Capitulo 17

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Martina estaba apresada en las garras de ese par que no habían hecho otra cosa más que fastidiarle la vida. Se llevó ambas manos a su cabeza sin importarle enseñar a todos los presentes su angustia, estuvo a punto de romper en llanto y estallar contra todo, permitir que sus sentimientos fluyesen, destruir todo a su alcance, quitarse su vestido sin importarle nada, gritarle a todo el mundo que no se casaría y finalmente escupirles en la cara a su madre y a Peter todo lo que corrompía a su corazón. Alzó su vista y fingió una jovial sonrisa.
Todos los invitados parecían animados y reían, todo ello mientras ella se desgarraba lentamente por dentro.
Resopló y fijó su mirada en la aglomeración reunida con el motivo de celebrarle, comprendía ahora el significado de "ver y no ver", todos veían únicamente su exterior y compartían su supuesta felicidad, no obstante ninguno en absoluto había tenido la delicadeza de siquiera preguntarse qué pasaba por su mente.
Espontáneamente sintió una fuerte atracción sobre ella, buscó la fuente de ésta entre la multitud hasta que atónita la encontró, entreabrió sus labios más que estupefacta , sus labios comenzaron a oscilar, su respiración se paralizó, su piel se erizó, palideció, sus ojos se salieron de su órbita y por poco se desploma de su silla. Tuvo que agarrarse fuertemente de la mano de su prometido atrayendo inconscientemente su atención.

-¿Ocurre algo, cielo? – él dijo cuando la descubrió inquieta.

-Nada – dijo sin apartar su atención del causante de su desasosiego – Enseguida regreso – se excusó y se levantó de la mesa paralizada y titubeante.

Jorge Blanco sonrió complacido al ver a Martina acercarse a él, se levantó casi de inmediato al recordar que su familia junto con Stephie Camarena lo acompañaban, era por ellos por los que había aceptado ir. Bueno, eso y porque no quería perderse la oportunidad de volver a ver a esa diva vestida de azul. Se disculpó con ellos alegando la necesidad de ir a los sanitarios y con una mirada le indicó a su amante que la siguiese.
Martina no muy complacida lo siguió hasta un lugar lo suficientemente alejado como para no ser siquiera vistos ni por casualidad. Ambos se detuvieron observando primero su alrededor aun inseguros. Cuando terminaron su breve pero minuciosa inspección concentraron su atención en el uno y otro, se observaron cautelosos sin pronunciar aun palabra alguna.Martina no podía hacer otra cosa más que escuchar los gritos de su subconsciente que le exigía dejar su orgullo atrás e implorarle ayuda a su enemigo. Él no podía dejar de pensar en cuanto la deseaba.

-Entonces se casa la señorita Stoessel- Jorge dijo en un tono irritado y sarcástico después de un breve silencio. Además la observaba receloso procurando no acercarse lo suficiente a ella como para tener una inoportuna erección.

-Jorge , yo... - vaciló, detuvo su hablar antes de cometer un error del que pudiera arrepentirse después. Sí, no negaba que estaba desesperada, casi al borde de la paranoia, pero por supuesto que su orgullo era mil veces mayor a su felicidad y estaba completamente consciente de ello. Lo pensó nuevamente y se replantó su dilema para llegar a la conclusión de que era superior y por mucho su dignidad. Lo observo conteniendo sus lagrimas y deseó proponerle un escape a todo, después de todo ninguno de los dos serian felices en un futuro próximo, ella pronto se casaría con Peter y él con Stephie - ¿Qué demonios haces aquí? – finalmente dijo, deseó fervientemente golpearse por ser tan *beep*.

- Tu madre invitó a mi familia - él rió ante la poca afabilidad de ella. Ella levantó una ceja.

-¿Tu familia? – ella clavó su mirada en el suelo y disminuyó instintivamente su tono de voz.

-Ajam – el frunció su ceño intuyendo que algo no iba bien con ella.

-Entonces... - titubeó - ¿Consideras a Stephie parte de tu familia? – plantearle su pregunta fue más duro de lo que podría haber creído, sintió una lacerante punzada en su pecho. Cerró sus ojos temiendo la respuesta.

-Bueno... - él quedó estupefacto no sabiendo que decir, se detuvo a observar a Martina - Ella es mi prometida y...

- Tú no quieres desposarla – ella le reprochó sintiéndose herida no sabiendo por qué.

-Lo mismo dijiste de Lanzani – él se defendió – y mírate, están a punto de casarse, ¿ese es el motivo de la fiesta, no? Anunciar la fecha de su boda.

- Dijiste que no la amabas – pasó por alto su comentario e insistió en sus reproches.

