~4 meses después de ese día~

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El invierno ya había comenzado. La nieve cubría las calles de Seúl dándole ese hermoso toque navideño que tanto amaba, a pesar de que en Corea solo se ponen luces que son encendidas durante la noche para dar la sensación de que estamos en Navidad, ya que es una fecha más para nosotros. Con la bufanda de lana gris tejida por mi abuela que me daba cinco vueltas alrededor del cuello cubriéndome la boca y los guantes negros que le daban calor a mis manos, iba caminando junto a mi madre, que quería comprarle un pequeño regalo a papá en Noche Buena, o sea, esa misma noche. Ellos irían a cenar y yo me quedaría solo en casa, viendo películas o algo de eso. No me molestaba en lo más mínimo, era bastante tranquilo aquello, disfrutar de la casa solo para mí y hacer lo que quisiera: andar descalzo, ir al baño con la puerta abierta, subir los pies arriba de la pequeña mesita que había al frente del sofá en la sala de estar, pasear por la casa en ropa interior o comer sobre el maldito sofá rojo que era más viejo que la colección de botellas de Whisky de mi padre, todo aquello era de total desagrado para mi madre. Y estando solo, podía tener esa libertad.

Vidriera tras vidriera fuimos parando. Ya estaba arrepintiéndome de haber acompañado a mi madre hasta aquí. Ella no estaba convencida de lo que veía y no hacía más que seguir dando vueltas. Las bolsas que llevaba en mis manos con la comida para esta noche comenzaban a pesarme y cuando parábamos, aprovechaba para apoyarlas en el suelo y dejar descansar mis dedos que ya los tenía acalambrados, por más que solo eran unos segundos y en seguida volvía la tortura. Terminamos parando en una librería y mi madre no tuvo mejor idea en comprarle un libro de suspenso, ya que a mi padre le encantaban. Buscó y buscó aquel que contuviera la historia más interesante a su gusto, y cuando lo hizo, fue a pagarlo. No supe el título, ya que estaba en inglés y era muy malo en ese idioma. Tampoco me interesé en leer la descripción del libro.

Habíamos llegado a casa luego de dos largas horas de no parar de caminar por el centro de la ciudad. Dejé las bolsas en la cocina y fui directo a mi cuarto a terminar aquel dibujo que había comenzado antes de salir. Era un chico, tenía labios algo gruesos, parecidos a los míos, una nariz recta y perfecta, ojos tan bonitos como los de Él, al igual que los finos razgos que presentaba el chico dibujado en mi hoja. Solo faltaba hacerle las sombras y colorearlo con colores pasteles, para que se mezclen entre el lápiz. Ya satisfecho con el resultado, lo pegué al lado de mi cama. No sé por qué, normalmte pegaba mis obras en el armario o en otros lugares que no sean ese. Le di una última mirada, sonriendo un poco sin razón alguna y salí de mi cuarto para encontrar a mi madre con un vestido corto y ajustado color vino poniéndose su largo saco que era increíblemente cálido. Sus ojos se toparon con los míos y me regaló una sonrisa. Caminó hacia mí, apenas era más alta que yo, y me besó en la frente, dejando una sensación pegajosa del labial rosa que tenía puesto.

—Si llega a pasar algo, llámanos. Vendremos después de media noche.—dijo en un tono suave y amable. Yo asentí, era callado en mi familia y muy reservado con ellos. Al rato, salió mi padre de su cuarto con un traje negro y corbata del mismo color que el vestido de mi madre.

—¿Nos vamos?—le preguntó a ella.

—Claro.—asintió y sonrió viendo lo guapo que se veía su marido perfectamente peinado con spray para el cabello. Ambos se despidieron de mí y vi cómo se marchaban dejándome solo.

Me quedé un minuto viendo a la puerta de casa y decidí ir a buscar algo de chocolate para comer en mi habitación mientras escojo la película que quería ver en la sala de estar. Buscaba y buscaba, a pesar de no tener gran variedad de CDs, no podía decidir cuál elegir. Vi todas y cada una de ellas más de cinco veces, como mínimo. Cuando me di por vencido, unos golpecitos en la ventana fueron mi salvación de una noche aburrida y mi corazón empezó a latir, amenazando con salir de mi pecho. Afuera, esperaba Él con un gorro de lana negra, un abrigo grueso y sobresalía una bufanda roja apenas visible. Sonreí y le abrí para que entrara. Se sacudió un poco la nieve que tenía encima y se quedó mirándome con un segundo. Ahora que estaba expuesto a la luz, vi aquella mochila negra que tenía puesta.

