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Ayer fue un día muy, pero muy agitado, o tal vez yo estaba agitada porque Andy, digo, el Sr. Biersack o, bien... Ahora ya no sé como llamarlo, ayer me trajo hasta mi casa. Considero que fue un gentil gesto de su parte, pero fue exagerado, pude tomar el autobús como siempre hago.

- Hayden, ya debes irte, llegarás tarde. - Gritó mi mamá desde abajo.

- Si mamá, ¡Ahora voy! - Tomé mi mochila y salí corriendo.

Mientras caminaba por las calles, iba tarareando una melodía que se me ocurrió de la nada. Llegué al Breng's y pedí una rebanada de tarta de cerezas y miel, con un café para contrarrestar lo dulce.

Me senté en una mesa conveniente para mi. Hoy había un chico nuevo, quien me trajo mi orden, un muchacho alto, de cabello castaño claro, algo largo y algo ondulado, tenía puesta una gorra que hacía que sus ojos luzcan de un oscuro color café, creo que me parece bastante conocido.

Recordé la melodía que llevaba en la cabeza, tomé una servilleta y dibujé en ella un pentagrama musical, empecé a escribir las notas hasta que el muchacho llegó con mi pedido.

- Su orden. - Colocó el plato y mi taza con tanta delicadeza sobre la mesa como le era posible.

- Gracias. - Sonreí.

- Gracias a ti, por esa bella sonrisa. - Sonrió y se retiró, llevé un poco de tarta a mi boca.

- Creía que sólo yo tenía esa capacidad. - Dijo el Sr. Biersack justo detrás de mi.

- ¿Qué? ¿Capacidad de qué? - Pregunté curiosa, con la tarta endulzando mis papilas gustativas.

- De hacer que sus mejillas cambien ese tono pálido por una coloración rosa. - Sonrió, haciendo que algo dentro de mi se removiera. - Ese joven debe de estar interesado en usted.

- No, no diga tonterías. - Me peiné el cabello detrás de la oreja.

- No son tonterías, es sólo la verdad. Una joven como usted llama mucho la atención. - Su mirada, hoy está tan...

- ¿Una joven como yo? - No podía concentrarme gracias a él.

- Ya se lo expliqué ayer. - Dijo, sentándose, clavando su mirada en mi. - ¿Lo recuerda?

Es usted como el tipo de personajes que sólo se encuentran en los libros, es peculiar, es interesante. Tiene esa belleza peculiar que sólo se logra imaginándola.

Lo recordé y me sonrojé, antes de darme cuenta de que el muchacho estaba de vuelta, listo para tomar la orden del Profesor.

- Bien, entonces, ¿Una orden de tostadas Borh y un jugo de Naranja, Señor?

- Si, es todo. - Le dijo, estaba serio, pero seguía siendo amable.

- Listo, ya se lo traigo. - Se fue, esta vez sin mirarme.

- Harían bonita pareja. - Se peinó el cabello hacia atrás y cerró los ojos.

- Yo no tengo interés en él. - Me adelanté a decir y las esquinas de sus labios se curvaron lentamente hacia arriba. - Ni siquiera lo conozco, yo...

Su mirada paseó sobre la mesa y me interrumpió.

- ¿Está componiendo algo para mi? - Volvió a mirarme.

- ¿Qué? Ah, no, yo sólo... - Intentó tomar la servilleta, pero no lo dejé.

- ¿Es una sorpresa?

- No, no creo que sea algo importante. - Me encogí de hombros.

- Claro que lo es, lo que sea que venga de usted para mi será siempre lo más importante. - Soltó sin apartar su mirada de la mía.

- Sr. Biersack, ¿Por qué me dice esto? - Mordí mi labio y agaché la mirada, estaba avergonzada y nerviosa, todo gracias a él.

Señorita Inocencia [Andy Biersack y tu] (EDITANDO).जहाँ कहानियाँ रहती हैं। अभी खोजें