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"¿¡Así que esta era la verdadera intención del Duque y de todos estos estúpidos que se hacen llamar mis amigos!? ¡Por favor...!

Del idiota del monóculo me puedo esperar lo que sea, y Sr. Liar ha hecho tantas atrocidades antes que me ofendería que no estuviera involucrado. Ahora entiendo a la perfección la insistencia de Damisela para que viniera. Pero... ¿Fiorelha también? Me lo esperaba de todos menos de ella... ¿Qué creían?"

Había transcurrido varios minutos desde que El Lojano sacó de unos de sus bolsillos una pequeña funda muy bien abultada. La colocó sobre la mesa (también de madera) y la abrió para vaciar su contenido con suma delicadeza en una hoja de papel. Apenas lo vi pude deducir de qué se trataba toda esta reunión.

–Marihuana... –susurré casi inaudiblemente. Nadie logró escucharme, ni siquiera El Duque ni Fiorelha que estaban a mis costados.

No me molestaba en absoluto que hayan usado la excusa de los exámenes y la fiesta para pasar un buen rato. No tengo ningún problema con las drogas, que cada quien se mate como más guste... Pero que no me hayan dicho la verdadera razón por la cual me trajeron, eso sí era imperdonable.

–¡Hey, Kikis! –Me dio un codazo El Duque–. ¿Quieres probar? –Me preguntó, mostrándome todos los dientes.

No le respondí. Me limité a guardar silencio mientras observaba al Lojano y a unos cuantos más que se le habían acercado. Se encontraban alrededor de la mesa armando con entusiasmo dos enormes porros. Unos trituraban el material mientras los otros lo envolvían con delicadeza. Nunca había visto tanta concentración para hacer algo...

–¡Hey! –Me llamó El Duque una vez más.

–¿Qué quieres? –Le susurré, fingiendo enojo. Aunque después de todo, no era una simple actuación para ser preciso.

–¿Estas enfadado? ¿Por qué? –preguntó con sorpresa.

–¿Acaso me crees tonto? –Crucé los brazos con cara de pocos amigos–. Me trajeron solo para eso... –añadí, apuntando la mesa con la mirada.

–¿¡Qué!? –dijo con incredulidad–. ¿De qué hablas? –Mostró confusión en su rostro.

–¡Idiota! Me refiero a que me trajeron para que pruebe hierba –solté cansado.

El Duque rio a más no poder, cuidando de no llamar la atención. Eso era un trabajo fácil, todos estaban concentrados en sus asuntos.

–El idiota eres tú –comenzó–. Te hemos traído para que te relajes al menos por un momento. Hemos estado preocupado por ti por... ya sabes, lo de la última vez, y solo queríamos salir nuevamente todos juntos –dijo calmado–. Ni siquiera sabíamos que ellos tenían eso, yo pensé que con "juguetes" se referían a una mezcla de alcohol –rió.

Me sentía un completo estúpido, incluso más idiota que el propio Duque. Lo había olvidado por completo. Aunque no lo demostraban, ellos se habían preocupado demasiado por lo que ocurrió en la fiesta anterior. Cuando desperté en el hospital y después de haber decidido volver a Kiami, me di cuenta que mi celular tenía cientos de mensajes. El Duque, Fiorelha, Sr. Liar y muchos otros estaban pendiente de mí. Incluso llegaron a contactarse con mis padres quienes mintieron diciendo que había bebido demasiado y que requería de un descanso. Eso los había tranquilizado. Yo simplemente seguí con la mentira cuando regresé a la universidad...

–¿Qué pasa aquí, brous? –interrumpió Sr. Liar, levantándose de su asiento y ubicándose justo frente de nosotros.

–Nada... –dije cabizbajo.

–¿Le darás una probadita al porro? –preguntó con alegría. El Duque me miró con recelo, a la expectativa de mi respuesta.

–Yo... –Le pegué un vistazo rápido a la mesa donde armaban los juguetes y luego miré a mis amigos. Realmente son unos idiotas... pero no los cambiaría por nada–. ¡Claro! –sonreí–. Pero nunca antes he fumado –añadí con sinceridad.

Without ColorsWhere stories live. Discover now