Presentación

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El fin de semana llegó, me di la vuelta y me quité las cobijas de la cara, afuera está muy soleado

Decidí levantarme de la cama, pasé frente al espejo y miré mi cabello recogido en una trenza, lo solté y lo sacudí un poco, me ha crecido bastante. 

- Como una cascada. - Es lo que había dicho el Señor Biersack y yo no podía hacer más que pensar en él. 

Bajé lentamente las escaleras. La casa está bastante arreglada, realmente nadie está aquí para hacer desastres nunca, pasé al lado de uno de los muebles de la sala y noté que había polvo sobre este, en realidad había polvo en todas partes, es como si todo estuviera abandonado y ese pensamiento me puso triste, así que mejor me dispuse a sacudir y limpiar todo.

De pronto, las llaves fuera de la puerta de la casa se hicieron oír. ¡Es mamá! ¡Al fin llegó! Corrí emocionada hasta la puerta y la abrí, para toparme con un hombre de barba, alto, ojos de color avellana y cabello castaño. Si le pusiera un sombrero, una camisa y unas chaparreras, sería un perfecto ejemplo de vaquero.

- Vaya, vaya - Me miró de pies a cabeza.

- ¿Quién es usted? - Dije, tirando de mi sudadera hacia abajo para cubrir un poco mis piernas, puesto que traía únicamente unos shorts de mezclilla y él no paraba de mirarme. Sonrió.

- Te llevarás una grata sorpresa. - Miró al techo y chasqueó los dedos dos veces. - ¿Heidi? - Me señaló.

- Disculpe, no sé a quién está buscando, pero debe irse. - Hice un ademán de cerrar la puerta.

- Cariño, no seas grosera y déjalo pasar. - Escuché la voz de mamá afuera y la puerta del auto al cerrarse. En sus manos traía una caja pequeña y su portafolios.

- ¿Mamá? - Me quedé sorprendida al verla, ¡Realmente era ella! Estaba usando extensiones y ahora llevaba puesto más maquillaje, quiero decir, antes usaba muy poco, pero ahora trae una máscara que la hace lucir de alguna forma más joven y sus ojos se ven más grandes.

- Hola, corazón. - Pasó a un lado de mi sin siquiera tocarme.

- ¿Pero qué te...?

- Cariño, por favor, ve a la cocina y prepárale una limonada a Dante.

- ¿Dante? - Inquirí, me estaba poniendo nerviosa.

- Mucho gusto. - Sonrió el hombre antes de entrar, él en su descaro como perro por su casa.

- ¿Me escuchaste? - Dijo mi madre, me sorprendió el tono que usó.

- S-si. - Caminé a la cocina y preparé una jarra de limonada, la coloqué en una charola junto con tres vasos y salí de nuevo a la sala, ambos se encontraban instalados en el sofá. ¿Quién es él? ¿Es un compañero de trabajo?

- Está lista. - La coloqué sobre la mesa.

- Si, muchas gracias, querida. - ¿Querida? - Creo que trajiste un vaso de más. - El tipo subió los pies sobre la mesa de centro, de sus zapatos cayó un poco de lo que adivino, es tierra seca.

- Acabo de limpiar eso, si no le molesta. - Le dije, seria.

- ¡Hayden! No le hables así, retira el vaso. ¡Ahora! - Me levantó la voz.

- Pero mamá...

- Un vaso de más. - Repitió. - Devuélvelo a su lugar y ve a tu habitación, estaremos ocupados aquí abajo. - El hombre no le quitaba los ojos de encima y ella no paraba de sonreírle

- Está bien.

Subí a mi habitación de inmediato, ¿Qué le está pasando? No lo puedo creer.

Miré a mi alrededor en busca de algo que pueda ocupar mi mente, pero nada apareció. Por primera vez necesitaba salir de mi casa, pero ellos están ahí abajo y no quiero tener más problemas. 

Señorita Inocencia [Andy Biersack y tu] (EDITANDO).Where stories live. Discover now