—Perdona por haber venido hoy, seguro tienes planeado pasar la noche con tus padres.—comentó quitándose las prendas de más que tenía, dejándose solo aquellos jeans negros y su suéter a rayas gris y bordó.

—Estoy solo.—negué. Sus ojos se abrieron, como si se mostrara sorprendido ante el asunto.— Así que creo que me salvaste, no sé qué hacer hasta que mis padres regresen.

—Al parecer no soy el único en ser salvado.—sonrió. Odiaba ese cosquilleo que aparecía siempre que sonreía. Agarró su mochila y la abrió para sacar unas cajitas de DVD y las enseñó con una sonrisa juguetona. Reconocí ese personaje que se hallaba en la portada.— ¿Te gusta One Piece?

—Me encanta.

—Ya tenemos la noche hecha, mi querido Hyungwon.

Apagamos las luces, bajamos las persianas y prendimos el televisor que estaba en el living. Corrimos el sofá de manera que quedaba justo al frente y preparamos el ramen instantáneo que había comprado, no sé por qué se me dio por comprar dos botes, era como si ya supiera que Hoseok vendría, y nos sentamos a ver el anime. Lo observaba de vez en cuando de reojo, y veía cómo disfrutaba al comer ramen, supuse que quizás era su comida favorita. Y mi suposición fue confirmada al ver sus expresiones de placer al sentir el gusto de los fideos. Al fin supe algo de Hoseok y me sentí muy orgulloso por eso.

Las risas inundaban la sala episodio tras episodio y la comida que compré ya se estaba acabando. Él miró el reloj que llevaba en su muñeca y soltó:

—Ya son las doce.

De repente el ambiente cambió.

Al frente de casa había una familia extranjera que sí festejaba la Navidad y se oían los fuegos artificiales. Bajo la ausencia de luz, noté a Él acercarse un poco hacia mí y llevó su mano detrás de su espalda, como si ocultaba algo.

—Cierra los ojos, tengo un regalo para ti.—pidió. Y yo obedecí sin más, aunque pensaba de que no debería haberse molestado en haberme comprado algo.

Ni bien cerré mis ojos, sentí dos manos agarrar mi cara y unos labios chocar sobre los míos. Estaba confundido, ¿qué estaba ocurriendo aquí exactamente? Abrí mis ojos de par en par sorprendido y vi el rostro de Hoseok disfrutando el momento. Aún se oían los fuegos artificiales y le daba aquel toque mágico de los cuentos de hadas en las películas de Disney. Poco a poco, volví a cerrar mis párpados y mi cerebro ya no pensaba con claridad, me había olvidado de que era alguien tímido con las personas. Envolví mis brazos alrededor de su cuello inconscientemente y le correspondí al beso, a mi primer beso. A aquello que tanto anhelaba. Sus labios comenzaron a hacer un suave movimiento sobre los míos y yo trataba de seguirle el ritmo con torpeza y lo sentí sonreír. Al final, nos separamos luego de segundos que parecieron horas dado a que dio la sensación de que el tiempo se detuvo. El ending del anime comenzó a sonar y Hoseok sonrió como si no se arrepintiera de nada, como si disfrutaba verme más rojo que el sofá de mi madre, como si le gustara.

—Creo que ahora puedo morir en paz.—susurró. Luego se quedó en silencio, pensando. Finalmente agregó:— No, no puedo hacerlo. Primero tengo que hacer algo más.

Esa noche habría sido la más especial en mi vida, de no ser que llegó en año nuevo, pidiendo que se quedara a dormir solo por esa vez, a escondidas claro. Y a las doce, hizo lo mismo. Me besó, aunque no una, sino varias veces, bajo la oscuridad de mi cuarto y el sonido de los fuegos artificiales y música de fondo.

La razón por la que Hyungwon hay veces en las que llama a Wonho "Hoseok" y otras "Él" es porque:
-cuando le dice "Hoseok" es porque descubrió algo de él.
-cuando le dice "Él" es porque se muestra tan... Misterioso? Como siempre.
Lo digo porque capaz que no se entendía muy bien el concepto(?)

He [2Won] [Monsta X]Onde as histórias ganham vida. Descobre agora