3.2K 221 32
                                    

"Apoyé los labios en el teléfono, 
Y oí su voz apenas salida del sueño.

- Quiero vivirte. - Susurré con un hilo de voz... "

Era el papel que tenía, el que leí y releía, una y otra vez, porque, era verdad, se parecía muchísimo a las palabras que Andy acostumbraba a decirme. Lo miraba como si fuera un tesoro, me había levantado apenas hace unos minutos, pensaba recoger todos y cada uno de los papeles, cuando Andrew se despertara, lo vi dormir, parecía un ángel, tan hermoso, y tan bello como ser el puede ser.

- ¿Qué hace? - Me abrazó por la cintura, y aspiró fuertemente en mi cuello, besándome en el mismo lugar.

- ¿Qué hace usted? - Sonreí.

- Se despertó sin mi y dejó.

- No podía despertarlo, creí que podría ser un crimen.

- Ajá. - Mordió mi cuello.

- Andrew... - Gemí, al sentir sus manos frías a través de la camisa blanca, camisa que le pertenece a él, pero, que al ser lo primero que encontré, me la puse, estaba tocando la piel de mis costillas, pero, no, eso no fue lo que me causó el gemido, había restregado contra mi una nueva erección, ¿Es que este hombre no se cansaba? 

- ¿Qué sucede? - Besó mi mejilla, y retiró todo mi cabello a un lado de mi cuello, empujó su pelvis nuevamente contra mi y jadeé. - Lo siento... - Suspiró. - Creo que necesito su ayuda... - Me tomó por las caderas y me dio la vuelta suavemente, observando detenidamente mi cuerpo, contemplándolo, aunque, yo, sinceramente nunca le he visto nada de bueno, nada en especial.

- ¿Mi ayuda?

- Exactamente. - Lamió mi labio inferior y sonrió, esos gestos, tan únicos de él.

Tomó mi mano, y la guió, por un momento se quedó quieto.

- Yo no voy a hacer que me toque. - Sonrió sobre mis labios y me aprisionó entre él, sus brazos y el lavabo.

- ¿Qué es lo que quiere entonces? - Susurré sobre sus labios, intenté retroceder, pero choqué inevitablemente contra la madera de las puertas de debajo del lavabo, coloqué mis manos porque sentí que caería detrás de mi, aterrizando sobre las manos de él.

- Mi camisa le queda demasiado bien. - Besó mi cuello, y lo mordió, volvió a besarlo y luego pasó su lengua desde mi clavícula, mi cuello, hasta mi oreja, donde detonó un millar de corrientes por todo mi cuerpo. - Me hace recordar tanto, lo bueno que es estar con usted, lo bueno que se siente estar dentro de usted, lo apretada que está... - Se mordió el labio y me miró directamente a los ojos. Azul contra celeste, me sentía hipnotizada.

- ¿Apretada?

- Deliciosamente apretada... - Me mordió la oreja y llevó su mano a mi cintura, por debajo de la tela. - No sabe lo bueno, lo hermoso y lo perfecto que es hacerle el amor.

Subí mis manos a su nuca, y lo acerqué a mi, lamí la comisura de sus labios y en seguida me besó, con brusquedad, rápidamente, había aprendido durante el tiempo que llevábamos juntos, que eso le gustaba, y lo hacía cuando estaba realmente excitado, le gustaba ser brusco y rápido, pero, también, en esos momentos de brusquedad, entregar su alma con toda la pasión que le sea posible.

Nos separamos rápidamente con un chasquido sonoro, gracias a que su celular, dentro de la chaqueta que se encontraba sobre el sofá, comenzó a sonar.

- No le preste atención, si es importante llamarán después... - Susurró y me dispuse a hacerle caso, pero, pronto, él mismo se vió perturbado e interrumpió el momento separándose de mi, caminando hasta el sofá. - Disculpe...

Señorita Inocencia [Andy Biersack y tu] (EDITANDO).Where stories live. Discover now