–¿Puedo hablar con ella? –dijo con cinismo.

–¿¡Qué!? –rugió Pandora con el rostro perplejo–. ¡Ella no tiene nada que hablar con un idiota como tú! –reclamó con ira. Ahora las pocas miradas que estaban sobre nosotros pasaron a ser muchas, para no decir que nos habíamos convertido en el centro de atención de todos.

"Mierda...", reclamé en mi mente. "No otra vez..."

–Vaya... –Sonrisas se llevó la mano en el pecho, actuando como si las palabras de Pandora le hubieran afectado–. Solo quiero hablar con ella –insistió, torciendo los labios.

Yo me sentía realmente cansado. El cinismo de ese sujeto me estaba colmando la paciencia, y su arrogante sonrisa solo empeoraba las cosas. La sangre me hervía cada vez que escuchaba su sarcástica e irritante voz. Mordí mis labios para contener la furia que empezaba a dominarme y apreté mis puños hasta tal punto de clavarme las uñas. Pero fue el rostro de Nieve lo que realmente me incitó a ponerlo en su lugar. Esa carita tan angelical solo mostraba tristeza e incomodidad. Sus labios se mantenían arrugados al igual que sus cejas, y sus ojos amenazaban por derramar algunas lágrimas en cualquier momento. Su deprimido rostro hizo que mi corazón se estrujara hasta quedar del tamaño de una pequeña nuez y yo ya no pude quedarme de brazos cruzados.

–¿¡Acaso no te bastó con acostarte con Venus!? –rugí. "Vaya mierda..." Simplemente no pude controlarme y mi cuerpo actuó sin mi permiso, y aun así, el pequeño diablito sobre mi hombro me pedía que no me detuviera–. ¿Acaso crees que Nieve volverá contigo? Porque no creo que estés lo suficientemente dotado allá abajo como para andar con dos mujeres –añadí con sarcasmo y seguridad, mostrando un pequeño tamaño con los dedos de mi mano. Enserio no tenía la culpa, mi mente se había apagado y todo lo que hice fue sin pensar. Realmente la había cagado. Me di cuenta del grave error que había cometido al ver que el fornido trigueño me miraba como un desquiciado, con el rostro enfurecido. Por su parte, El Lojano mostraba una sonrisa incrédula, quizá por la razón de que aunque no se lo esperaba, le había encantado tanto que sucediera. Pandora y Nieve también se encontraban perplejas, pero al menos había logrado que la mujer de mis sueños recuperara la postura.

En ese momento ya habíamos captado la atención de todos los presentes quienes habían formado un círculo alrededor de nosotros, empeorando la situación. Y digo empeorando, porque era inevitable que los curiosos corearan un molestoso "uuhhh" que solo hizo enojar aún más a Sonrisas.

–¿¡Qué mierda has dicho!? –reclamó, sujetándome del cuello de mi camisa. Su rostro enrojecido echaba chispas, mientras que yo temblaba del miedo. No sabía qué hacer, mi mente me había abandonado y no podía pensar con claridad. Los curiosos estaban a la expectativa del espectáculo, incluso noté como algunos sacaban sus celulares esperando que ocurriera una escena inolvidable. Solo me resigné a esperar lo peor, pero como dicen, uno no sabe quiénes son tus verdaderos amigos hasta que has tocado fondo, ese día descubrí que estaba rodeado de gente que me acompañaría hasta el fin del mundo si fuera necesario...

–¿¡Qué está ocurriendo aquí!? –intervino El Duque, con el rostro horrorizado.

–¿Kikis? –intervino Oz, mientras se acercaba a nosotros seguido de Sr. Liar.

–¿Qué crees que haces? –Se encaró El Duque contra Sonrisas, mirándolo fijamente. Pude notar que estaba muerto del miedo, pero eso no le impedía defender a su amigo. El fornido trigueño lo ignoraba por completo, manteniendo sus ojos en mí.

–Déjalo en paz –añadió Oz en modo de advertencia. Las cosas se estaban poniendo realmente feas, un solo movimiento en falso y una bomba estallaría ocasionado miles de destrozos.

–Detente –Lo amenazó El Lojano, colocando su mano sobre la de él–. No lograrás nada... –dijo. Sonrisas miró a su alrededor y pudo darse cuenta al fin que estaba siendo rodeado por todos mis amigos. Si intentaba hacerme algo, recibiría el doble, o quizá el triple...

–¿¡Qué está ocurriendo aquí!? –Llegó Marty a la escena, aunque algo tarde.

–Nada, profesor... –sonrió el trigueño, soltando su agarre–. Es tu día de suerte... –Se acercó a mi oído y añadió–: Pero tú ya estás muerto... –susurró, haciéndolo audible solo para mí.

–¡Bueno, señores! –vociferó el maestro–. El evento ha terminado, todo el mundo a sus casas –dijo a modo de regaño, dando fuertes palmadas.

–¿Qué ha pasado? –Me preguntó El Duque con curiosidad.

–No fue nada... –resoplé con el cuerpo entumecido. Todos mis músculos temblaban y los vellos se me ponían de punta con tan solo recordar las palabras de ese mal nacido.

Tú ya estás muerto...

–Vaya espectáculo... –comentó Oz, con una sonrisa nerviosa. Volteé a verlo por instinto y pude notar que a su lado se encontraba Sr. Liar. Mis ojos se clavaron en él, pero nuevamente desvió la mirada, tratando de evitarme disimuladamente.

"Vaya mierda.", reclamé. "Este día no puede estar peor..." Y sí. Nuevamente lo dije, y una vez más la conspiración universal me ganó.

–Lo siento, chicos –masculló Nieve con un hilo de voz–. No me encuentro muy bien, quiero irme a mi casa.

–¿Pero y las cervezas? –protestó El Lojano con los brazos al suelo.

–¡Amor! –Lo regañó Pandora, fulminándolo con la mirada. El tatuado no se había dado cuenta de lo afectada que se encontraba Nieve, por lo que su novia le hizo señas con los labios, apuntando hacia su mejor amiga. No podía culparla. Todo lo que ocurrió con Sonrisas la había lastimado nuevamente. Y es que, ¿cómo se puede sanar una herida del corazón? Sin duda el primer científico loco que invente tal medicina ganará un Premio Nobel y será aclamado como el mayor descubrimiento de la historia. Pero hasta entonces, tendremos que seguir aguantando esas dolorosas punzadas en el pecho que parten el alma en miles de pedacitos... –Lo siento –Se disculpó El Lojano–. Será para otra ocasión... ¿Verdad, Kikis? –dijo, dándome un leve codazo.

–¿Eh? S-sí... Supongo... –balbuceé. Y así fue como perdí la grandísima e irrepetible oportunidad de salir con Nieve...

Conspiración universal 2 – Kikis 0

Without ColorsWhere stories live. Discover now