Capítulo 39

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Él permanecía cabizbajo, acariciando la oreja de la taza y lamiendo sus secos labios al mismo tiempo que movía su bigote, sus párpados cansados no apartaban la vista del movimiento del café. Tosí un poco incómoda para captar su atención.

—Señor... ¿se encuentra mejor?

—¿Eh? —dirigió lentamente su mirada hacia mí, sentí un ligero cosquilleo de nerviosismo pues sus ojos y los de Alexander eran exactamente iguales, no lo digo por el color, sino que de verdad compartían una manera de mirar tan... ¿cómo expresarlo? Tan... ¿noble? Tan... ¿Único? Tan... no lo sé, era extraño

—S-Sí... ¿Cómo se siente?

—Yo—suspiró pesadamente y dejó caer la taza con cuidado al costado de su mano—Es muy vergonzoso ver a un viejo llorar ¿a que sí?

—Yo...—desvié un poco la mirada, pero de nuevo la alcé puesto que eso se vería grosero—No creo que sea vergonzoso ver a alguien llorar, creo que es nobleza del corazón...

—Qué amable, ¿cuál es tu nombre?

—Evangeline Price, ¿y el suyo?

—Leandro Melenkov, un gusto conocer a la novia de mi hijo

—Pues, más bien a su exnovia

—¿De verdad? Oh... vaya

—No se preocupe, últimamente hemos tenido bastantes líos que era inevitable que él no me apartara

—Apartar...—dice él en medio de un suspiro—¿le ha contado de mí?

—Sí...

—Entiendo... ¿y han sido cosas... buenas o malas?

—No creo que quiera escucharlas señor Melenkov, lo mejor sería qu-

De nuevo sus lágrimas cayeron en silencio, puso ambas manos sobre sus ojos y sollozó en voz baja, me avergoncé pensando que había dicho algo que no debía, analizo la pequeña conversación que hemos tenido hasta entonces y nada cuadra, no he dicho algo ofensivo ¿o sí?

—De verdad me detesta—dice él amargamente, sus lágrimas lo consumen en dolor y no sé cómo animarle ni qué decirle

—Señor Melenkov—estiré un poco mi mano con la intención de tocar su hombro, pero me detuve en seco y regresé mis manos por debajo de la mesa, solo contemplando como lloraba en voz baja

—Si tan solo él me escuchara...

Estaba un poco dudosa si debía hacerle o no preguntas, de hecho, una idea atravesó mi mente, quizá muy loca, pero si esa es una manera de hacer que Alexander escuche las palabras de su padre entonces creo que tomaré el riesgo. Saqué mi celular, con la intención de grabar la conversación y lo puse con cautela sobre la mesa.

—Señor Melenkov... ¿puedo preguntar el porqué de su visita... hacia Alexander? Perdone sí parece muy abrumador de mí parte, pero si él no desea escucharlo entonces yo sí que deseo hacerlo, no puedo ayudarle de la misma manera en la que lo haría él, pero sí en que pueda desahogarse conmigo... si no le parece correcto entonces permaneceré en su compañía hasta que usted decida irse...

—¿De verdad escucharías las palabras de este viejo abatido?

—Mi relación con mi padre tampoco fue tan estrecha hasta el día que pudimos escucharnos el uno al otro sin gritarnos... por mí puede hablar hasta el anochecer, yo lo escucharé hasta entonces...

—Siempre vengo a visitar a mi hijo cada fin de mes con la intención de resolver nuestros problemas, pero jamás accede en verme y hace que me bloqueen el paso—aprieta los puños con fuerza, conteniendo las otras lágrimas que desea liberar—sé que no fui el mejor padre, sé que cometí errores... jamás quise hacerle daño, jamás quise que él terminara odiándome. Sé que Martha fue cruel con él cuando recién había fallecido mi amada Isabella... estaba tan adolorido que me refugié en los primeros brazos que encontré...

Amor en notas musicales (#1 Saga Amor entre acordes) EDITANDOTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon