Capitulo 2

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Decidió ignorar al desconocido y terminó por acomodarse en su asiento para después resoplar con fuerza, se aburrió de pensar tan sólo en que le esperaban más de diez horas en ese tren, cosa que jamás pasaría si tan sólo pudiera manejar uno de sus Ferrari, giró su mirada a la ventana y observó durante un momento las rápidas imágenes del exterior hasta que se sintió inútil al hacer prácticamente nada. Volvió su mirada al interior del compartimiento y se centró nuevamente en aquél desconocido que dormía plácidamente frente a ella sin siquiera tomarla en cuenta, no podía ignorarlo y se sintió molesta de cierta manera, era la primera vez que alguien la ignoraba en un lugar concurrido por gente de la alta sociedad. Era irónico que ella no podía separar su atención de él y él no sabía siquiera de su existencia. Sintió deseos de arrojarle su bolso para hacerlo despertar pero se contuvo, sus impulsos no siempre traían consecuencias gratas y eso lo sabía por experiencia. Volvió a resoplar y comenzó a buscar dentro de su bolso aquél libro de Mary Shelley que aún no terminaba de leer, abrió sus páginas y rápidamente encontró la última página que había leído y que no había querido terminar debido a que lastimosamente se sentía identificada con el monstruo creado por Vítor Frankenstein, prácticamente expresaba lo mismo que ella sentía respecto a su madre, <<¡Creedme, Frankenstein, soy bueno; mi espíritu está lleno de humanidad y amor, pero estoy solo, horriblemente solo! ¡Incluso vos, que me creasteis me odiáis! ¿Qué puedo esperar, pues de aquellos que no me deben nada?>>, sus propios creadores los rechazaban y sentían una repugnancia por ellos.

¡Basta! Se gritó internamente y cerró el libro con todas sus fuerzas, ahora estaba segura de que jamás volvería a abrirlo; *beep* había sido la idea de extraerlo de los enormes estantes de la biblioteca de su mansión, pudiendo escoger entre una enorme variedad tenía que haber elegido aquél. Tragó saliva con gran dificultad debido al nudo que se había formado en su garganta y volvió a guardar el libro en su bolso, la próxima vez que saldría de ahí sería quizá para tirarlo a un basurero.
Hundió su rostro entre sus manos e intentó contener su llanto, llorar no estaba dentro de sus planes, no para alguien fuerte como ella, la vida ya le había dado muchos golpes que la habían hecho lo suficientemente resistente a cualquier otro golpe, pero esos últimos días esa fortaleza, ese escudo que la protegía parecía haberse desgastado por completo al punto de ser una simple cáscara, por algún motivo ella se sintió débil e indefensa necesitada de alguien quién la protegiera y le brindara el amor que hasta ahora nunca había experimentado.
Seguramente habría perdido la batalla contra sus lágrimas de no haber sido por el timbre de su móvil que una vez más la había sobresaltado. Levantó rápidamente su cabeza y comenzó a buscar en su bolso, extrajo de él su celular y contestó sin fijarse en el remitente.

-Martina, ¿dónde demonios estás? – la irritada voz de su madre la hizo poner a trabajar rápidamente en una excusa que darle aunque en realidad no valdría mucho la pena su esfuerzo, fuese una buena o mala excusa ella terminaría castigada.

-Madre – inhaló y se relajó – estoy en un tren – sonrió descaradamente.

-En un tren, ¿a dónde? – su madre habló apretando sus dientes, hecha una furia.

-A París, madre – su sonrisa aumentó mientras aumentaba sus mentiras – iré de compras.

-Tu cita con Peter es en tres horas, Martina, y lo sabías – su furia no disminuyó.

-¿Realmente era hoy? – fingió asombro descaradamente, no era que no pudiera actuar, de hecho era una gran actriz, mejor que muchas de Hollywood, pero disfrutaba hacer rabiar a su madre – Pero pensé que sería mañana, es por eso que ya reservé una suite presidencial en nuestro hotel de París, madre, planeaba regresar por la tarde de mañana para estar lista con nueva ropa con Peter, ropa muy sensual.

-Martina, escúchame – su madre ya había perdido la paciencia – comunícate inmediatamente con tu prometido y explícale tu torpeza.

-Sí, madre, lo haré apenas cuelgues, le explicare todo, no te preocupes, todo estará perfecto, tan perfecto como lo es todo en mi vida – disfrutaba del sarcasmo sin duda.

-Martina, eres insoportable, ¡madura! – su madre la reprendió y acto seguido colgó.

-Yo también te quiero mami – dijo en un susurro dejando su sonrisa en el olvido, una vez más las lágrimas comenzaron su lucha. Sin embargo ella no hizo más que ignorarlas, apagó su móvil y lo aventó al otro extremo de su asiento, suspiró y dirigió su mirada a la ventanilla para percatarse que el clima había empezado a empeorar, los nubarrones habían ennegrecido y el frío ya era insoportable. Se llevó sus manos a su boca y sopló sobre ellas para después friccionarlas, intentando darse calor.
Repentinamente se sintió atraída por una fuerza extraña que la obligó a alzar su rostro para percatarse que esa extraña sensación era provocada por la profunda mirada de su compañero de compartimiento, quien la observaba en silencio ahora que ya había despertado gracias al timbre del móvil de ella.


