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|Anunciamiento oficial y discurso del Alcalde de Seúl|

Catedral de Myeongdong; 22 de Octubre — 11: 45 a.m.

Sehun siguió al grupo, ya había visitado la catedral antes, nada le parecía emocionante. Miró su reloj de bolsillo esperando que todo terminara incluso si recién empezaba. Suspiró.

La líder del grupo los guió dentro del salón, Sehun ladeó la cabeza buscando a Minseok, pero no lo encontró.

—Joven, Oh. —Alguien frente a él le llamó. Era la voz de un hombre.

Sehun devolvió la mirada interrogante. —¿Quién eres? —preguntó.

—Sígame, por favor. —Pidió empezando a caminar, Sehun lo hizo. El tipo llevaba la insignia de las fuerzas especiales de Corea, y tal era un guardaespaldas o un sistema de seguridad.

Cuando notó el asiento alejado de su grupo de Instituto ahuecó los labios en una mueca, pero tomó asiento.

Las apersonas a su alrededor hacían ecos con sus zapatos, el suelo debía estar lo suficientemente pulido para logar ese sonido, como un pan crujiente. Podía oír a la lejanía a los reporteros y las personas afuera. La catedral, no podría soportarlos a todos, eso era obvio, pero lo que interesó a Sehun fue su fanatismo, que les hacía permanecer ahí.

El pálido echo una mirada a su costado, una mujer adulta y adinerada estada a su izquierda. Claramente ese era un lugar especial.

Sehun sabía que ello era obra de su padre, apretó los dientes inconforme.

La música del piano inició y todos dirigieron su mirada expectante al estrado, la camisa empezaba a sofocarle, las vitrinas y el estrado parecía tan ostentosos, se sentía incómodo de una manera sin igual. Casi como si todo aquello fuera a aplastarlo en cualquier momento.

"Esto... se siente extraño."

Sus nervios se dispararon cuando las teclas se detuvieron súbitamente. Carraspeó y se desajustó la corbata. Estaba actuando ansioso por nada, eso se decía.

El piano se detuvo y un muchacho subió al estrado con una hoja en la mano.

Estaba muy lejos de su zona de confort, ladeó la cabeza mirando hacia atrás, donde se habían quedado sus amigos, buscó desesperadamente con la mirada, Minseok estaba en la cuarta fila y Chen justo detrás, tragó saliva al notarlos y volvió al frente.

Sehun no era del tipo de personas que se asustaba con facilidad, pero el saber que su padre subiría al estrado en cualquier momento le ponía de nervios, "¿por qué mierdas lo había sentado en las primeras filas?", se quejó.

Empezaba a sudar, se sentía incómodo. "Baño", pensó, removiéndose en su sitio, pero en ese momento notó como un guardia de seguridad, envuelto por un ajustado traje negro, corrió casi sigilosamente hasta el oído de otro, con un medallón abrochado a su traje, si mal no recordaba era la insignia de las fuerzas especiales de Corea, y eso significaba "Honor y valor."

Vio sus labios moverse, y una expresión algo alerta en su rostro, pero no escuchó una vocal de lo que decían, inconscientemente ladeó su mirada en dirección a sus amigos, y en esa fracción de segundo, en su lenta cabeza, todo estalló demasiado rápido como para poder decir que lo que vio fue real.

La presión que causaron de las repentinas balas, lo aventó al suelo. Los vidrios de las ventanas más altas de la catedral cayeron como lluvia de la muerte sobre él, y Sehun creyó por un instante que moriría, pero una fuerza que nunca antes había conocido, le hizo actuar antes.

~My sexy maid; spies in trouble~ |EXO|Where stories live. Discover now