Capítulo sesenta y uno.

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"Si nuestra canción de amor,
pudiera volar sobre las montañas,
reírse frente al océano,
como en las películas...
No hay motivo para sentir los momentos difíciles.
Es completamente cierto.
Nada más puede ocurrir.
Nada que no podamos menear.
Oh, somos unos completos principiantes,
con nada más interesante".

Absolute beginners - David Bowie.

Sus manos no dejan de jugar con el anillo de compromiso. Sus pensamientos pasan de un extremo a otro. Los resultados llegarán en cualquier momento, y el doctor se los dirá. En el fondo, la esperanza de poder cumplir los sueños de su amor, la hacen sentir plena. Tener una propia familia y no cometer los mismos errores que sus padres. Annica también tiene la mirada expectante en el escritorio del médico. Al escuchar el sonido de la puerta al abrirse, las dos sienten una ráfaga de frío pasar por sus columnas vertebrales.

El doctor las saludo y se sienta en su sitio. Entre sus manos, sostiene el sobre blanco.

—¿Preparada? —La castaña asiente, y la pelinegra se carcome de los nervios. Con lentitud, es abierto. Leyendo y explicando hasta el final—. No... ¡Usted no está embarazada!

—Pero... ¡No entiendo! —el médico le hace señal para que pueda proseguir—. ¡Tengo los malestares y síntomas de un embarazo, al igual que un retraso!

El señor de bata blanca, se rasca con suavidad la barbilla. Busca alguna solución, hasta que parece conseguirlo.

—¡Le haremos una ecografía!

Entonces, Kreuter llega a la conclusión que Kayla no tiene algo simple. Esto será un recorrido largo.

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—An, ¡no se lo diré! ¡Él no me entenderá! ¡Es su sueño! —las lágrimas corren por sus mejillas. Su amiga siente pena de la actual situación que está pasando—. ¡Buscaré la solución! ¡Iré a diferentes médicos...! —es como si se tratara de convencer a sí misma—. ¡Él no lo sabrá!

—¿Y si no funciona? —replica en son de realidad.

La castaña mira el vacío. Sus pensamientos perdidos en una tarde de febrero, ya semanas desde el regreso de Brasil.

—Entonces, ¡me iré! ¡Lejos! ¡Muy lejos! —replica entre sollozos.

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Las tardes de cada día, mientras comparten sonrisas y jugueteos. Vistiéndose de diferentes formas para que nadie los reconociera en los conciertos que van. Tomados de la mano, mirando el atardecer. Permaneciendo sentados, pegados uno con el otro... Mientras sus corazones se unen a un único y singular compás. Las sonrisas no se esfuman de sus rostros.

Ella corre como una niña, mientras él la persigue. Al atraparla, caen sobre el pasto. Dando vueltas y llegando a un punto, en que él queda arriba. Sus miradas hacen conexión, un gran magnetismo los une. De pronto, uno de los dos, suelta una risilla. El otro, le sigue. Se mezclan en una gran melodía. Contándose sus miedos y sueños. Entrelazando sus manos, hasta la llegada de la noche.

Una manta de oscuridad los cubre. Ellos no tienen miedo, porque se tienen uno al otro. No les importa si son adinerados o famosos, sólo lo que vales es tenerse para las buenas y malas.

Ocultan sus traumas. Ninguno vuelve a hablar sobre ese tema, desde esa vez, como si nunca hubiera sucedido.

Perdidamente enamorado. Ella es la musa de sus sueños. Nada puede quitar de su mente: Su aspiración de tener una familia. Enseñarles el amor más puro. No cometer los errores de sus progenitores. Darles todo, lo que él una vez no tuvo.

Dentro de tus ojos. |Axl Rose, Slash|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora