25

39 4 0
                                    

–¿Nos toca contra tu equipo? Ni siquiera me había dado cuenta –Me excusé con sinceridad.

–No pasa nada –respondió–. Tuvo que haber sido por tu entrada tan de película –bromeó con su perfecta sonrisa. Ambos reímos.

–Espero no me repruebe la materia por la paliza que le daremos –Me defendí. Nuevamente volvimos a reír como los grandes amigos que somos. Pude notar a espaldas de Rafa que AJ también se encontraba en el equipo, saludándome con un movimiento de mano al momento que lo vi. "Vaya... Esto será interesante." Sonreí con felicidad.

–Listo, señores. Ya conocen las reglas... –Intervino el réferi, dando las indicaciones de siempre. Incluso ya me las sabía de memoria. Para mí solo fue puros balbuceos. Mi mirada se chocaba contra la de Rafa durante todo el discursito, con una pisca de rivalidad. Sin duda, el partido sería de lo más emocionante–. Comienza con el balón el equipo de Los Cogollitos.

Sí. Así se llama nuestro equipo. Aunque nuestro nombre era otro, pero El Lojano impuso la condición de que si jugaba con nosotros, teníamos que llamarnos de esa manera. Al final de cuentas, me encanta el nombre.

–Los Cogollitos VS Los Profes –anunció el árbitro con su potente voz–. ¿Listos? –añadió. El tatuado se me acercó al centro de la cancha para dar el saque inicial, al mismo tiempo que el réferi ajustaba su cronómetro. Miró ambos equipos para cerciorarse de que todo estuviera en orden y finalmente se llevó el silbato a los labios para generar su agudo sonido–. ¡A jugar!

El característico silbido del objeto retumbó en mis oídos, generando un molesto eco dentro de mi cabeza. El encuentro había comenzado y la verdad es que no tenía muchas ganas de jugar que digamos. ¿Cómo hacerlo, cuando la vida de mi mejor amiga estaba en peligro? Un solo descuido y... Solo de pensarlo se me erizaba la piel. Me volteé para ver a mis compañeros. Oz se mostraba seguro en la portería, con sus gigantescos guantes y la mirada siempre fija al balón. El Duque y Sr. Liar eran los marcadores, no dejaban pasar ni el aire, ya sea con falta o sin ella. A mí se me daba bien ser el distribuidor del balón, aunque la verdad era que siempre daba pases con rapidez para evitar ser golpeado. Aun así, creo que esa manera de jugar le ayudaba al equipo. Por su parte, apostamos todo al Lojano y su deber de hacer la mayor cantidad de goles. Esperábamos que fuera la mitad de bueno que el Crack...

El campeonato era igual que todos los anteriores. Formaron grupos de tres con todos los equipos inscritos y solo pasaban los primeros de cada uno. En la siguiente etapa, se jugaba por eliminación directa hasta que quedara solo dos equipos que se verían en la gran final. Nuestro mayor logro futbolístico fue la ocasión en la que llegamos a semifinal. Podríamos haber quedado campeones, sino fuera porque El Duque jugó borracho y el resto de la historia ya la conocen...

Dejando eso a un lado, y para sorpresa de muchos, El Lojano era un gran jugador. Por alguna razón me complementaba de manera perfecta con él. Podía intuir con claridad que era lo que estaba pensando y adelantarme a sus movimientos. Los rivales no podían hacer nada contra esa improvisada y poderosa combinación que habíamos formado. Al final del encuentro, terminamos tres goles a favor derrotando a uno de los equipos más fuerte del torneo. Los Profes...

El segundo partido estaba totalmente a nuestro control. La extraña dupla Kikis-Lojano nos sirvió una vez más y el resto del equipo hacía su trabajo a la perfección. Oz parecía un mono araña en la portería, despejando todos los feroces balonazos que le llegaban. El Duque y Sr. Liar eran unas inquebrantables barreras. Nadie podía pasarles... Sin darme cuenta, la preocupación que sentía por Fiorelha había desaparecido por completo y mi mente se había concentrado únicamente en el torneo. Me sentía feliz, disfrutando de cada minuto que jugábamos. Amo hacer deporte, pero ese día en particular era diferente y especial, me sentía en una perfecta sincronía con mis amigos. El Duque, Oz, Sr. Liar, incluso El Lojano... Mis amigos...

