Prólogo

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Provincia de Gangwon| Chuncheon

|Catorce de Octubre de 2019| 15: 30 horas.

— ¡Capitán, están respondiendo con fuego!

Y justo después de haber escuchado la voz entre grabada de su cabo al mando la detonación de una bomba estalló casi en sus oídos. Todos en la sala se miraron entre ellos, había solo enojo y preocupación en la mirada del capitán.

—¿Qué hacemo— La pregunta de uno de los cabos quedó en el aire.

El capitán tomo su casco y un arma tan grande como la dimensión de su brazo derecho.

—No dejen a ninguno de esos malditos. Los quiero a todos y cada uno de ellos. — Y no necesitó decir algo más para que el gentío de soldados se abrieran paso haciendo ovaciones furiosas e histéricas.

Su grupo numeroso abandonó la base y salieron prácticamente a la batalla, el capitán apretó el gatillo tan rápido como su ojo detectó a su blanco.

¿Cómo había dejado que esto ocurriera?

¿Cómo habían permitido que se saliera de control?

La provincia de Gangwon había sido tomada por un cartel Ruso, que había perdido el maldito camino a casa, y se había atrevido a tomar a sus mujeres, a matar a sus hombres y a violar sus tierras sin un jodido propósito aparente.

Wu Han Qin, capitán de ese escuadrón no iba a dejar a uno solo suelto.

Guió a su equipo a la zona fuera de civiles y ametralló a todo aquel con ese maldito pañuelo rojo atado en el brazo izquierdo.

Rugió al sentir una bala traspasar su uniforme y rozarle el brazo. Sus oídos retumbaron en la detonación de otra granada.

— ¡Capitán! — Grito su cabo, resguardando perímetro.

Asintió y al cruzar por entre las casas ahora abandonadas, tomo la granada de piña y antes de que se detonara la aventó, haciendo volar a unos dos del cartel.

Había estudiado sus tatuajes, todos, y sin excepción portaban uno. Era el rostro a medias con llamas en las alas de un ave fénix. Si su memoria no fallaba pertenecía a un cartel del suroeste de Rusia: Renacer.

—Capitán, tenemos algo a las dos. — Escuchó desde su trasmisor.

—Lo tengo, proceda con precaución. — Soltó sus palabras raudas a la vista, pero con un tono único de preocupación. Ellos no eran simple ganado, ellos eran sus hombres, con familias, padres e hijos.

Siguió el camino, libre gracias a sus cabos y llego a una mina abarrotada. Su boca se abrió casi al momento de observar la enorme cantidad de mineral bruto.

El cartel había llegado, no de improviso, no de casualidad. Ellos sabían exactamente que hacer en ese lugar.

—Quiero un informe completo. — Dijo cortante, y los soldados asintieron.

—Esos malnacidos...— Dijo uno de ellos rechinando los dientes.

Han Qin sonrió casi fraternalmente. Ese chiquillo era toda una comedia, en realidad un chico revoltoso, pero confiable y noble.

—No es hora para eso, KiYong. — Reprendió con burla.

Todos rieron, incluso en un momento como ese.

El muchacho sonrió apenado y rascó su nuca. —Lo siento, capitán.

—Solo cubre mi espalda, chico.

~My sexy maid; spies in trouble~ |EXO|Where stories live. Discover now