19. Solo es un regalo

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Indra.
—¡Es por eso que depende completamente de su voto si queremos recuperar la seguridad para nuestros hijos! No podemos permitir que la gente inocente siga sufriendo por caprichos de las personas que hoy están en el poder ¡Basta de abusos!— el discurso de Iván era el mismo en cada municipio. Pero como hipnotizaba a la gente.

Este fue a las orillas de la playa a campo abierto sobre todo un estrado que se había colocado para la ocasión.

Fausto sentado a mi lado en primera fila, no presto atención por estar metido en el celular. Sus guardaespaldas se movían como gacelas entre la multitud y el no parecía preocupado.

Mire a los padres de Pablo sentados en las primeras sillas del lado izquierdo rodeados de más guardaespaldas.

Pablo estaba recostado contra la pared del lugar no queriendo ocupar su lugar. Su ropa formal blanca era de manta. Tenía las manos en los bolsillos y se veía bastante molesto por tener que estar ahí.
No lo culpaba. Sabía que a Pablo nunca le había gustado la política al igual que a mi.

Me atreví a sacar mi celular a lado de Fausto para enviarle un mensaje a Pablo.

"Hola, ¿Ya no me vas a ignorar?". Todavía no se porque Pablo no me había contestado ningún mensaje desde la ida al antro en el cumpleaños de Julieta. Ya me había disculpado con él en caso de le hubiese hecho algo estando borracha, pero lo único que conseguí fue que me bloqueara en WhatsApp e Instagram.

Mire a Pablo el cual reviso su celular cuando sonó. Mi de nuevo ex mejor amigo se mordió el interior de la mejilla al ver de seguro mi texto. Luego Pablo volteó hacia mí fijamente y luego simplemente guardó su celular.

Rodé los ojos. Vaya manera más infantil que tenía Pablo para actuar.

"Muy maduro de tu parte Pablo". Le volví a enviar otro mensaje. Pero el ni siquiera sacó el celular de su bolsillo. En cambio volvió a cruzarse de brazos.

Todo mundo comenzó a aplaudir de pronto.

Fausto y yo conectamos miradas unos segundos ambos perdidos de la realidad, después nos paramos en sintonía para aplaudir al discurso que ninguno de los dos prestó atención.

Fausto se alejó de mi cuando Iván le habló animadamente para que conociera al candidato a presidente municipal de Playa del Carmen de nuestro partido.

Me quede quieta en mi silla cuando vi pasar a Pablo completamente solo directo hacia la playa que estaba detrás de nosotros.

Voltee hacia Fausto. El se notó ajeno a mí mientras reía de seguro falsamente con los hombres que le debían doblar la edad, pero la esencia de Fausto encajaba perfectamente con esta gente.

Emprendí mi caminata hacia la arena la cual tenía enormes jarrones al parecer de cerámica rojos en forma de corazón con velas las cuales habían sido comenzadas a prender por el staff. Después del refrigerio de media hora, harían un espectáculo de globos de cantoya en punto de las siete de la noche para conmemorar la fecha.

Así que tenía exactamente veintiocho minutos para plantarle cara a Pablo.

Me quite los tacones para que la arena me tranquilizara. La playa me había encantado desde que tenía memoria.

Teníamos un precioso y natural lugar para disfrutar que pronto también sería privatizado por dueños de famosos hoteles o algunos clubes de playa. Sin embargo, me obligué a no decir lo que pensaba nunca, ni siquiera en presencia de mamá.

Los convenios con el gobierno y los empresarios eran cosa del día a día. Fausto y mi familia no estaban excluidos de esa corrupción.

Pablo se detuvo al inicio de un muelle bastante alejado del evento.

Prisioneros del poder ➀ #RomanceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora