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"¡Maldita sea! ¿¡Qué diablos ocurre en la cabeza de este tipo!?" Incluso yo, al escuchar semejante provocación por parte de Sonrisas, no pude evitar que se me hirviera la sangre. No podía ni siquiera imaginar lo que esas palabras habían generado en la mente de Tristán, quien no tardó en reaccionar.

–¡Maldito hijo de puta! –Se descontroló, estallando de furia. Los estudiantes que estábamos cerca actuamos de inmediato, sin dejar que se volviera a escapar de nuestras manos. Esta vez la ira de Tristán no tenía comparación, tenía el rostro rojizo y se podía apreciar sus venas brotándose. Éramos alrededor de seis personas quienes tratábamos de apaciguar la furia de la bestia salvaje. Por su parte, AJ no desperdició más tiempo para encontrar una manera de solucionar el problema de una vez por todas.

–¡Sosténganlo bien! –Nos ordenó mientras caminaba rumbo a Sonrisas–. ¡Llévenlo a mi oficina! –añadió, mirándonos con determinación–. ¡Ahora! –ordenó con rudeza. El tono de su voz hizo estremecernos por una ráfaga de segundo. Nunca lo habíamos visto de esa manera, y aunque su rostro no mostraba enojo ni nada parecido, su voz había sido tan grave y potente que parecía una persona diferente.

No dudamos ni un segundo más y procedimos a realizar lo que AJ nos había ordenado, eso sí, con la insistente lucha de Tristán por querer liberarse.

–¡Suéltenme! ¡Suéltenme! –pedía con desesperación.

–Lo siento –dijo uno de los opresores. Al parecer era su amigo–. No podemos hacer eso.

–Tienes que calmarte, por favor –sugirió otro.

–¡Qué me suelten! ¡Le partiré la cara a ese maldito hijo de puta! –insistía con la voz llena de cólera. Pataleaba con exasperación y trataba de liberar sus brazos. Aplicamos mayor fuerza en el agarre y no le permitimos que repitiera el mismo descuido anterior.

–¡Agárrenle de los pies! ¡Debemos llevarlo en peso! –intervino un alto muchacho. Uno de los chicos que estaba al lado mío tomó su pierna derecha mientras que yo me encargué de la otra. Lo sujetamos con presión y levantamos todo su cuerpo con fuerza. Tristán seguía luchando como un lunático sin escrúpulos, había perdido completamente la razón, solo deseaba tener a Sonrisas frente a frente.

Fiorelha caminó hacia nosotros con torpeza, mostrando en su rostro la desesperación que sentía. Dio unos cuantos pasos más sin tratar de acercarse demasiado.

–¡Kikis! –Me llamó–. ¿Qué hacen? –dijo con preocupación.

–AJ nos pidió que lo lleváramos a su oficina –respondí, mientras nos encaminábamos hacía el lugar. Por más que Tristán tratara de zafarse de nuestro agarre, éramos seis lo que lo sujetábamos, así que sería un trabajo casi imposible para él. Mi amiga seguía nuestros pasos con el rostro deprimente y angustiado. Antes de salir del comedor, pude notar como AJ se acercaba a Sonrisas y alcancé a escuchar las palabras que cruzaron.

–¡Sr. Sonrisas! –Lo llamó el profesor con el mismo tono de voz que usó con nosotros–. No permitiré ese tipo de provocaciones en mis estudiantes, y muchos menos el uso de la violencia... –dijo con postura firme–. ¿Queda claro?

–Como el agua... –respondió–. No tiene de que preocuparse –añadió con su arrogante sonrisa.

–¡Bien! Eso espero –dijo y se dio media vuelta, caminando detrás de nosotros.

"¡Qué gran hijo de puta!", pensé con rabia. "¿Cómo una persona puede ser tan malévola y cínica?" La sangre me hervía y mis dientes rechinaban. Sentía tanta pena por el sujeto que llevaba en mis manos, el cual debería estar sintiendo el triple de mi ira y frustración. Volteé el cuello hacia la escena y tuve la dicha de chocar miradas con Sonrisas, quien seguía con su arrogante rostro. Sentía odio y repugnancia hacia él, mis labios se apretaban con fuerza y solo podía fulminarlo con mis furiosos ojos mientras pensaba:

Without ColorsWhere stories live. Discover now