Basta, Collin se fue, Collin ya no está, no es mi necesidad de tenerlo conmigo, es que simple y sencillamente esta mente mía se burla, mezclándose con las palabras de dicha canción que él me dedicó, pero ¿Por qué sigue doliéndome? ¿Por qué maldita sea mis ojos se empañan de lágrimas sabiendo que él me gritó, me lastimó e incluso reiteró que ya no me amaba?

Me cuesta sostener las manos de Alexander, me cuesta tragarme el llanto, no puedo siquiera mover los pies y por tanto las chicas murmuran a mis espaldas, risas tenues revientan mis tímpanos. Nuevamente, las estúpidas cristalinas lágrimas llenan mis ojos.

—No puedo, no puedo

—Evangeline—alza mi barbilla, seguidamente se sorprende al ver mis ojos lagrimosos y permanece en silencio

—Como lo pensé—añade la señorita Eveshka en un tono burlón, acercándose para apagar la grabadora—Las inútiles no sirven en mi clase, das vergüenza

Agacho la mirada, tiene razón, doy pena.

—Evangeline, mírame

—Alexander, no puedo—aflojo mis manos de las suyas, retrocediendo por cobardía

—Solo mírame

Su mano acaricia mis pómulos, forzándome a mirarle fijamente, su mirada es tan profunda y sincera que me abriga con calidez.

—Escucha Evangeline, la persona que está aquí y ahora soy yo, la persona que sostiene tu mano soy yo, la persona que va a guiarte soy yo. No pienses en nada, no mires con tristeza tu alma, desconéctate de cualquier recuerdo que a tu alma estremezca y solo mírame a mí, porque es aquí donde estás y es conmigo con quién estás

Permanezco inmóvil ante tal comentario, estaba temblorosa hasta que sentí que su mano y la mía se estrujaban con fuerza, se acercaba a mí de manera cautelosa, como si supiera que por dentro tenía miedo. Incluso la canción seguía.

Estábamos tan cerca, sus ojos miraban con atención los míos, sus manos rodeaban mi cintura, poco a poco, acercándome más y más hacia él, estaba intimidada, perdida en el brillo de sus ojos. Dio los primeros pasos, ligeros pero seguros... estaba asustada ¿Y si lo hacía mal?

Deslizaba sus dedos entre los míos, un ligero vals, de atrás hacia adelante. Acercó su mejilla a la mía.

—No tengas miedo, cierra los ojos y solo siente la música—susurró—recuerda... Música es fragancia que se piensa, arte que se esculpe, idea que se baila...

Escondí mi rostro en su pecho, no quería que se diera cuenta de que sus palabras hacían que me sonrojara. Comenzó a guiarme con cada paso que daba, tomaba mi cintura, me elevaba con ternura y seguridad, era como si no hubiese nadie, como si solo estuviéramos él y yo al son de las notas musicales.

—Shh... Tranquila—dice en un tono bajo, mi piel se erizó por completo

Me dio la vuelta, él estaba detrás mío, sus labios cerca de mi cuello. Cerré los ojos, sentí la música tal como me lo pidió, tan suave, tan tranquila, cada nota me traía una sensación inmensa de felicidad con Alexander a mi lado. Acariciaba mis nudillos con sutileza, la ligera fricción de su cuerpo y el mío me traía calma como las olas del mar, como el ligero vaivén del viento e inevitablemente mis pómulos se conmutaban, de un ligero color durazno al más rojo carmesí.

Me dio otra vuelta, poniéndome frente a él de nuevo, lo sentía como un sueño, volando en las nubes junto al olor de su fragancia que me embriagaba por completo. Danzábamos por toda la habitación y estaba segura de ello, la delicadeza con la que empezamos a detenernos al igual que la canción era tan dulce.

Cautelosamente abrí mis ojos para encontrarme con los suyos, los cuales estaban mirando mis labios, se acercaba con cuidado hacia mí, hasta que los aplausos de las chicas interrumpieron el momento.

—¡Eres tan magnifico Alexander! —gritan las chicas poniéndose de pie, interponiéndose entre él y yo, haciendo que sus manos se deslicen como viento a través de mis dedos

—Excelente presentación Evangeline—dice Eveshka con un tono de sarcasmo—no cabe duda que Alexander hace un buen trabajo contigo... aunque no me impresiona y tú también Alexander, felicidades... Ya hablaremos de tu comportamiento más tarde, chicas, la clase sigue ¡rápido!

Me quedé ahí, mirando como todas lo rodeaban entre sonrisas y palabras de afecto. Dayana sobre todo acariciaba el mentón de Alexander y bueno, yo, yo solo miré la palma de mi mano, la cual aún tenía esa reconfortante calidez. Al regresar mi mirada hacia él, me sorprendí de que estuviera observándome.

—¡Hermosa! —grita Chris, acercándose mientras da aplausos—Eres fantástica

—Eh... Gracias—esbozo una sonrisa, pero él se inclina ligeramente hacia mí

—Me gustaría algún día sujetar de ti, eres arte en el baile—enmarca una sonrisa traviesa y me guiña el ojo.

—Evangeline—dice Alexander

—Alexander, la clase está aquí —exclama Eveshka con potencia, dándole una mirada asesina que hace que él permanezca en silencio

—Vamos bombón—me dice Chris en voz baja—Hay algunas cosas que aún no cuadran en mi cabeza y me gustaría platicarlo contigo en un lugar más tranquilo

—¿Cómo qué?

—La encantadora mentira de tu romance con él, a menos que sea cierta...

—Yo... Um...

—Chris, aléjate de ella

Mi acompañante pelirrojo lo mira burlón.

—Mejor pon atención a tu clase y chicas Alexander—tiende su brazo para que lo acompañe

La extraña sensación que me causó Alexander y luego ver a las chicas rodeándolo y gritándole palabras de amor solo me hacen recordar una cosa; lo nuestro es mentira ¿cierto? Entonces no debería interponerme en su vida cotidiana y debería seguir mintiendo para que su reputación quede intacta. Giro mi mirada hacia él y me despido cordialmente con una sonrisa, gracias por alzarme los ánimos, pero incluso si lo nuestro es mentira... Duele.

—Evangeline...—pronuncia Alexander en una tenue voz, pronto las chicas se lo llevan de los brazos para acercarlo con Eveshka la cual me dedica una mirada llena de rabia y chasquea los dedos para poner orden en las chicas

Me alejo sin nada más que decir, solo observándolo mientras tomo el brazo de Chris y entonces, la puerta a mis espaldas se cierra. Dejándolo atrás.

Amor en notas musicales (#1 Saga Amor entre acordes) EDITANDOWhere stories live. Discover now