12. Siempre haces un cameo

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Indra.
—¡El diablo está aquí! — le chille a Julieta dando media vuelta para evitar a Fausto.

¿¡Pero que hacía el aquí!? Si ese hombre decía algo enfrente de mi padrino... ni siquiera pude procesar toda la historia ficticia en mi cabeza. Pero, sabía que terminaría en un ¡Castigo de por vida!

—No hay nada que el alcohol no pueda ahuyentar amiga mía— Julieta me respondió ignorando completamente mi terror dándome otro vasito de plástico.

El shot amarillo entro a mis labios por mis propias manos en lo que asentía con la cabeza. Hasta que reaccioné y comencé a negar con el cuello intentando centrarme en lo que estaba sucediendo.

—No, no, mi jefe está aquí...el guapo y grosero—dije entre risas. Pero, sentía que ya no lo decía en serio.

—Pues presenta al papi rico— Julieta me guiño un ojo después de decir eso y luego se llevó su bebida a los labios. Todo para después seguir bailando con el nuevo grupo de amigos que habíamos hecho.

Yo terminé aceptando otro shot de una mujer del grupo de los franceses completamente extraña para mí y luego solté un suspiro.

—Voy...voy a estar tan castigada— le dije en español.
Ella me respondió algo en francés que no se ni que fue pero, le asentí dándole la razón.

El mundo se movió de manera sobrenatural para mí y supe que tenía que hablarle a Emiliano antes de que esto ya no tuviera nada de sentido para mí.

—¡Voy a salir un momento! — intente poner una mueca seria que no me delatara ante mi peda y experimentada amiga. Julieta me asintió diciendo que buscaría a Gerry o a Juan para que me acompañaran en lo que yo decidía que hacer con Emiliano.

Subí sola los escalones neones del pasillo hacia la salida y me tropecé dos veces entre tontas y solitarias risas.

Emiliano no me contesto los mensajes. Comencé a enviarle decenas de letritas no sé porque. Pero, en este momento me parecía muy divertido hacerlo.

Logre bajar los escalones de la salida con la ayuda del señor de seguridad. El aire de la madrugada me pego de lleno en lo que llamaba a mi hermanito. Pero, él no ponía de su parte al no contestar.

Había un puesto de pizzas frente al antro. Decidí a paso firme según yo ir por una, en lo que lograba contactar con Emiliano.

Pagué cien pesos por el pedazo de pizza más caro de toda mi vida pero, al menos tenía una sillita para esperar a Julieta a la cual ya le había mandado mi ubicación. A lo cual solo recibí emojis sin lógica de ella.

—Claramente un club nocturno es el último lugar donde esperaba encontrar a la santita de mi secretaria— aun con los oídos tapados por la alta música escuché perfectamente la varonil voz a mis espaldas.

Una de las manos llenas de anillos se posó sobre la barra para comer y cuando conecte mi mirada con la de Fausto yo aún tenía el pedazo de pizza dentro de mis labios.

—Pero que cosas no...un antro es el último lugar donde pensé me toparía al gruñón de mi jefe— le dije rápidamente a Fausto con una mano sobre la boca para cubrirla. Alce mis cejas en un signo de burla.

Fausto también alzo las cejas divertido y luego sin previo aviso la cámara de su celular saco un flash contra mi rostro que me hizo entrecerrar los ojos.

—Pero que cosas... si casualmente le contara a Iván lo peda que te saque de un antro— volvió a hablar el hombre sin perder la sonrisa de malvada diversión aceptando continuar mi reto.

Fausto me quito la diadema de orejas neón de mi cabeza y luego la deposito en la barra de la comida.

Tartamudee intentado encontrar un argumento para salvarme de ese caos y lo único que se me ocurrió fue dar media vuelta para intentar parar un taxi, pero grandioso Indra...

Prisioneros del poder ➀ #RomanceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora