Capitulo 25

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-Carlo – dijo con su temblorosa voz, él se exaltó al escucharla y giró nervioso su mirada a ella – Yo... - bajó su mirada ruborizada – siento haber actuado así, es que me asusté, no esperaba que actuases de esa forma...

-El que tiene que pedir disculpas soy yo, Martina - observó enternecido como aquella mujer jugueteaba con sus dedos nerviosa – Yo no debí haber hecho eso – era una disculpa sincera, algo por lo que realmente se arrepentía, quizá era la primera vez que era de esa forma.

-Creo que arruinamos nuestra primera cita – ella sonrió consternada.

-Sí, iniciamos mal – él aparcó su auto, ya había cesado su transcurso, apagó el auto - ¿Quieres empezar de nuevo? – ambos sabían que eran escasas las probabilidades de llevar acabo alguna relación de amantes con lo sucedido, pero nada perdían con intentarlo.

-Por favor – ella sonrió.

-Lindo auto – él le señaló un BMW M5 detenido en uno de los aparcamientos de Fran, Martina frunció el entrecejo.

-No es mío – ciertamente no reconocía aquél auto – Es quizá... - recordó a la tal Mónica – quizá de una aventurilla de mi tío – sonrió sin mucho ánimo, sin conocer siquiera a aquella mujer la detestaba con todas sus fuerzas.

-Oh, comprendo – él dijo tras notar su irritado tono - ¿Quieres dormir esta noche en mi departamento? – ella alzó una ceja desconfiada, él sonrió – Prometo no hacer nada que tú no quieras, tengo una habitación de invitados. Adivino que sería nada grato llegar a mi departamento y no poder dormir ante las manifestaciones de una pareja en una noche de placer – él sonrió comprensivo.

-De acuerdo – ella realmente agradeció aquella propuesta, ¿qué más daba? Siendo sinceros, Martina prefería pasar una noche con un hombre que había intentado propasarse con ella antes que escuchar a Fran disfrutando de una "mujerzuela".

Subieron por el ascensor después de un intercambio de bromas respecto a la situación, irónicamente Martina ahora sentía una clase de aprecio ante aquél hombre que en un principio no había sido amable con ella.

-Y este es mi departamento – Carlo encendió las luces del interior para así alumbrar un espacio decorado con exquisito gusto, Martina quedó pasmada ante el estilo de aquél hombre, ahora comprendía el por qué muchas mujeres lo amaban, era quizá un artista, observó con más atención cada detalle y adivinó que él era un músico, más específicamente, un guitarrista y quizá un cantante – Ven – la tomó delicadamente de su mano conduciéndola a una habitación, ella tragó nerviosa, ¿acaso ese sería otro intento de excederse con ella? Cedió tras titubear en un par de veces – este es un lugar especial – encendió también las luces para dejar a descubierto una habitación repleta de guitarras de todos colores y variadas formas, un rojo y un pequeño escritorio con hojas a medio llenar repartidas por todo su largo y una pequeña lamparita.

-Genial – ella vociferó complacida.

-Aquí escribo mis canciones – él sonrió recordándole a Martina la imagen de un pequeño niño que presume a su madre su primer dibujo – Y estas – señaló las guitarras – cada una de ellas tiene su propia historia – se llevo sus manos a sus bolsillos en espera de alguna crítica de ella.

-Es maravilloso, espero después pueda saber la historia de cada una de ellas – él asintió complacido, Martina estaba maravillada, por supuesto, quizá al igual que todas las mujeres que ya habían entrado antes ahí para después ir a otra habitación más cómoda y entregarse a ese sexy hombre.

-Eres la primera persona ajena que ha entrado aquí – él le confesó como si hubiese adivinado sus pensamientos.

-Por supuesto que no – ella quiso evidenciar que él hacía eso con todas sus amoríos.

-En verdad – él dijo serio jurándoselo con su mirada, ella entonces sintió sus mejillas teñirse rojas.

-Gracias, pero no debías, esto es algo muy especial para ti y yo...

-Te sonará inconcebible, pero también lo eres tú – él se sonrojó.

-Carlo... yo...

-¿Tienes hambre? – sin previo aviso cambió súbitamente el tema.

-Sí, un poco - Martina frunció su ceño, pero después de todo agradecía no seguir hablando de lo anterior.

-¿Te apetece comer ensalada o pasta? – él salió de ahí.

-¿Tú cocinarás? – ella sonrió bromista.

-Hasta el momento no he muerto envenenado con mis propios platillos – él también sonrió.

-De acuerdo, de ser así, un delicioso spaghetti.

-A la orden – él se dirigió a la cocina seguido por ella.

-Entonces, ¿eres un músico? – ella empezó a charlar mientras él comenzaba a cocinar.

-Un guitarrista, de la banda de rock del momento – él sonrió modesto.

-¿Entonces tengo por amante a un rockero? ¡Genial! – de haber tenido su lista de metas a la mano, Martina hubiese tachado la opción de salir con un rockero – Espera, ¿y por qué no estás de gira? – frunció su ceño.

-La acabamos de terminar, hace un par de días, ayer llegué a mi departamento, después de un largo viaje por Europa y América, ¡ah! También por China.

-¿Es enserio?

-Podría enseñarte mi fotográfica – sonrió – comprendo que debe ser difícil creerle a un hombre que no se ha portado nada bien contigo - Martina desapareció su sonrisa, su comentario claro que le recordó a un hombre, pero no exactamente al que tenía frente a ella cocinándole.

-Me encantaría ver al rockstar en acción – ella sonrió tras pasar su momentáneo trago amargo.

-Podría invitarte a nuestro próximo concierto – él volvió a sonreír mostrando sus relucientes dientes blancos.

-Sería grandioso, claro si no muero con ese spaghetti – rió en cuanto él finalmente le entregó un plato repleto de un apetitoso spaghetti a la bolognesa.

-Y tú, si no me equivoco, eres el famosos "lobo negro" -Martina casi se atraganta con el bocado que dio a su platillo y no precisamente por el exquisito sabor que tenía aquel spaghetti.

-¿Qué? – dijo después de recuperarse de su pequeño ataque de tos.

-Vamos, Martina. Es evidente que tú eres ese grandioso corredor, ¿me lo vas a negar? – ella comenzó a temblar, su secreto ya no estaba seguro – Tranquila, lo he sabido desde hace mucho, pero no planeo gritarlo a los cuatro vientos - dijo tras tomar un bocado de su plato.

-¿Cómo fue que lo supiste? – ella ya no se preocupó en negarlo, era evidente que no podría dar una buena excusa para convencerlo de que no era como él creía.

-Lo estuve pensando, cada que había una carrera de autos aparecías tú en el departamento de Fran y bueno, tras ver otros detalles más, llegué a esa conclusión.

-¿Es tan obvio?

-Lo es, pero la gente suele ser *beep* y se niega a ver lo que pasa frente a sus narices. Tranquila, si yo no compartiera el piso con tu tío, tampoco lo hubiese descubierto jamás – él la consoló.

-¿Prometes jamás decirlo?

-Lo juro – él le aseguró sin separar su mirada de la de ella. Ella sonrió.

TotiStorys

Señorita Malcriada |Jortini *TERMINADA*Where stories live. Discover now