intensificaban y el caos comenzaba a apoderarse de la escena. La fiesta había quedado en segundo plano por completo y ahora todos se encontraban atemorizados sobre nuestro incierto futuro.

–¿¡Qué está ocurriendo!? –Se alteró Kikis, con la voz áspera. Era uno de los pocos que no cargaba su celular a la mano y no era capaz de leer esa traidora noticia. ¡Sí! ¡Eso era, una maldita traición! Todos haríamos lo que fuera por Kiami, pero los que tienen el poder no les interesaba nada de eso. El progreso, los estudiantes, los jóvenes, el futuro... ¡Nada! ¡Lo que importa aquí es el cochino dinero y punto! Por esa razón le han dado la espalda a Kiami junto con todos nosotros...

–Es verdad –masculló El Lojano entre dientes, moviendo sus pupilas con inquietud delante de la pantalla–. El maldito de Claus lo ha conseguido... –reclamó con su rostro lleno de furia.

–¿Pero cuál es su objetivo? –preguntó Kikis afligido.

–Tal como dice aquí... –intervino Damisela sin apartar la mirada del celular–, los empresarios montaran una corporación para extraer los recursos naturales de la zona –anunció, tratando de fingir serenidad.

–Pero para eso... –mascullé con la voz temblorosa.

–Tendrán que demoler a Kiami –finalizó ella, generando un nuevo alboroto dentro de la cabaña. Estaba claro que no llegaríamos a ningún lugar, peor aún con todos hablando al mismo tiempo.

–¿¡Qué vamos a hacer!? –gritó horrorizado un muchacho, llamando la atención de todo el mundo. Las miradas se clavaron en él, provocando un abrumador silencio–. ¿¡Qué pasará con nosotros!? –dijo, gesticulando con las manos. El joven estudiante se había colocado dentro de la pista, dirigiéndose a todos mientras se movía de lado a lado–. Me quedaba un solo año para graduarme, y la profesión que seguía no la ofrece en ninguna otra universidad del país. ¡Un solo maldito año!

–Yo vivo en esta ciudad y mis padres no tienen dinero como para mandarme a otro lugar... –intervino una delgada mujer, su voz sonaba afligida y amenazaba con llorar en cualquier momento.

Without Colorsحيث تعيش القصص. اكتشف الآن