Capítulo 29

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Pasé a la cafetería por una bebida, no fue tan exhausto, pero fueron varias pistas que ensayé y supongo que al final tendremos que elegir alguna canción nosotros.

Cuando estuve a nada de salir recordé que al llegar me toparía con ese chico de ojos grisáceos y sonrisa coqueta esperándome en la entrada o cama del cuarto. Además de que tendría hambre, suspiré y me regresé para comprarle una sopa igual a la que le llevé con anterioridad.

—Disculpe —dije apenada a la señora que estaba a nada de darse la vuelta, me miró extrañada y no era para menos—¿Tiene algo para el dolor de cabeza? O, ¿algo para la gripe?

Se mantuvo pensativa y después esbozó una sonrisa.

—Solo té de manzanilla, ¿te sirve?

Asentí con una sonrisa.

—De acuerdo—dice alegre—espera en lo que lo preparo

Y así, ella se dio la vuelta. Mantuve recargados ambos codos sobre la mesa de barra y suspiré profundamente mientras pensaba en lo que tendría que hacer. Digo, puedo estar aquí pero mi mente siempre está en el espacio, literalmente.

—Mira—amablemente me libera de mis pensamientos, dándome un hermoso termo metálico color gris con decorados negros, bastante sencillo pero lindo. —Si te das una buena ducha y tomas esto seguro te compondrás más rápido de lo que crees

—Muchas gracias—repliqué emocionada, pero mi sonrisa se disolvió de inmediato—Pero, ¿estará bien llevarme su termo? Si deseaba dármelo en alguna taza yo...

—Sin problemas querida, mañana puedes regresármelo sin falta, es fin de semana y estaré sin tantos alumnos hambrientos, así que puedes entregármelo sin tanto alboroto —suelta un par de risillas traviesas, con una sonrisa que recalca las arrugas de sus mejillas, pero sin perder la hermosura de ésta

Me recuerda a mi abuela.

—Gracias—sonreí y casi me di media vuelta, pero me retuvo con sus palabras

—Espera, ¿has visto a ese muchacho?

—¿Muchacho? ¿A quién de todos?

—Ese chico que alguna vez vino contigo, uno de cabello negro y ojos grises

—¿Alexander?

—Desconozco su nombre, pero creo que sí...

—Oh, ¿por qué?

—Me parece raro no haberle visto estas mañanas sin tomar café aquí

—¿Él ha venido en las mañanas?

—Desde hace semanas, me parece que estaba muy concentrado en hallar un café perfecto, pero no sé para qué

Me confunde un poco, según yo, él toma café pero no tanto como yo.

—Si lo llego a ver le diré que venga, usted no se preocupe

—Gracias, supongo —ríe traviesa y me despide moviendo su mano de un lado a otro—nos vemos

—Nos vemos

Hice lo mismo y me retiré sin decir más. Ahora sí, ahí te voy Alexander Melenkov.

~*~

Me puse los audífonos a todo volumen mientras recorría los pasillos y admito que he desacelerado el paso con la intención de no ver a Alexander tan pronto, por alguna razón mis manos están comenzando a temblar, ah, ¡basta! Me siento como niña de trece años gustando por primera vez de un chico. Si bien Chris dijo que Alexander tenía finta de lobo, entonces va a detectar mi inquietud al tenerlo cerca. Después un prolongado tiempo de caminata al fin estoy frente a la puerta.

Amor en notas musicales (#1 Saga Amor entre acordes) EDITANDOWhere stories live. Discover now