Ella quedó prácticamente petrificada al encontrar su mirada con la de su acompañante. Algo que había estado evadiendo durante este último par de años ahora había ocurrido y sin que ella pudiera evitarlo, simplemente se sentía impotente ante la situación. *beep* había sido la idea de haber deseado que él despertara, pero si tan sólo supiera que era él... ni siquiera se habría atrevido a subir al mismo tren. Y sin embargo, ahí lo tenía frente a ella observándola a detalle, inspeccionándola en cada mínimo detalle. Ella sentía cómo se erizaba su piel conforme él recorría con sus almendrados ojos su cuerpo. Rogó a Dios para que todo fuese una broma de su imaginación o simplemente para que él no la reconociera, aunque no tenía por qué, después de todo Fran era el único que sabía lo que realmente era ella, no él, no Jorge Blanco.

-El frío es terrible, ¿no? – él se animó a romper el silencio después de un momento, que para ella había sido eterno, en el que él se había dedicado a mirarla de varias perspectivas, pasando de la mirada curiosa a la mirada producida por el deseo sexual, situación nada extraña tratándose de Martina Stoessel.

-Sí – titubeo, ella hablaba en esos precisos instantes con el que consideraba su enemigo <<mortal>>, como solía llamarlo mientras bromeaba con Fran; y él ni enterado de que lo era, tragó saliva con dificultad e intentó ocultar su nerviosismo, no era posible que pudiera ponerse en ese estado por alguien que quizá ni siquiera sabía de su existencia, o por lo menos no la consideraba de la misma forma en que ella lo consideraba a él – El clima europeo – sonrió intentando ocultar su torpeza.

-El clima europeo, ¿eh? – Sonrió y comenzó a buscar en su maleta de mano su revista de sociales restándole importancia a su compañera de compartimiento – Entonces me acompaña una americana – devolvió su atención a ella una vez que encontró su revista y comenzó a hojearla.

-¿Perdón? – ahora comenzaba a sudar en frío, ese hombre tenía dominada la situación y ella lo odiaba, odiaba ser por primera vez la controlada y no la controladora.

-Sí, a cómo te refieres con << el clima europeo>> - cambió de página – es lógico.

-Ah, entonces yo tengo un Sherlock Holmes de compañero – su pobre intento de dominar la hizo parecer más torpe que antes. Y empeoró más aún en cuanto ella comenzó a inspeccionarlo con su mirada simulando en su rostro desprecio, pero desafortunadamente para ella, ese intento de desprecio se frustró en cuanto se percató de la perfección de aquél hombre, aquellos ojos miel, su tono ligeramente dorado, su corto pero despeinado cabello, sus carnosos labios, sus duros brazos, su masculina voz, su fornido pecho... todo él era perfecto, parecía estar hecho a mano por los mismísimos ángeles.
Repentinamente sus pupilas se contrajeron, su pulso se aceleró al igual que sus latidos, su cerebro dejó de funcionar, sus mejillas se sonrojaron, su estomago se encogió y lo único en lo que pudo pensar además de él era en que jamás en su vida había experimentado todas esas sensaciones juntas hasta ese momento, se preguntó qué era y temió a la respuesta.

-Sí, ya lo sabía – Blanco habló para sí mismo ignorando el último comentario de ella, había encontrado la página que había estado buscando en su revista – Tenías que ser, esa piel, esos ojos, ese porte... no podías ser nadie más mas que una Stoessel. – Él sonrió ante aquél rostro femenino deformado por la sorpresa mientras le mostraba el contenido de su revista, ella en una foto donde sonreía abiertamente a la cámara en compañía de su prometido y un par de amigos más en la última fiesta organizada por Emma Watson, amiga de su prometido, en su último cumpleaños.
Una vez que ella volvió a reaccionar se percató de que en realidad se encontraba sorprendida no por la deducción de Blanco, no, eso no, era lo feliz que se veía al lado de alguien que en realidad despreciaba, su prometido, sin duda su actuación con él era un éxito. – Como siempre, de fiesta en fiesta, dando de qué hablar, prácticamente dándoles trabajo a revistas como estas – Blanco siguió hablando para sus adentros como si ella no estuviese presente o como si repentinamente ella hubiese quedado sorda, sin embargo no lo estaba y escuchaba a la perfección todo lo que él decía.

-¿De qué hablas? – su tono ahora era sin duda el de una señorita irritada y ofendida, y no era para menos.

-Vamos Martina, ambos sabemos que eres como la Paris Hilton de Europa: sociable, linda, materialista, consentida, caprichosa, excéntrica, vas de fiesta en fiesta, a cada momento se te ve con un chico nuevo que no precisamente es tu prometido...

-No te atrevas – lo interrumpió antes de que dijera la palabra que mejor describía a la rubia citada.

-...hueca – sonrió desafiante ante la mirada furiosa de ella.

-Imbécil – ella le propinó una sonora bofetada dejándole una de sus mejillas completamente roja. Inmediatamente salió del compartimiento sin importarle dejar su bolso en el interior buscando a la edecán que le había asignado ese lugar. Tenía que cambiarse ya de compartimiento.

Señorita Malcriada |Jortini *TERMINADA*Where stories live. Discover now