Capítulo 30

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¿Isabella? El nombre que estaba escrito en su violín...

—¡Lo odio! ¡LO ODIO!

—¡Alexander despierta! —comienzo a moverlo, sujeta las cobijas con fuerza y sus lágrimas no cesan

—¿Por qué? —dice en un tono desgarrador, escucharlo incluso me causa pánico ¿qué estás soñando? —Te extraño, vuelve, ¡Te lo suplico! No puedo...

—¡ALEXANDER! —lo sujeto de ambos hombros, ¿Qué daño le hizo aquella mujer como para que se rompa en llanto? —¡Despierta! ¡DESPIERTA!

—Ko... tonok —dice en una voz totalmente frágil y quebrada

—Alexander me estás asustando por favor, ¡Despierta!

Él abre los ojos de golpe mientras se sienta sobre la cama, sobresaltado, agitado y meneando la cabeza. Lo suelto, él inmediatamente coloca ambas manos sobre su rostro limpiándose las lágrimas, pero sigue llorando, es como si no notara mi presencia. Aún se encuentra en shock por aquella pesadilla, me duele verlo así ¿Qué es lo que tanto te aflige? Solo me abalanzo para darle un abrazo y acariciar de su cabello, pensé que me ignoraría, pero soy correspondida cuando siento sus brazos rodeándome, estalla en llanto de manera desgarradora sobre mi pecho, está asustado, tiembla constantemente con una respiración hiperventilada.

—Shh, shh Alexander, todo está bien, aquí estoy contigo, tranquilo, tranquilo—me estremece verlo así, intento calmarlo por medio de caricias, aferrándome a su piel como las mismas sábanas y parece que funciona ya que lentamente comienza a tranquilizarse

—Evy...

Me sorprende que reconozca mi voz, no puedo permitir que vuelva a perderse.

—Dime, dime, aquí estoy...

—¿Por qué tenía que irse? ¿Por qué?

—Tranquilo, todo está bien

—Isabella... ¿Por qué?

—Calma, calma, respira...

Mentiría si dijera que no me duele escucharle decir el nombre de otra mujer mientras llora, pero si él supo escucharme cuando hablé de Collin, ¿Por qué no habría de hacer yo lo mismo?

—¿Por qué tenía que morir? ¿Por qué Evangeline? —las lágrimas se desbordan como ríos—La extraño, la extraño como loco—estruja con fuerza mi suéter, siento sus varoniles manos aferrándose a mi prenda—lo odio, odio a mi papá, lo ODIO

Pero ¿Por qué su padre?

—Calma, estoy aquí, estoy aquí

—No te alejes tú también, no me dejes—me estruja con todas sus fuerzas, colocando su mano detrás de mi nuca—No quiero perderte a ti también

Mis manos temblorosas correspondieron su agarre, pero me destrozaba por dentro el hecho de verlo así. Cuando niña, mi abuelita y mi abuelo solían cantar una canción francesa para acurrucarme en días de melancolía o temerosos. Decían que les recordaba tanto a cuando eran jóvenes y más porque mi abuelo estuvo en la marina. Lo hacían tan a menudo que cuando mi hermano lloraba yo también la cantaba, incluso ahora, inconscientemente las palabras fluyen a través de mis labios como susurros de tiempos de antaño.

"Un alma en pena
Él vive pero a penas habla
Él la espera
Frente a esta foto de tiempos de antaño
Él, él no está loco
Él cree, eso es todo
Él la ve en todos lados
La espera de pie
Una rosa en la mano
Aparte de ella, no espera nada
Nada a su alrededor tiene sentido
Y el aire es pesado
La mirada ausente
Él está solo, a menudo le habla a ella
Él, él no está loco
Él la ama, eso es todo..."

Amor en notas musicales (#1 Saga Amor entre acordes) EDITANDOWhere stories live. Discover now