Luces

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- Bien, ahora, Louis Armstrong fue un cantante... - Scott levantó la mano. - ¿Si? - Le cedió la palabra.

- ¿Y esto en qué afecta a Matemáticas? - Todos rieron y hablaron.

- Es un ejercicio de relajación, la música estimula el cerebro y causa ciertas sensaciones que hacen que el ánimo mejore y así los sujetos, en este caso los estudiantes, podamos trabajar de la mejor manera posible - Dije, sin voltear a verlo.

- Ya te lo explicó tu compañera, Scott, así que ya está. Gracias, Hayden, tienes un punto extra. - Todos abuchearon.

- Gracias. - Dije, casi en un susurro.

- Ahora, la canción que vamos a escuchar se llama "Dream a Little Dream Of Me". - Me miró. - Y es una de las canciones más conocidas del artista, la canta junto a su amiga y colega Ella Fitzgerald.

- Profesor. - Levantó la mano Rebecca.

- ¿Si?

- ¿Por qué no escuchamos música que a todos nos guste? Estoy casi segura de que ninguno de nosotros conoce a ese tal Louis Armstrong.

Todos la apoyaron. El Sr. Biersack paseó su mirada por el salón hasta llegar a mi.

- Yo tengo otro argumento. - No, por favor, ahora no. - ¿Señorita Hunter?

Rayos.

- ¿Si, profesor?

- ¿Usted lo conoce?

- Si. - Sentí la mirada asesina de todos.

- Alguien si la conoce. - Me sonrió.

- Pero la mayoría no.

- Señorita Adams, esto no es una democracia, es tan sólo un ejercicio de relajación. Le aseguro que no le hará daño escuchar algo nuevo, fuera de toda esa música que ya ni siquiera tiene músicos reales detrás de ella. 

- ¿Qué? - Dijo ella, sin entender.

Noté su risa burlona en silencio, a pesar de que estaba de espaldas, casi como si fuese un secreto nuestro, también sonreí... Mío, un secreto mío quise decir.

- Recuéstense sobre sus escritorios y cierren los ojos. - El Sr. Biersack cerró las ventanas y la puerta, también apagó la luz, lo único que quedaba era el brillo que salía de la computadora que él estaba utilizando.

Comenzó a escucharse en el salón una canción, suave y pegadiza, bastante relajante, con voces que estaban dispuestas a hacerte sentir cada palabra de las que cantaban, todo fue tan relajante que me dormí. Luego de unos minutos desperté por el gentil toque de una mano sobre mi hombro.

- Lo logró, Señorita Hunter. - Dijo justo sobre mi oído con la voz más suave y ronca que le había oído usar hasta el momento. Su voz se tomó el permiso de viajar por todo mi cuerpo e instalarse en un lugar que aún desconocía, me erizó cada vello y me hizo temblar. 

El Sr. Biersack quitó su mano de mi hombro y caminó hacia su escritorio. Volteé y vi como algunos de mis compañeros estaban estirándose.

- Bien, a aquellos a quienes les toqué el hombro, lo han hecho muy bien. - El timbre del receso sonó.

- ¿Podemos salir? - Robert, tan ansioso como siempre.

- Claro que si. - Todos salieron. - Señorita Hunter, necesito hablar con usted un momento. - Todos salieron incluyendo a Robert, el cual me hizo una señal de "Te espero afuera".

Yo aún no podía olvidar la sensación que había causado que se me acercara y me hablara de esa forma y ahora tenía que hablar con él en privado, genial.

Señorita Inocencia [Andy Biersack y tu] (EDITANDO).Where stories live. Discover now