Capítulo corto 2 / Editado

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El chico se colocó su abrigo negro y vio su reflejo en el espejo con cierto disgusto, ¡Lucía del asco! Cada día las bolsas moradas debajo de sus ojos eran más notables. Suspiró profundamente y agarró las llaves de su apartamento. Saldría con sus amigos, pero en realidad eso no lo hacía sentir mejor, sino que peor, miserable. Era consciente de que en cuanto viera a su amigo Jungkook con el corazón roto, la culpabilidad crecería en él. ¿Cómo podía hacerse llamar a sí mismo amigo?

Alcohol, tal vez era lo único que necesitaba en ese momento. Las personas que bebían dejaban atrás su vergüenza y eso era exactamente lo que necesitaba.

—¡Tae! —lo saludaron sus amigos con una sonrisa, incluso Jungkook.

A pesar del horroroso momento que lo hizo pasar, su sonrisa era sincera. Tenías la esperanza de que su herida estuviera sanando. Hasta Suga le había sonreído, al menos por un segundo, pero lo hizo, después volvió a su estado habitual.

Sus amigos bromeaban y reían como de costumbre, aunque él se encontraba distante por el sentimiento de culpabilidad que se le arremolinaba en el pecho y de vez en cuando le gritaba en su cabeza que era la peor persona del universo. Sus amigos no eran tontos, comenzaban a notarlo.

Al darse cuenta de las miradas interrogantes de los muchachos, se unió a ellos como usualmente lo hacía. Su sonrisa era torcida y falsa, no era honesta como la de otras veces. Intentó disimularlo varias veces sin tener demasiado éxito.

Náuseas, de sí mismo, pensaba que le estaba fallando a sus compañeros y debía ocultarlo. Se lo prometió a él, sabía que hacerlo molestar no era una buena idea y por más discreto que fuese, se daría cuenta. Era como si supiese casi todo sin la necesidad de estar presente y por más lejos que se encontrara. Tal vez había enviado a alguien para que lo vigilara o tenía un sexto sentido, nunca lo sabría.

Había hecho cosas peores de las que no se arrepentía y le daba completamente igual. En esa ocasión era diferente, se trataba de uno de sus amigos. Se sentía terrible, tal vez era el precio que debía pagar por las otras veces en las que no tuvo remordimiento alguno.

—¿Te sientes mejor? —le preguntó a Jungkook, este solo asintió y le sonrió.

Quemaba, dolía y le ardía, no merecía a su amigo. Cuando mencionó su nombre, inmediatamente debió alejarlo de ella, fue un tonto porque sabía lo que sucedería y no hizo nada para evitarlo.

J-hope vertió vodka en los shots, así que no dudó en beber el contenido con rapidez, a pesar del escozor en la garganta. La sensación le resultaba menos dolorosa que la de ver a su mejor amigo aún con el corazón roto. Él no merecía sobrellevar tanta mierda, siempre fue un buen chico.

Tras varios tragos perdió el control, comenzó a decir incoherencias, o al menos eso pensaban sus amigos.

—Sé dónde está ella.

—¿Quién? —le preguntó J-hope mientras reía.

—Soo Min —soltó sin pensar el peso que aquel nombre poseía.

Inmediatamente Jungkook se volteó para verlo. Aunque también estaba borracho, seguía un poco consciente, o por lo menos más que su amigo.

—¿En dónde? —preguntó inmediatamente con alegría mientras se ponía de pie.

—No está cool jugar con ese tema —Yoongi arrugó la nariz.

—No puedo decirlo, es un secreto. Él me matará si abro mi maldita boca— rio sin gracia.

Jungkook lo tomó del cuello de su camisa y le hizo unas tres veces la misma pregunta, pero Tae no dijo nada, solo comenzó a reír. Aquella reacción hizo que el muchacho con el corazón roto comenzara a ser corrompido por la ira, por lo que le dio un puñetazo a su amigo en el ojo y lo empujó con todas sus fuerzas.

El agredido intentó ponerse de pie, sin ser capaz de hacerlo. Jungkook se aprovechó y se lanzó sobre él para seguir propinándole puñetazos. En ese momento su amigo se convirtió en el saco perfecto para descargar su frustración.

Los otros dos chicos veían la situación asustados, ellos jamás pelearon hasta llegar a la agresión física, ni siquiera sus discusiones llegaron a ser tan serias, siempre terminaban riendo.

—Golpéame más, maldita sea. ¡Soy una mierda!

Ambos por fin se dieron cuenta de que la situación podía empeorar, se levantaron y los detuvieron. Taehyung se limpió la sangre que se escapaba por su nariz y Jungkook respiraba tan fuerte como una bestia embravecida, se deshizo del agarre de Suga con un hábil movimiento y salió del lugar.

—Yo lo acompañaré, no puede irse así —quien lo sostuvo anteriormente, lo siguió.

Solo había empeorado las cosas, y a pesar de estar alcoholizado lo sabía. Era egoísta al esperar que su amigo perdonara sus palabras e hiciera como si nada hubiese sucedido.

Play with me // Jimin // En ediciónWhere stories live. Discover now