-Un hombre dice muchas cosas para llevarse a una diosa a su cama, ¡joder, Martina! Pensé que eso ya lo sabías gracias a Fran – ella sintió como poco a poco sus ojos se llenaban de lágrimas pero se resistió a dejarlas salir, no estaba en el derecho de dejarse ver débil ante ese hombre que la había dañado seriamente.

Extendió su mano para bofetearlo mas se contuvo, comprendió que no tenía el derecho a reprocharle absolutamente nada, después de todo ella había aceptado todo lo que conllevaba mantener una relación ilícita con él, todo se reducía a simple sexo, nada más allá, ningún sentimiento, ningún compromiso, ninguna devoción... nada.

-Si la única ilusión de esa niña eres tú, más vale que ella rece.

Le dirigió una última mirada reprochadora sintiéndose realmente herida. Perdió toda esperanza. Sintió perderse en la penumbra del abatimiento. Quiso desaparecer de ahí, dejar de existir. Quizá retroceder un poco y corregir su pasado a pesar de ser una tarea casi imposible.
Ya nada le quedaba, elevó su mirada al cielo y suplicó ventura. Se giró, dándole la espalda a uno más de los que habían decidido acaparar el papel de su martirizador y salió con paso presuroso sabiendo que si permanecía un momento más junto a él no podría resistir por más tiempo su llanto.
Deambuló por los jardines hasta que estuvo por completo sola, lejos de Jorge Blanco, de Peter Lanzani, de Mariana Stoessel y del resto. Se detuvo y se llevo sus manos a su cabeza implorando piedad a todos los dioses existentes. Dejó escapar una sola lágrima, no más, decidió que no valía la pena lamentarse por una escoria. Cuando ésta llegó a su mentón, la limpió rápidamente y tomó un soplo de aire, dirigió su mirada al hermoso día que parecía también festejar su pena. Finalmente decidió volver a la fiesta. Dibujó esa sonrisa fingida que comenzaba a causarle dolor en sus mejillas y se encaminó directamente a su mesa.

-Peter – dijo casi tartamudeando - ¿Podemos hablar? – su voz se entrecortó.

-Claro – dijo dubitativo - ¿Qué ocurre? – se giró por completo en su dirección.

-Yo... - suspiró y bajó su mirada, sabía que se odiaría después por ello, pero quizá era la única forma de sacar de su vida por completo a Jorge Blanco .


-¿Si? – él la miró extrañado y ciertamente desesperado.

-Quiero adelantar la fecha de nuestra boda – dijo precipitadamente tras cerrar con fuerza sus ojos.

-¿Qué? – dijo incrédulo - ¿Es en serio?

-Sí, Peter, por favor – para hacer más creíble su mentira lo abrazó e irónicamente le resultó reconfortante esa acción, no se sentía segura en esos brazos por supuesto, pero la sensación de vacío disminuyó ligeramente.


-Pero, Martina, para eso necesitamos...

-Dentro de una semana – propuso ante la cada vez más confundida mirada de su futuro esposo.

-Martina, ¿te sientes bien? – llevó su mano a la frente de ella cerciorándose que no tuviese fiebre.

-Estoy perfectamente bien – mentira, retiró su mano de su frente.

-¿Qué te ha llevado a decidirlo?

-Han sido muchas largas para ti, creo que ya es justo finalmente ser tu esposa.

-¿Lo has pensado ya bien? Si lo hacemos tan apresuradamente quizá no sea la boda que deseas - ¡demonios! ¿Cómo explicarle que ella no soñaba con una boda? Daba igual cómo fuese si no se casaba con un hombre que por lo menos no fuese él.

-Perfectamente, no me importa que no sea grandiosa, simplemente quiero hacerlo ya – sonrió de nuevo.

-Necesitamos hablarlo con tu madre y...

-Sé que mi madre disfrutará de la noticia, simplemente anúncialo y ya.

-De acuerdo – él sonrió encantado para después besarla. Sin ningún retardo más, se incorporó golpeando delicadamente una copa de vidrio para así atraer la atención de todos los presentes.

De repente un silencio reinó en la atmósfera haciendo que Martina tragase su saliva con dificultad, observó rápidamente a los presentes y maldijo cuando atisbó aún dentro de ellos a Jorge y a su familia entera. Comprendió que debía incorporarse también para anunciar su decisión. Cuando lo hizo notó la maléfica sonrisa de él, su amante. Quiso ir y golpearlo ahí mismo pero comprendió que sería quizá la decisión más imprudente que haya tomado después de la que acababa de hacer. Desvió su mirada de él y la clavó en la mesa, tomó la mano de su prometido y retomó su falsa sonrisa.



Señorita Malcriada |Jortini *TERMINADA*Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