Capitulo 27

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Transcurrieron dos días después de aquél que Martina consideraba terrible, y no era para menos, tenía todo claro aún como si cada segundo transcurrido se hubiese tatuado en su mente, al inicio había escuchado los rumores de la próxima boda de su amante favorito, y no bastando con eso, después de haberse metido a esa carrera que más bien debería llevar por nombre "venganza", se había visto obligada a festejar con su tío, pero eso no había sido lo molesto e irritante, ¡no!, ella había tenido que celebrar además con la sujeta que llevaba ya el título de "novia de Fran" cuando finalmente habían sido presentadas después de que ella se serenase y saliesen a la sala para encontrarla muy despreocupada en un sofá como si de su casa se tratase. ¡Joder! ¡La odiaba con todas sus fuerzas! casi como odiaba a Jorge Blanco.

Y los siguientes días no habían mejorado, no sabía qué había sido peor; si soportar a esa mujer, Mónica, que repentinamente parecía haberse mudado a ese departamento y además compartía habitación con su tío, hecho por el que en las noches prefería salir con Carlo Insitoris, al que por cierto le había dado una excusa *beep* a su extraño comportamiento pero que afortunadamente parecía haberla creído; o vivir con la repentina intranquilidad que le había producido el hecho de recordar la existencia de su esposo, Peter Lanzani. Martina no podía permanecer indiferente ante lo pacífico que se encontraba su marido, e incluso su madre, es que ella esperaba para esas alturas cientos, o incluso miles, de llamadas telefónicas, correos electrónicos, mensajes de texto... pero hasta el momento ¡nada! No había dejado de revisar su móvil, irónicamente, con la esperanza de encontrar finalmente algo que la reprendiera, pero parecía que la tierra hubiese tragado a ese par. Había comenzado a desarrollar diferentes teorías en su mente, pero ninguna de ellas resultaba alentadora, estaba segura de que ninguno de los dos podría estar tan indiferente ante su más reciente delito, quizá planeaban algo que después resultaría sumamente doloroso e insoportable. Resopló, habría preferido ya verse obligada a huir del departamento de su tío antes que vivir de esa manera, temerosa del silencio perturbador en el que se conservaban ambos.

-Martina - una suave voz la sacó de sus pensamientos, ella alejó su mirada del amanecer que se visualizaba por los ventanales y la dirigió desorientada a aquella mujer que le regalaba una abierta sonrisa - ¿Tienes hambre? Fran y yo acabamos de cocinar un platillo que seguramente te encantará, es típico de mi país, se llama "gallo pinto" – aumentó su sonrisa dejando al descubierto sus relucientes dientes.

-No, gracias – dijo cortante tras lanzarle una fría mirada – Desayunaré con Carlo – bajó los pies del sofá no ocultando la aversión que sentía por aquella atractiva mujer.

-Martina - dijo Fran suplicante mientras observaba desde la cocina la escena – por favor.

-Dije que no – dijo entre dientes – Te veo luego – salió con pesados pasos directo hacia la puerta.

-No olvides que por la tarde practicarás de nuevo – gritó Fran momentos antes de que ella azotara la puerta tras salir de su departamento.

-Creo que las cosas no mejorarán – Mónica resopló apesadumbrada - ¿Por qué no le caigo bien? Intento ser linda con ella, pero no funciona.

-Dale un poco más de tiempo, ya cederá – él le sonrió enternecido mientras comenzaba a servir lo que habían cocinado juntos.

(***)

Martina se abrochó el botón de su abrigo a la altura de su cuello, no había percatado hasta entonces que la mañana era fría, o era quizá esa sensación que la había invadido desde hace un par de días, esa sensación de vacío y desolación que no la dejaba ni un segundo tranquila. Frotó sus manos y llamó a la puerta por segunda vez. Esperó unos cuantos segundos más para que finalmente frente a ella apareciera su mejor amigo.

Señorita Malcriada |Jortini *TERMINADA*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora