~3 meses después de ese día~

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La lluvia de la noche golpeaba contra mi ventana al ritmo de los golpecitos que daba Él al llegar a casa para que lo dejara entrar. Yo estaba mirando hacia afuera y cómo las gotas caían por el vidrio, esperando a que llegara. Normalmente Él venía a verme casi a media noche, pero esta vez era diferente. Más temprano que de costumbre, apenas había terminado de cenar y la última vez que vino, prometió que vendría a verme de nuevo. Él venía de forma aleatoria, a veces venía una vez por semana, otras todas las noches y de vez en cuando noche por medio. Se quedaba una hora o un poco más, y solo era para hacer tarea de la escuela o hablar un poco. Pero era viernes,  por lo que se iba a quedar un rato más conmigo. Estar a su lado cada vez se me hacía más cómodo, en la escuela ya podía verlo a los ojos cuando hablaba, reírme de las bromas que hacían, y lo más importante, hablar. Aquella timidez desaparecía poco a poco, aunque claro, al momento de estar con Él a solas en mi casa había acciones que hacían que me sonrojara en un milisegundo, como por ejemplo el roce de su mano en mi mejilla que hacía a menudo y del cuál siempre me tomaba por sorpresa, sin darme tiempo a que por lo menos me acostumbre.

Éramos distantes en la escuela, aunque no tanto ya que formábamos parte del mismo círculo de amigos, pero cuando llegaba la noche y aparecía en mi habitación, nuestra relación era totalmente diferente a la que tenemos públicamente. Aún así, a pesar de conocernos desde hace ya tres meses, seguía sin siquiera saber su fecha de cumpleaños. Contaba los días desde que lo conocí, no podía olvidar esa noche de Agosto tan especial que me hizo conocer a una persona que causó un gran impacto en mi vida.

Ya me estaba dando por vencido. Llevaba una hora y algo viendo las gotas caer del cielo y desaparecer en el suelo y Él seguía sin aparecer. Vencido por la desilusión de ese instante, me levanté de la silla giratoria que puse al frente de la ventana a esperar su llegada y la dejé en su lugar, que era en el escritorio. Me quité los pantalones, convencido de ir a dormir a pesar de que era fin de semana y podría dormir todo lo que quisiera mañana. Ya metido bajo mis sábanas, apoyé mi cabeza en la almohada y cerré los ojos para en poco tiempo hundirme en un profundo sueño.

No sé cuánto tiempo habrá pasado, pero unos golpecitos en la ventana hicieron que abriera los ojos, interrumpiendo mi sueño. Me di vuelta y lo vi a Él con un paraguas de color gris pidiendo mediante pequeños toques en el vidrio entrar. Con sueño, me levanté de la cama y le abrí la ventana para que pasara. Sacudió su paraguas mojado del lado de afuera para luego cerrarlo y dejarlo a un costado de la habitación.

—Siento haberte despertado.—dijo dándose la vuelta para verme. Yo sonreí amable y negué, me importaba poco que me hubiera quitado del sueño a, exactamente, las doce de la noche, que verifiqué en el despertador sobre la mesa de luz.

—No importa, hyung.—respondí.

Estaba consciente de que estaba en ropa interior delante de la persona de la cuál poco a poco me estaba enamorando, pero la verdad no me importaba en lo más mínimo. Y no porque era un pervertido degenerado, varias veces me ha visto de esa forma y porque siempre Él era el culpable de entrar justo cuando estaba a punto de ir a dormir. Tampoco me molestaba en vestirme ya que ahí sí la vergüenza aparecería al saber que Él me mira mientras me pongo la ropa.

Hoseok caminó hacia mi cama y se sentó en el mismo lugar de siempre, los pies del colchón. Y yo en la silla. Me miró de pies a cabeza haciendo que un escalofrío recorra por mi espalda. El silencio se hizo presente, y menos mal que él lo rompió antes de que se volviera incómodo.

—Me gusta venir aquí, es... tranquilo, si se puede decir.—comentó echando un vistazo a su alrededor y observando cada detalle. Desde las paredes azules de mi habitación hasta algunos dibujos que estaban pegados en ella sin orden alguno.—¿Los hiciste tú?—señaló los dibujos. Yo asentí en modo de respuesta y luego Hoseok hizo lo mismo mirando esas hojas pintadas.

—Si tanto te gusta, ¿por qué no vienes más seguido?—cuestioné. Él puso los ojos en mí al terminar la frase y rió entre dientes de una manera divertida.

