Dolor

2.9K 229 33
                                    

- Rob, estás bebiendo demasiado. - Le dijo, Anne, en aquella fiesta, donde todo comenzó.

- No importa, no te preocupes. - La miró a los ojos, de una manera en la que nunca la había mirado. - Tus ojos azu... - Sacudió la cabeza y se corrigió. - ... tus ojos claros me encantan.

- ¿Ibas a decir azules? - Le dijo ella, un tanto borracha a esa altura de la noche, bueno, un tanto no sino mucho.

- Por supuesto que no. - La tomó por la cintura y la acercó a él, pegando su erección a ella, quien en seguida se sintió húmeda por la excitación y los tragos de más. - ¿Qué te parece si vamos arriba y disfrutamos un rato? - Le miró directamente a los ojos y ella a él, embelesada. - Anne. - Le sonrió. - No creas que te he olvidado.

- Pues siempre estás con Hayden. - Se quejó y él hizo una mueca, entonces la besó y la tomó por la mano, llevándola escaleras arriba.

- Es porque tú no te acercas, Anne. - Cerró la puerta detrás de ellos y buscó desesperadamente llenar sus manos con los pechos de la pelirroja, quién gimió por la necesidad de sentirlo. - Me gustas... - Se detuvo antes de mencionar su nombre, nombre que deseaba profundamente que fuera el de su mejor amiga, aquella chica que deseaba desde ya hace mucho tiempo, pero era demasiado inocente, demasiado frágil y demasiado ingenua como para aproximarse a ella de un modo u otro.

Algo que él no consiguió, pero un hombre alto, de cabello negro y ojos azules por los que todas las chicas suspiraban al igual que por él, lo logró, la apartó por completo de su lado, quitándole la oportunidad de poder estar juntos, él acababa de enterarse y estaba destrozado y desesperado, no podía perderle, no podía considerar una vida sin ella.

- Robert. - Gimió sobre sus labios.

- Llámame... - Miró su cuello y lo mordió, tan gustoso, como si se tratara de un caramelo. - ... llámame Rob.

La levantó del suelo y la colocó sobre la cama, levantando su falda, que no dejaba nada a la imaginación, mientras ella veía como él se daba un festín con su cuerpo, al fin estaba con el chico que le gustaba, por fin era alguien a quien ella quería.

Se bajó el pantalón y ella observó su erección prominente, entonces se acercó a él y, como había escuchado que a los hombres les gustaba, metió su erección entera en su boca, ahogándole levemente, ya que esta le llegaba hasta la garganta.

Gruñó y la tomó del cabello, guiándolo en un ritmo placentero aunque bastante brusco, la arrojó a la cama y le pidió que se diera la vuelta, ella obedeció, estaba dispuesta a cumplir todas las fantasías sexuales del chico que ella tanto quería, del que había estado enamorada en secreto desde que le conoció.

Se apoyó sobre las almohadas de aquella cama ajena, entonces abrió sus piernas, dejando a la vista todo su ser, sintió a Robert entre sus piernas, frotándose contra su entrada, que ahora ya estaba húmeda y entró en ella de golpe, a lo que ella respondió gritando, comenzó a penetrarla aún más fuerte y ella dejó caer su pecho, apoyándose sobre sus codos, ya que su cuerpo era llevado con brusquedad de adelante hacia atrás, sintió una mano bajar por su entrepierna hasta llegar a su clítoris, tocó ese lugar y ella tembló, completamente sumida en el placer.

- Así, Robert así. - Gemía.

- ¿Cómo pedí que me llamaras? - Le dio una nalgada, logrando que la piel blanca de sus glúteos se vuelva rosa.

- Rob, ¡Por el amor del cielo! ¡Si! - Gritó y él la penetró más fuerte, dándole una o dos nalgadas en el proceso.

- Eres increíble, Hayden. - Gruñó.

Señorita Inocencia [Andy Biersack y tu] (EDITANDO).Onde as histórias ganham vida. Descobre agora