Capítulo 9

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—¿Ya estás contenta? —me miró con una sonrisa burlona, lo observé de pies a cabeza, vestido con un suéter gris y su pantalón oscuro.

—Sí, mucho mejor— hice una mueca

Una pequeña risa salió de su boca.

—¿De qué te ríes? —digo molesta

—Cuándo te enojas inflas los cachetes

—Ja, ja, ja, qué gracioso —nótese mi sarcasmo

—¿Ahora sí me respondes?

—¿Qué cosa?

—Lo que te pregunté hace rato

—¿O sea?

—Que desde cuándo tocas, boba

—Tsk, ¿Por qué esa necesidad de llamarme boba? Toco desde... um, bueno realmente no lo recuerdo

—¿Aprendiste sola?

—Mi abuelo me enseñó

—Tú abuelo tiene buen gusto por la música

—Tenía...

—Sigue vivo en las notas musicales

No lo había pensado de esa manera, quizá tenía razón, el hecho de tocar algo que mi abuelo me enseñó con cariño y paciencia significaba que aún seguía vivo en cada partitura. Después de todo, las personas siempre prevalecen en su arte.

—¿Y tú qué me dices?

–¿Acerca de qué?

—Si—fruncí el ceño—¿Desde cuándo tocas? Y ¿Por qué eres así?

—Yo toco desde mis cinco años y no te interesa

—¿Qué? ¿Por qué no me ha de interesar? Eres mi compañero

—Tú lo has dicho, solo soy tú compañero, no tu amigo

—Como digas, tarde o temprano lo he de saber

—Si, claro—rueda los ojos como canicas—No quiero hacer nada ¿Por qué no dejamos que Chris haga el trabajo?

—¿Él solo?

—Bueno, tú lo ayudas y me dejan dormir

—Ni de chiste, debes aportar algo

Alexander me miró con una mueca y giró la vista hacia su cama, estaba a punto de caminar hacia ella, así que actúe rápido y tomé de su brazo antes de que se tirara en ella.

—¡Solo una siesta de cinco minutos, lo prometo! —grita Alexander, implorando

—¡No! —insistía, trataba de acercarse a su cama, pero no podía permitirlo, ya me había llevado al dormitorio de chicos y yo solo quería salir de ahí —¡Para Melenkov! ¡Ya te he dicho que no!

—Solo... —rozó su cama con la yema de sus dedos—¡Solo una siesta!

—¡Qué no!

Salté al escuchar que daban pequeños golpes en la puerta.

—¿Alexan... digo, Melenkov? ¿Estás bien?

Alexander dejó de tironearse y yo estaba a punto de caer, pero recuperé el equilibrio. Se paró rápidamente y me miró.

—Alex, voy a pasar —decía la voz del otro lado de la puerta

—Govnó —dijo en voz baja, supongo que es una mala palabra. Sujetó de mi brazo—No digas nada

Quitó las sábanas y me empujó hacia la cama.

—¿¡Qué haces!?

—Si nos ven son capaces de expulsarnos, solo guarda silencio y no hagas ruido ¿Quieres?

Amor en notas musicales (#1 Saga Amor entre acordes) EDITANDOWhere stories live. Discover now