—Te gusta pasar parte de la noche conmigo, ¿eh?

—S-solo responde a mi pregunta.—dejé pasar de largo su comentario, no hace falta mencionar de que sí me gustaba y de que admitirlo para mí sería como confesarme a una persona. Quizás mis mejillas estaban rojas, por lo que Él sonrió de una manera tierna que hacía que los cosquilleos aparecieran o empeoraran.

—No lo hago, porque hay veces en las que no puedo meterme en el libro que quiero vivir.—respondió con la mirada perdida en el infinito del suelo de mi cuarto. ¿Por qué hablaba de esa forma? ¿Por qué no podía ser directo conmigo? Eso era algo que me molestaba.

—Hyung, no te entiendo cuando hablas así.—admití. No era la primera vez que lo hacía y jamás entendí a lo que se refería.

—Tampoco tienes que hacerlo, Hyungwon.—comentó. Cuando se puso de pie luego de decir eso, supe lo que se venía a continuación. Se arrodilló al frente de mí, mirándome a los ojos.— Tú eres el libro que contiene la historia que quiero vivir, ¿tienes una idea ahora sobre lo que me refiero?

Bueno... Un poco, la verdad. Esa frase tenía miles de significados y todos llevaban a la misma conclusión: de una manera indirecta, me decía de que le gustaba. Aunque claro, a la edad de catorce años era muy lento para darme cuenta de eso.

—Algo así...—contesté.

—Pero eres un libro.—siguió con un tono más serio y de alguna manera su voz tenía algo de tristeza.—Y yo vivo en una realidad distinta a la historia que guardas, por lo que eres ficción para mí. Y como vivo en el mundo real, no puedo meterme en el mundo de la ficción. ¿O acaso el ser humano puede transportarse a un libro?

Aquellas palabras solo hicieron que mi mente se confunda más de lo que estaba. Y es hasta el día de hoy que no comprendo esa especie de metáfora que hizo con el libro. Era como si se me estaba confesando, pero había algo que le impedía estar conmigo, decir sus sentimientos de forma directa.

—Si eso fuera posible, ahora mismo estaría metido en algún manga.—bromeé. Él rió por lo bajo ante lo que había dicho, creyendo que había entendido algo. Y fue así, pero no estaba del todo seguro.

—Y yo estaría metido en tu historia. ¿Comprendes a lo que voy?

—No.—admití. Él sonrió haciendo de sus ojos algo pequeños. Los pensamientos que Hoseok tenían eran totalmente confusos para mí, un niño.— Hyung, dices cosas muy confusas.

—Algún día lo entenderás, pequeño Hyungwon.—dijo burlándose -en el buen sentido- de mí.— ¿Quién sabe? Quizás te diré mi realidad en un futuro. Si es así, serás el primero en saberla.

Yo sonreí. Entre la oscuridad en mi cuarto y el sonido de la lluvia que no cesaba, tenerlo a Él de rodillas frente a mí con una sonrisa embobada en su rostro, diciéndome aquellas palabras tan confusas y lindas al mismo tiempo, hacían que todo parezca un sueño. Y ahí fue cuando de pronto, mis ganas de irme a dormir volvieron. Me restregué los ojos, ordenándome que debía permanecer despierto hasta que Él decida irse, que ojalá nunca fuera así.

— ¿Debería irme para dejarte descansar?—preguntó. Yo negué, indicando que se quedara. Al menos hasta que la lluvia pare, al menos para siempre.— Ve a dormir, me quedaré contigo hasta que deje de llover.

Esa era una buena oferta... trato.

Me acosté en la cama, tapándome con las cálidas mantas. Él se sentó en el borde, a mi lado. Acarició mis cabellos, eso era un punto débil para mí. Cerré mis ojos y en poco tiempo ya estaba completamente dormido. Todo aquello parecía ser un sueño.

Me desperté con esa sensación de lo que paso anoche no había sido más que otro de las fantasías que tuve junto a Él. La vaga luz del sol se asoma a través de la cortina de mi habitación y miré hacia allí. Entonces mis ojos se toparon con el paraguas que trajo Hoseok y no pude evitar sonreír. No lo estaba soñando, lo estaba viviendo.

Creo que esta va a ser la mejor historia escrita por mí :v por lo menos hasta ahora.

He [2Won] [Monsta X]Where stories live. Discover now