Capitulo 39

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Martina se incorporó con una perversa sonrisa remarcada en su satisfecho rostro del regazo de su dormitado esposo. Le dedicó una última mirada antes de salir con su decidido andar tras vestirse sin prisa alguna, regresó a él para depositar sus labios en los de él y hundirse en un dulce beso. 

En esta ocasión ni siquiera el aspecto angelical del castaño que dormitaba debilitado había hecho emerger ni el más mínimo asomo de piedad en su interior. Contrario a ello, una ira evolutiva crecía sin censura dentro de ella. Era como si ya nada en absoluto pudiese detenerla, había caído ya la última gota que derramaba sin remedio ahora su ira. 

Irónicamente, aún sabiendo que sus últimas acciones eran un pase directo al averno, ella se sentía en paz consigo misma, era momento de recuperar su cordura y al parecer aquello estaba funcionando mejor de lo que había pensado. Todos sus pecados la reconfortaban y la estaban devolviendo segundo a segundo a la vida. 

Colgó su teléfono tras una breve llamada y acto seguido se dirigió a la enorme cochera de la mansión Stoessel. Ahora seguiría el siguiente paso de su venganza.

Subió al primer auto que encontró no importándole por vez primera si se tratase de un BMW, un Ferrari, un Cadillac o lo que fuese. Lo único que rondaba ahora por su mente era el siguiente paso de su plan. Entonces arrancó tan rápido como su automóvil se lo permitió y salió consciente de que se acercaba peligrosamente a su objetivo, ver plañir a sus más repudiados enemigos. 

Martina descendió de su auto a toda prisa. En el exterior la esperaba ya aquel hombre dueño de aquella sonrisa perfecta capaz de derretir incluso a la mujer más fría sobre la faz de la tierra. Martina inevitablemente sonrió y una vez posicionada frente de él, se lanzó a sus brazos buscando, inconscientemente, alguna clase de refugio.

-¡Carlo! - Martina se sujetó con fuerza a aquel hombre que quizá era ahora su único y verdadero amigo – Carlo Insitoris - Martina se separó un poco de él para poder observarlo con mayor detenimiento – no ha pasado ni un año desde la última vez que nos vimos y veo severos cambios en ti – y vaya que sí, el hombre lucía jodidamente sexy, más de lo que Martina podía recordar, su cabello ahora era corto y despeinado, su piel parecía estar ligeramente bronceada, su musculatura parecía haberse hecho más firme y algo había en su mirada que le encantaba.

-Me temo tener que decir lo mismo – Carlo dio una fugaz mirada al vientre crecido de su amiga no seguro de si hablar de su embarazo estaría permitido.  

-Sí, bueno - Martina sonrió por lo bajo – al parecer mi cambio no ha sido grandioso como el tuyo – torció su sonrisa. 

-Eres hermosa, Martina.

-Gracias – se sintió *beep* sonrojándose ante un simple cumplido – En fin, al punto, Carlo, sé que fue muy precipitada mi llamada hace un par de días y sé que también lo fue el hecho de hacerte viajar hasta acá sin previa explicación. Te dije que necesitaba de tu ayuda, y realmente es así, verás, Carlo, yo... yo me quiero vengar de cada uno de los estúpidos que me han arruinado, y con ello no puedo sola. Verás - Martina balbuceó – no quiero que te veas obligado a participar en algo vil y despreciable como lo son caprichos de una niñita malcriada, de hecho tienes toda libertad de negarte si así lo deseas, pero... 

-Soy tu única esperanza, ¿cierto? – él la miraba fijamente. 

-Sí, bueno, tuve problemas con Fran, discutimos, nos dijimos cosas terribles, pero ese no es el punto. Estoy sola, Carlo. Por completo y no puedo manejarme sola... 

-¿Cuál es el plan? – Insitoris alzó una ceja inducido por la curiosidad de saber qué seguiría después. 

-Necesito que me prometas que lo harás, te lo imploro, Carlo. 

Señorita Malcriada |Jortini *TERMINADA*Where stories live. Discover now