¿No está bien?

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Mansión Wu

Blart se asomó por los ventanales de vidrio, algo preocupado, cuando escuchó el claxon del auto del joven Kris, y el ruidoso motor, como si fuera una orquesta con rugidos furiosos. Eso solo significaba una cosa.

Kris tuvo un mal día.

La puerta principal fue abierta de porrazo y un malgeniado rubio entró por ella, lanzando su mochila al suelo y alocándose los cabello en su pataleta de frustración.

Blart suspiró y caminó tranquilamente hasta donde el amo de la casa. En realidad ese viejo sabía perfectamente cómo tratar con Kris cuando estaba de mal humor o deprimido. Era muy usual para él verlo en esos estados de ánimo.

—¿Sucede algo, joven Kris? — Preguntó Blart con una pequeña sonrisa apaciguadora.

Kris resopló enfadado, cruzándose de brazos. Al principio parecía reacio a responder, pero luego de un minuto de silencio, soltó la lengua.

—¡¿Quién demonios dijo que los horóscopos debían existir?! No son más que patrañas estúpidas.

El hombre adulto sonrió con algo de ternura y se acercó un poco más. —Así que fue algo como eso... No lo entiendo bien, pero, joven Kris, tengo demasiados años, y puedo asegurarle que la suerte no puede adivinarse, pero en muchos casos un horóscopo es la lectura de las estrellas. — hizo una pausa para mostrar sobre la palma del rubio puntos conectándolos luego con su dedo índice, como si dibujara. —Y las estrellas no mienten.

Kris frunció el ceño insatisfecho con esa respuesta. Quitó su mano de entre las de Blart y chascó la lengua. —¿Quién le dio ese poder a las estrellas? —preguntó irritado. —¿No estas demasiado viejo para creer en esas cosas?

Blart suspiró, no se había ofendido ni siquiera un poco. —Y tú aun eres muy inmaduro para comprenderlo, joven Kris.

El alto le miró entre indignado y avergonzado. —¡¿Inmaduro?! ¡Yo soy Kris! Rebosante de madures y aptitudes extraordinarias.

—¿Eso te dices a ti mismo antes de dormir? — La voz cerca de las escaleras hizo que ambos se giraran hacia la chica de cabellos azabaches y mirada afilada. —No es amor propio, sino desvergüenza ciega. — canturreó ella, tratando de irritar al rubio. Y comprobar su falta de madures. Cruzada de brazos sobre la baranda, sonrió de forma socarrona.

—Campesina, ¿no te enseñaron a no interferir en conversaciones ajenas? — Preguntó con una ulcera latiéndole en la sien a Kris.

Blart viró los ojos. Esos chicos jamás podrían congeniar.

—Lo siento, "señor culo sucio" Eh, ¡podrías pedirle ayuda a Blart para que te ayude en eso! —Fanfarroneó Tam dejando sus manos colgando de las barandas, en una posición muy relajada.

—¡Alguien está muy desesperada por ser jodida! — Rechinó los dientes e hizo un puño con su mano.

—Wow, habló el sujeto madurez. Bravo, Joven Kris, superaste tus propias expectativas. —aplaudió.

—¿Por qué no vas a limpiar algún baño, sirvienta de mierda?

—¿Por qué no te mueres, basura adinerada?

—Dejen de pelear como niños. — Blart habló por sobre la ridícula discusión. Miró a Tam y luego a Kris. —Señorita Tam, ¿no tiene asuntos que hacer? — preguntó escéptico.

La pelinegra sopló su cerquillo en un gesto de aburrimiento y asintió, yéndose.

Kris sonrió victorioso.

~My sexy maid; spies in trouble~ |EXO|Where stories live. Discover now