26. Deja de negarlo

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Fausto.
Guadalajara, Jalisco.
—¡Vale madres Victoria, no tienes porque abrir la puta boca si no te lo piden!— le grite a la estúpida niña la cual lloraba sentada en mi sillón de piel color rojo con los brazos cruzados en su berrinche.

¡Ya me tenía harto!, Victoria solo lograba meter en problemas nuestro apellido. Le debía un enorme favor a Carlota y a Enzo por ayudarme a traer a mi hermana de regreso a México.

Y como odiaba deber favores.

Si no fuera poco el innecesario desmadre de Victoria, también tuve que aguantar todo el camino hacia las oficinas donde estábamos ahora, el puto drama de Carlota acerca de por qué no la lleve a la cena en Cancún.

"No se me hincho el huevo de llevarte Carlota" quise contestar en el momento. Pero, primero tenía que lidiar con la buena para nada de Victoria y sus tremendas cagadas de pata.

—Solo quería ayudar, tu nunca me dejas ayudar— sollozo Victoria y yo suspiré intentando calmarme.

—Vas a venir conmigo a Cancún porque al parecer necesitas tener una puta niñera hasta que el colombiano pueda llevarte de regreso a Medellín con la rubia— hable claro y fuerte.

Luego revise mi celular cuando sonó con un mensaje.

"Necesito que firmes los documentos que te envié" vi el mensaje de Indra. Pero, no le conteste. Gracias a Victoria me había ausentado en Quintana Roo más de lo que pensé.

—Pero Fausto no es— no deje terminar a mi hermana, yo no era Alejandro para mimarla y aguantarle sus mamadas.

—¡Te he dado una orden y no la voy a volver a repetir! — alce una mano y Victoria huyó de la oficina rápidamente.

Solo a punta de madrazos entendía esa niña.

Nunca sería un padre. No tenía paciencia para tratar con críos buenos para nada, llenos de debilidades y padres incompetentes que solo los volvían más inútiles.

Carlota la cual había estado a lado de Victoria en el sillón me mal miro, después siguió a mi hermana dejando la puerta de la oficina abierta a propósito. Ella siempre había sido la defensora número uno de la inservible Victoria.

Vladimir entró segundos después a la oficina con una clara mueca de enojo azotando la puerta que ya estaba contra la pared, causando así un escándalo innecesario.

—¡El puto Salazar asesino a los hombres que custodiaban el trasiego de droga en Tijuana! ¡Eran mis mejores hombres encubiertos! — mi amigo ruso grito y yo suspire cuando me lleve una mano a mi frente.

No terminaba de resolver un problema y aparecía otro.
Ahora necesito ver en cuánto tiempo podría arreglar este desmadre para regresar a mi falsa pero, cómoda vida en el sur.

Indra

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Indra.
—¡Fuera Pérez! ¡Fuera Edmundo! — la gente se amontonaba y gritaba a las afueras del palacio municipal de Cancún. Decenas de furiosas personas con pancartas en contra del gobierno del PR y sobre todo en oposición hacia el actual presidente de la República aullaban en busca de justicia.

Prisioneros del poder ➀ #RomanceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora