Capítulo quince.

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Nunca pensé que iba a suceder,
Siento exactamente lo mismo.
No quiero hacerte daño, nunca más.
Nunca supe que ibas a irte,
Nadie tiene la culpa,
¿Sabes?, te quiero, 99.

99 - Toto.

Las horas de la noche avanzan, el viento sopla fuertemente y el dolor que se forma en mí es más fuerte que todo. Estoy sentada en el suelo, abrazada a mis piernas, mientras las lágrimas salen sin parar. La ciudad se ve calmada desde mi ventana, el silencio es crudo y el ambiente aún es tenso. Un portarretrato encima de mi escritorio, enseña la felicidad de años anteriores. Una foto donde mi madre, mi padre y yo nos abrazamos. Una foto en donde mi vida era de felicidad, y desde esa separación, todo se ha convertido en una total pesadilla.

Me siento sola y desamparada en esta oscura realidad, donde mi madre me ve como una hierba mal que hay que cortar. Estoy segura que un problema grande se va armar, si Billy le llega a contar algo a mi madre.

Son alrededor de las cuatro de la mañana, cuando una canción inunda por toda mi casa. Los pasos desde el primer piso, se hacen fuertes. Un llanto desesperado llama mi atención, y los gritos de una mujer suplicando a su amado que no se vaya. El sonido de la puerta cerrándose es el fin de una etapa, y el inicio de un odio no consumado.

Un grito desgarrador hace que me sobresaltara, y mi cuerpo se llena de miedo al escuchar unos pasos por la escalera. Un dolor se introduce dentro de mí, y los golpes en la puerta hace que mis nervios se dispararan, pero lo que más me causará daño son sus palabras. Esos insultos que jamás olvidaré.

"¡Vas a abrir ahorita la puerta, estúpida!".

No respondo, por el temor creciente que tengo. Lo único que hago es esconderme en una esquina de mi habitación, como en mi niñez cuando ella me golpeaba. Me siento consumida por el temor.

"¡Eres una maldita egoísta! ¡Te odio!".

Cada palabra es como un cuchillo filudo que abre la herida nuevamente, y me hace sangrar hasta el punto de quedar desvalida. Ella siempre me odió, por eso me quiere ver muerta. Siempre soy la peor ante todo, y eso me tortura día a día.

"¡Abre la puerta, zorra! ¡Ya sé que andas con drogadictos!".

Estoy estática, y sintiendo frío por todo el cuerpo. Quiero huir y perderme por siempre, para no seguir siendo una carga.

Sus pasos se alejan, y nuevamente vuelven a oírse a los pocos segundos, pero esta vez es con sus gritos tan intensos.

"¡Por tu culpa, Billy se fue! ¡Arruinaste mi vida desde que naciste, ahora yo seré quien destruya la tuya!".

Esas son sus últimas palabras, después de eso, ella abre la puerta. La rabia se ve en sus ojos, se ve despeinada y con el maquillaje corrido. Las lágrimas aun salen por su rostro, y yo tiemblo delante de mi madre. Ella sonríe al verlo por su victoria.

—Me tienes miedo... ¡Bien! —su sonrisa se engranda y se acerca hacia mí. Me encuentro parada frente a ella, cuando lanza la primera bofetada—. ¡Eres una maldita mal nacida! Yo he hecho todo por ti, y así me lo pagas —oír esas palabras es como un golpe en el estómago, porque por ella es que vivo en esta burbuja—. ¡Destruiste lo que más amo, destruiste mis sueños de ser feliz! Es mi vida, tú no tienes derecho a meterte. Sé lo que sientes por Billy, ¿piensas que no me doy cuenta como lo miras?

—Mamá, ¡abre los ojos! Él siempre te ha mentido, siempre va a ir en busca de su esposa y su hija. Nunca vas a llegar a ser totalmente feliz, ¡yo lo que más deseo es que lo seas, pero no dejas que te ayude!

—¿Ayudarme? —Se escapa una risa de ironía entre sus labios—. ¡¿Qué querías hacer?! ¡¿Quitarme a mi marido, zorra?! —me vuelve a lanzar otra bófeta, y yo ya me siento cansada de vivir—. Kayla, ¡eres una maldita egoísta como tu padre! Te pareces tanto a él y te repudio por eso. Todos estos años te he soportado, porque te amo, pero luego de que me hicieras esto —¿Amarme? Su poco amor se ve eclipsado siempre—. ¡Cuántas veces te habrás metido drogas o tomado alcohol, con la tipa de amiga que tienes! ¿Crees que nunca me iba a enterar que salías con ese estúpido afro? ¡Yo ya no puedo hacer nada por ti!

Ella camina hacia mi armario, y yo la sigo desde la penumbra. Trato de asimilar cada una de las cosas que me ha dicho.

— ¡Mamá estás loca! ¡Yo jamás intentaría quitarte a tu marido! —suplico, esperando que un rayo de luz sucumba sobre nosotros y me perdone—. ¡¿Por qué siempre intentas compararme con él?! ¿Me odias por eso? —Necesito saberlo por sus propios labios, pero ella sigue sin decirme nada—. ¿Quién te da derecho de juzgar a las personas por su forma de vida? ¡Ella no es así! ¡¿Por qué lo discriminas?! ¡Él no ha hecho nada malo! ¡Yo no salgo con nadie!

Como si no me hubiera hecho caso, ella abre la puerta de viaje. Saca algunas maletas, y voltea a mirarme.

—¡Alista tus cosas!

La miré por unos segundos, me siento incrédula de sus palabras.

—¿Quieres que te lo repita o qué? ¡Lárgate de mi casa, estúpida! ¡No quiero volverte a ver en mi vida! ¡Tú ya no eres mi hija!

Algunas lágrimas resbalan hasta perderse en el vacío de la madrugada, ella ni se inmuto. Camina hacia la salida y como si no tuviera sentimientos. Me da unas últimas palabras antes de salir.

"Tienes diez minutos, y si no te encuentras lista. ¡Yo misma vendré y te echaré de mi casa!".

Meto la mayoría de mi ropa, y algunos discos que compré en su tiempo. No dejaré algo importante aquí. Empaco mi saxofón y mi libreta, y algunos billetes que tengo ahorrado me ayudarán, durante unos días.

Con lo poco que me queda de mi dignidad, bajo las escaleras con dos maletas y un estuche. Miro por algunos minutos la sala, y la escalera, suelto un largo suspiro de tristeza. Ella se encuentra parada en la puerta, que está esperándome para decirme adiós para siempre. Tiene una mirada dolida, como si quisiera que le suplicara de algo, pero yo no tengo la culpa de nada y mucho menos de sus palabras hirientes. Bajo la mirada y camino hacia la salida, cuando ya me veo fuera de la casa, ella cierra fuertemente la puerta.

Tomo un poco de aire, y me derrumbo en aquella esquina que da a mi anterior hogar.

Las calles están vacías, al igual que la estación de bus. La tristeza invade mi alma. ¿Cómo una madre puede hacer eso?

Este dolor nunca se irá y eso estoy completamente segura. Aquella huella marca mi vida con un antes y un después.

Un después que se ve totalmente incierto, y el autobús de mi destino me direcciona a donde iré. Dejarme fluir por la tempestad de una mañana dolorosa. 

Dentro de tus ojos. |Axl Rose, Slash|Where stories live. Discover now