Nuevamente me sentía lleno de vida y mi alma danzaba de emoción. Jugaba con una sonrisa de oreja a oreja, y cada segundo que pasaba era una embriagante sensación de felicidad para mi cuerpo. Me sentía extasiado y mi alegría desbordaba por cada parte de mi ser. Y por si no era suficiente, lo mejor de todo es que podía sentir lo mismo de los demás, como si todos estuviéramos conectados. Podía sentir con claridad la felicidad del resto, de los jugadores mientras corrían detrás del balón, de los aficionados que alentaban a sus equipos favoritos, de todos y cada uno de ellos. Llegué a entender que esa era la mejor medicina al problema que padecía. Estaba claro que no me iba a salvar de mi irremediable final, pero sin duda, aliviaba todos sus catastróficos síntomas. Me di cuenta que eso era lo que necesitaba Fiorelha, la solución a nuestros opacos y tristes paisajes.

Pero de pronto, lo que menos me esperaba ocurrió...

Tenía el balón en mis pies, mirando a todas partes para dar un pase a cualquiera de mis compañeros. El Lojano estaba cerca de mí, tratando de desmarcarse mientras me daba señas con la mano. Se movía de lado a lado y yo esperaba el momento justo para entregarle el balón a ese tatuado de cabello fucsia...

Cabello fucsia...

Fucsia...

El color de su cabello...

¡Sí! ¡Lo podía ver! ¡Su cabello era fucsia! ¡Podía verlo! ¡Los colores!

El impacto de la sorpresa hizo que mi mente se desenchufara, y sin darme cuenta, el rival aprovechó el momento para quitarme el balón.

–¡Kikis, reacciona! –Me regañó EL Duque, trayéndome de vuelta a la realidad. Pestañeé un par de veces y restregué mis ojos con la mano. Volví a mirar al Lojano pero su cabello había vuelto a ser gris y opaco.

"¿Qué diablos ocurrió...?", pensé aturdido. "¿Mi imaginación...?", creí.

Traté de no tomarle importancia, pero nuevamente volvió a ocurrir. Esta vez, mientras miraba al El Duque defendiendo a uno de los rivales, el color de su camisa se pintó de repente, al igual que aquella vez en la fiesta. Fue como un flash que se estrelló en su camiseta, haciendo visible su color ante mis ojos. Pero al igual que con el cabello del Lojano, éste desapareció después de unos segundos. Estaba ocurriendo exactamente lo mismo que cuando consumí ese cartón por primera vez. Algunas partes se coloreaban de la nada, como si un balde de pintura los emparara, y después de unos segundos, simplemente desaparecían de mi vista, dejándome nuevamente el triste y amargo gris. Era un hecho, las situaciones eran exactamente iguales. ¿Pero acaso no había sido por los efectos del cartón que pude ver los colores la primera vez? ¿Entonces cuál era la causa de que me ocurriera esto?

"¡Mierda!" Reclamé dentro de mi cabeza. "A empezar nuevamente de cero... Y yo que creí que estaba tan cerca de resolver el misterio..."

Y esta, era una nueva derrota en mi descolorida vida...

Colores 1 – Kikis 0

Al menos, había algo en la que todavía no perdía. Terminamos como punteros de nuestro grupo, ganándole a Los profes y al otro equipo, por lo cual nos sirvió para pasar a la siguiente etapa. En esta parte, si perdíamos teníamos que decir adiós al torneo, no había opción a fallar.

Nosotros fuimos los primeros en jugar. Tuve que dejar a un lado el asunto de los colores y concentrarme completamente en el encuentro. No sabía con certeza qué nos estaba ocurriendo, pero todos estábamos inspirados. En un abrir y cerrar de ojos ya nos encontrábamos en la semifinal. Puede que la causa de mi motivación era que en cada encuentro los ojos de Nieve estaban puestos en nosotros, por lo cual era el momento perfecto para lucirme ante ella.

El partido estaba a punto de comenzar y nuestro equipo seguía reunido en una improvisada concentración.

–¡Vamos, muchachos! Un solo partido más y a la final –dijo Sr. Liar con emoción.

–Esta vez no estoy borracho así que no hay motivo para perder –bromeó El Duque. Todos carcajeamos.

–Si ganamos, invito un porro a todos –intervino El Lojano, provocando una nueva risotada grupal.

–¡A ganar, Cogollitos! –animó Oz con un grito desgarrador.

–¡A ganar! –dijimos todos al mismo tiempo.

Without ColorsWhere stories live. Discover now