Para Jungkook, todo debía siempre estar organizado y dirigido. La prudencia y en análisis de situación regían su vida. No estaban permitidos los errores en su vida.
Jihee, blindada con un fuerte sentido del humor que hacía fallecer a cualquier trag...
—¿Ir a mi casa a tomar chocolatada o dejar que pases alcohol por mis heridas?, ¿es una pregunta retórica, verdad?—Jungkook aprieta el agarra en mi codo y abre mucho los ojos y luego los cierra con fuerza. Como si hubiera colmado su paciencia.
—Bien, te lo podré de esta forma; o subes a la mierda de cama o te subo yo.
—Ay, ¿así eres con un herido?, dios, que insensible. —me quejo, caminando a la camilla con resignación. No me quedaba de otra, Jungkook emana vibraciones de ira y violencia por cada maldito poro de su cuerpo, como si el oxígeno que le rodea fuera más denso y pesado que el normal. No voy a ponerle a prueba, y además, yo necesito curarme toda esta mierda.
Él pone los ojos en blanco, caminando a la camilla que está al lado y deja que me deleite con su hermosa gran espalda. Separa los brazos y comienza a despegar velcros de la pechera y luego desata cordones que están en sus costillas para quitárselo. Ni me imagino cuando debe pesar todo eso. Solo lleva una camiseta blanca sin mangas, dejando al desnudo los poderosos músculos de sus brazos tensos y grandes. Las venas se entrelazaban sobre la superficie de estos como raíces llegando hasta sus largos dedos y luego, camina otro poco, abre un cajón donde yo estaba antes y saca una caja blanca.
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—Quítate la sudadera. —suelta, y yo pestañeo.
—¿Qué?
—Voy a untarte esto en el estómago, alivia el dolor muscular. —deja la caja junto a mí y la abre para quitar un pequeño pote de pomada blanca con tapa naranja. Lo toma en sus manos y luego me mira a los ojos con expectación.
—No tengo nada en el estómago. —su mirada se oscurece haciéndose más intensa y casi perfora mis ojos. Inclina lentamente la espalda en mi dirección, por lo que hago que mi cintura rose ligeramente el borde de la camilla. Su sudor caliente me golpea el rostro, huele a aftershave y a mentas mientras que estira un brazo y lo apoya en la cama detrás de mí.
—¿Te golpeó en el estómago, verdad?—hecho la cabeza hacia atrás.
—¿Qué? ¿Cómo lo sabes?
—Te agarras la parte abdominal para caminar, lo que significa que cuando caminas, duele. —bajo los hombros y miro el piso. Antes de poder reaccionar, percibo como sus manos se agarran desde mi cintura y dejo de tocar el piso, quiero quejarme, pero la verdad que es estaba ideando un plan en mi mente de como carajos iba a subirme a la camilla si apenas y puedo hacer fuerza.
