Capítulo cuarenta.

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"Dios mío, y esta noche sorda, oscura,

Ya no podrás jugar, porque la Tierra

Es un dado roído y ya redondo

A fuerza de rodar a la aventura,

Que no puede parar sino en un hueco,

En el hueco de inmensa sepultura."

Dados eternos – César Vallejo.

Advertencia: Fuertes sucesos psicológicos.

Kayla

Toda la clase, al igual que la catedrática me observan con mucho detenimiento y desconcierto al finalizar de declamar los últimos versos. Su silencio se hace sumamente tétrico. Sin dar continuidad, me vuelvo a sentar en mi carpeta. Aumenta una opresión en mi corazón, al igual que veo venir su agradecimiento y la atención sobre mí. Mis nervios se acrecientan con el paso de los segundos. Siento hundirme sobre la silla de la carpeta, como si alguien me jalara hacia adentro. El pánico sale a flote y las lágrimas no dejan de caer. Quiero gritar, pero mi voz no sale. Aterrada en el único lugar donde encuentro tranquilidad, dando por hecho que todo se ha agravado.

—Señorita Holmes, ¿se siente bien? —me pregunta con preocupación, la profesora. Mis compañeros no dejan de verme. La chica con la cual antes compartía cuarto, trata de acercarme a mí. Miro con miedo hacia todos los lados, mis manos no dejan de temblar—. ¿Señorita Holmes?

Un pequeño recuerdo pasa por mi mente, una voz a lo lejos hablándome con tanto cariño... Es tan distante. Rompo en llanto. La profesora se posa delante de mí, al igual que mi compañera.

—¿Kayla? —Una colina llena de flores, una niña corre hacia sus padres que la esperan. Ella sostiene unas muñecas, mientras que ellos acomodan algunas cosas para el picnic. Cuando encuentra un trébol, se ve llena de felicidad y decide contarles. Corre hacia donde están, pero la oscuridad la detiene. Están peleando entre sí, y la poca inocencia se ha ido. El padre se aleja, dejando una familia destruida—. ¡Ella no está bien! —mis ojos se sienten pesados, y lo último que escucho es la voz de todos—. ¡¿Kayla?! ¡Llamen una ambulancia! ¡Rápido!

Sombrío y hueco se ha convertido mis sentimientos, quienes son rehenes del dolor y la culpa. El remordimiento hace de las peores torturas. Su silueta y voz rondan mis pensamientos. La extraño tanto que hasta aparece en mis sueños. Me levanto llorando y suplicando que viva, pero es imposible. Está muerta.

Alguien sostiene mi pie y me hunde dentro del abismo sin fondo. Soy presa de la desesperación y el temor. Mi novio anda en sus giras con su banda, al igual que mis amigos. Soy feliz por ellos, y les deseo lo mejor... y a la misma vez, quiero verlos junto a mí. Desolada e independiente trato de salir adelante. Casada ante Dios, ¿dónde está él para que me saque de la oscuridad? ¿Dónde?

Mi vida se juega sobre unos dados eternos, donde no hay escapatoria. La suerte no está a mi favor, porque yo nací un día donde mi padre misericordioso estaba enfermo.

Una niña baila un vals junto a su padre. Ella sonríe, mientras le dan vueltas. La escena se hace tan hermosa. Su madre les toma fotos y les saluda con la mano. Las palabras de su padre enmarcan esta hermosa noche. Cierra los ojos al dar las vueltas y cuando los abre, los pasos se hacen vacíos y oscuros. El hombre se ha alejado, dejando a una desolada alma. ¿Cómo poder confiar en los hombres? Si su propio padre la ha abandonado. Ella ha crecido y él no estuvo en esas etapas de su vida. Se ha ido para nunca regresar.

Dentro de tus ojos. |Axl Rose, Slash|Where stories live. Discover now