8. Adrenalina

957 69 1
                                    

Indra.
—¡Parece un dios del Olimpo! —me reí con Julieta al teléfono ya en mi cama de nuevo.
La suave lluvia me hizo compañía entrada la noche de un aburrido sábado.

Mis manos se movieron curiosas por el material que me había dado Dalila.

Uniformes azules y verdes del partido, plumas del partido, una tarjeta de nómina de Bancomer, varias libretas también con los colores del partido donde tenía apuntadas mis nuevas cuentas de correo para el trabajo.

Vaya que esta gente no escatimaba en gastos públicos para hacer sus materiales.

Menos mal ahora tendrían una fuente de dinero privado para llevar la campaña política de mi padrino.

Tan solo hace unos pocos minutos había descubierto plenamente quien sería la persona que me ayudaría a graduarme.

Uno de los hombres más poderosos de México, un multimillonario, dueño de casinos y hoteles, un empresario reconocido en Latinoamérica. Así me lo describió Valentina que por supuesto ya se había puesto a investigar todo lo que pudieran acerca de Fausto Gutiérrez Ramos.

Si era tan rico, ¿Para qué se involucraría en la política?

No pude evitarle darle la razón a Val cuando dijo que los empresarios siempre ayudarían al
gobierno con tal de obtener sus beneficios propios.
La autoproclamada miembro del FBI había dicho que Gutiérrez Ramos abriría un nuevo casino en Cancún y eso era todo lo que necesitaba para ponerse manos a la obra con Iván. Después Valentina colgó la llamada de tres argumentando que ya era su hora de entrar al spa para aliviar su estrés semanal.

Mamá me grito desde la planta baja, gruñí interrumpiendo a Julieta la cual ya estaba acosando a mi futuro jefe con las pocas fotos que había encontrado de el en internet.

Fausto Gutierrez parecía no tener redes sociales propias mas que las de sus empresas. Pero yo siempre había dicho que no había nada de malo en querer llevar una privada vida.

—Tengo que colgar Julieta, mi madre grita por ayuda— murmure despidiéndome de mi amiga mientras me ponía las pantuflas de unicornio.

Las suaves luces en el pasillo y las puertas cerradas me indicaron que ninguno de mis hermanos estaba en humor de convivir un rato. Me incluía entre ellos, pero a mamá no le podría importar menos las comodidades de uno.

Baje los escalones lentamente, no esperaba para nada encontrarme a Pablo en ropas deportivas en el pasillo platicando alegremente con mi mamá la cual sabia siempre lo había querido como un hijo más de la casa.

—¿Qué haces aquí?— murmure sorprendida.

Mamá me volteo a ver con su clara mueca de ¡Modales Indra! Y yo intente sonreírle a Pablo como si nada.

—Tu hermano me pidió un uniforme para su partido de mañana, debutando en el equipo de futbol Caritar con el numero de la suerte. Mi diez —Pablo me sonrió y mamá se rio encantada de él.

Incluso Emiliano adoraba a Pablo por su cercanía como su mentor en el equipo del instituto Caritar al que también asistía Emiliano en su primer año de preparatoria.

Las agilidades de mi hermano menor le abrieron un puesto en el futbol desde muy pequeño, el equipo dentro del colegio al que había asistido desde el kínder tenía uno de los equipos de futbol más respetados a nivel nacional, de él habían salido figuras de primera división que luego se convirtieron en estrellas internacionales.
Así que las esperanzas de que Emiliano fuera el próximo chicharito eran gigantes para mi padre.

Prisioneros del poder ➀ #RomanceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora