Capítulo XLV: La DigiMemory Corrompida

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—Lo prometo, Nunally.

Finalizaron la despedida con un apretón de manos un poco más fuerte.

Tras recibir los buenos deseos de sus amigos, la comitiva echó a andar por el camino de piedra. Labramon no se despegó de Lelouch en ningún momento, y eso sólo le ayudó a conseguir una sonrisa de Mervamon y Sparrowmon. El cachorro lo tomó como una clara bienvenida al equipo. Tanto les estaba tomando cariño, que miró a Nene cuando la escuchó hablar.

—No debiste prometerle eso a Nunally. Creí que estabas dispuesto a morir en el campo de batalla.

Labramon miró a Zero en espera de su respuesta.

—Aún lo estoy. Pero no pretendo morir si no nos reunimos antes con Suzaku.

Labramon sonrió. Incluso si el destino no lo había seleccionado para ser un Digimon Elegido, estaba realmente dispuesto a otorgarle sin reservas su lealtad al príncipe exiliado.

El equipo se reunió al estar frente al primer ojo de Sephirotmon. Dudaron por un instante. Airu dio un paso atrás, preguntándose que motivos podría tener Zero para llevarla precisamente a ese lugar.

—Tendremos que estar listos para cualquier cosa —dijo Kira, con el tono de voz peculiar de cada miembro de su círculo de Elite—. Aunque entremos todos juntos, Sephirotmon podría separarnos. Quien consiga llegar primero al castillo de Lucemon, tendrá que pelear en ese preciso momento.

—Estaremos bien —dijo Yuu—. Ya hemos llegado demasiado lejos como para dudar ahora.

Su sonrisa confianzuda contagió a todos los miembros del grupo, aunque su objetivo fue sólo aquella chica rubia que le devolvió media sonrisa. El grupo entero entró en el ojo de Sephirotmon.

La gran batalla por el control de la Tierra Oro estaba por comenzar.

En el barco de Lambda, las cosas no mejoraban. Basta con decir que para todos fue inquietante permanecer en la misma habitación donde Taiki convalecía. Sus quejidos que usualmente eran cómicos derivaron en aterradores lamentos con la voz típica de alguien que habla entre sueños. Nadie se atrevió a despertarlo, aún así. Sólo se ocupaban de cambiar las compresas de agua que no conseguían disminuir la fiebre. Había tensión en el ambiente, gracias a que Diethard reportó la constante aparición de Meikuumon, quien observaba fijamente la habitación por unos minutos, y luego escapaba al sentirse descubierto por el hombre que no encajaba en la reunión. Para acallar la sensación de encierro y paranoia, Katsura y Keramon salían de la habitación cada poco para acompañar a Diethard. Se aseguraron de ser vistos por Meikuumon, quien no dejó de aparecer y tampoco se atrevió a hablar.

El tiempo pasó sin que nadie pudiese decir con exactitud cuánto había pasado. Diethard intentó responder a esa pregunta mirando su reloj de muñeca, descubriendo que las manecillas del reloj giraban descontroladas.

Los quejidos de Taiki continuaron por un rato más, hasta que comenzaron a tomar una forma más sólida. Un nombre dicho con voz entrecortada.

—A-Akari...

Kiriha suspiró con pesadez, pensando que su mejor amigo sólo necesitaba descansar un poco más. Sin embargo, esa idea desapareció cuando Taiki dijo el segundo nombre con el mismo tono de voz.

—Z-Zoe...

No pasó por alto la forma en que su Xros Loader se iluminó, como si el Digimon King hubiera querido intervenir a pesar de seguir convaleciente.

Taiki dijo algo más.

—M-Mimi... N-no más...

Incluso Tagiru, aún hundido en el pozo de la desesperación, levantó la mirada.

Nene de la RebeliónWhere stories live. Discover now