Cobarde

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Un mes después...

Mansión Wu

—Ba—basta...—Murmuró Tam, sobre la boca de Kris que la había aprisionado contra el pequeño mueble del pasillo.

Colocó sus manos en el pecho del rubio intentando apartarlo, sin usar toda su fuerza.

Kris no había podido resistir besarla, solo estaba a unos metros de la puerta de su alcoba, pero sus ganas habían sido superiores. El estrecho corredor era adornado por enormes jarrones de flores y tapiz fino, las lámparas del techo iluminaban el lugar con un tenue amarillo. Todos dormían, y debían ser cuidadosos.

—No puedo resistirme, si lo odias, golpéame y huye...—Jadeó el más alto envolviendo su estrecha cintura con su brazo, atrayéndola más a su cuerpo.

¿Cuánto tiempo?

¿Cuándo llevaban haciendo eso?

Kris repartió besos húmedos en toda la extensión de su cuello, mordisqueando con sus dientes la tela del uniforme.

Tao hizo puños sus dedos y cuando un fuerte mordisco le hizo elevar la voz cubrió su rostro con su derecha. Sus mejillas ardían en un incandescente rojo.

Tal vez luego de su último encuentro donde ambos se besaron... No recordaba muy bien.

—Tam... por esta noche déjame llegar al final. —Siseó Kris contra su piel, levantando sus piernas sobre la mesita y haciendo temblar el jarrón de Laureles que allí se encontraba.

Tao se aferró a su espalda por instinto, pero se arrepintió al segundo. Eso había sido humillante.

Kris soltó una risita cantarina. —Sabes, soy un hombre débil...—dijo con inocencia, acomodando los mechones del rostro de Tam. —Necesito tocarte, besarte. Siento que voy a morir así.

Tam suspiró aletargada, conteniendo en sus pulmones el poco aire que le quedaba. Un estremecimiento le había hecho deshacerse en los brazos del rubio. Su entrepierna estaba doliendo y eso era muy malo.

—He estado teniendo sueños muy sucios gracias a ti...— increpo Kris mordiendo su lóbulo y colando su mano desde la rodilla hasta más adentro acariciando sus muslos, y comprobando cual era el límite de las medias negras que envolvían las piernas de Tam. —He pensado en lo sensible que eres aquí abajo... Y eso me pone muy caliente. —Ronroneó y Tam gimió.

El pelinegro intentó sostenerse de la mesa pero notó que sus dedos ni siquiera podían resistir el peso de un tajador.

Iba a perder la cabeza.

—Solo por hoy, déjame llegar hasta el final... Tam. Siento que voy a enloquecer. —Musitó el rubio con ese tono de voz engatusante y necesitado.

Tam tragó la saliva que tenía acumulada en su garganta. Sus ojos cafés/negros miraron con desesperación todos los lugares del suelo. Agradeció que su cerquillo cubriera su rostro ruborizado, y por demás excitado.

¡Maldita sea! ¡Esto era tan injusto!

También era un hombre, y se ponía muy caliente.

Pero la voz amortiguada y gruesa de Yifan, en serio estaba doblegando sus nervios. En serio, estaba ablandando sus músculos.

Sus manos se apartaron del pecho de Kris, y cayeron colgadas a cada lado. El rubio observó con parsimonia como Tam elevaba su rostro.

Sus ojos estaban nublados, sus mejillas ardían y mordía sus labios fuertemente como impidiéndose decir algo.

~My sexy maid; spies in trouble~ |EXO|Where stories live. Discover now