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Mi vida iba a tomar un doloroso giro inesperado que sin duda, se convertiría en el momento más duro y amargo de todos. Al menos, aunque me iba a encontrar en un profundo pozo de tristeza y desgracia, existía algo que sería mi fuerza y apoyo. Y no, no me estoy refiero a dios, o a mis padres ni algo parecido. Sino en la vida nueva que había conseguido que por tanto tiempo anhelaba. Ahora que lo pienso, siento que jamás hubiera superado esa dura etapa si no fuera por los alegres y especiales que eran mis días, esos momentos que lucharía por recuperar...

En mi triste y monótona vida hubiera sido una fatalidad completa. Sin duda, la depresión y el impacto de tal noticia me hubieran carcomido lentamente, hasta devorarme el alma, como un depredador a su presa.

Quizá esa era la razón por la cual yo lucharía con uñas y dientes para recuperar mi felicidad...

¡Para recuperar los colores en mi vida!

Por esa razón lo recuerdo con claridad, el momento exacto en el que la vida me encaminó hacia una vida llena de enseñanzas y experiencias de todo tipo.

Recuerdo perfectamente ese día. Me di cuenta de algo tan obvio, que incluso llegué a sentir vergüenza por haberme tardado tanto tiempo en notarlo. Era un día muy caluroso y soleado, lo recuerdo muy bien. Faltaba escasos minutos para que el reloj marcara el final de las aburridas clases que recibía. Tic, tac. Mis ojos solo permanecían fijos en las manecillas de ese diminuto reloj de pared. Mi mente divagaba por todos lados, concentrándose únicamente en el melodioso sonido del artefacto. Ya casi, faltaba tan poco. Mis pupilas se dilataron y una involuntaria sonrisa se dibujó en mi rostro al escuchar el sonido que anunciaba el final de la cátedra. La jornada laboral había finalizado. Tomé mis pertenencias y salí a la velocidad de un rayo. Odiaba tanto recibir clases... ¡Lo sigo odiando!

El clima estaba hecho realmente un infierno, parecía que estuviera dentro de un horno a mil grados de temperatura. No hubiera aguantado ni un segundo más si no fuera por una refrescante bebida que compré. Tomé un breve descanso antes de emprender rumbo hacia mi hogar. Tenía tanta pereza de caminar, solo quería dormir un buen rato, allí mismo. Me recosté bajo la reconfortante sombra de un árbol y contemplé el hermoso cielo. Siempre me ha encantado hacerlo. Uno de los hobbies que más me fascina es apreciar las nubes y buscarle la forma a las que se parecen. Así que ese día también lo hice. Miré el amplio cielo que tenía encima, con sus hermosos colores y sus variados tonos. "¡Ese!", pensé con una sonrisa cuando encontré la primera figura. "Ese tiene forma de barco. ¡De barco pirata!", creí. Seguí rebuscando con paciencia y tranquilidad, mientras disfrutaba del aire puro y de la maravillosa vista. "¡Un bruja! ¡El sombrero está clarísimo, y su enorme nariz es irrefutable!"

Pasaban los minutos y yo seguía en mi adictivo hobby. Cada vez que lo hacía el tiempo se me iba volando sin darme cuenta.

"¡Una palmera! ¡Un cohete! ¡Una serpiente de dos cabezas!" Seguía sin parar.

"Y ese...", reí a carcajadas dentro de mi cabeza al verlo. "¡Ese tiene forma de pene!", afirmé. No es que me la pase pensando en sexo o tenga una mente pervertida, pero esa nube tenía la forma clara de un miembro viril erecto. No había nada que hacerle. Se veía perfectamente dos esferas y un enorme tronco que se alargaba, incluida la curvatura y todos sus detalles. Reí nuevamente.

Seguí mirando la extraña figura que se había formado, asombrado por la exactitud con la que se mostraba. Me estaba partiendo de la risa, pero no por mucho tiempo. La nube empezaba a perder la forma por una corriente de aire que la estaba arrastrando. El tronco del miembro se estaba separando, dejando ahora a las enormes esferas aisladas. "Dos grandes senos...", pensé al verlos.

Sentí que había sido suficiente perversión de las nubes por un día y me levanté de mi cómodo sitio, luchando contra las ganas de no hacer nada. Estiré todo mi cuerpo y me marché del lugar con pereza. Mi mente volvió a divagar por diversos lugares mientras caminaba sin la más mínima atención. Mis sentidos auditivos se concentraron en el crujir de mis zapatos con cada paso que daba, mientras mi mente seguía desenchufada. Pensaba en todo lo que tenía que hacer...

Without ColorsWhere stories live. Discover now