Capítulo 27

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Narra Lauren: 

Horas después...

Me senté con Inés en una acogedora cafetería. Gente de todas las edades ocupaban las mesas. Familias, parejas de ancianos, amigos ... .

Nos dirigimos a una mesa de dos personas que había al final de la cafetería en una esquina. En seguida vino una agradable camarera a atendernos.

-Que desean señoritas? -era de mediana edad, tenía una sonrisa con pequeñas arrugas a sus lados que la hacían parecer una persona muy amable, que escondía un gran corazón...y la imagen de mi madre vino a mi cabeza, y sin embargo, la sonrisa no se me borró, se amplió aún más.

-Chocolate caliente -dijimos Inés y yo a la vez y nos miramos sorprendidas y la camarera rió. 

-Entendido -nos sonrió -Ahora se lo traigo.

-Bueno, te ha gustado el paseo? -me preguntó Inés.

-Ajam, esto es muy diferente a de donde yo vengo, muy bonito. Me alegro de no haberme perdido de hecho. Ha sido una buena idea contratar al guía -reí.

-Si, Charles ha sido muy majo, pero ten claro que yo estaba perfectamente capacitada para enseñar a mi nueva amiga la ciudad -rodó los ojos.

-Si, estas capacitada para enseñarme tu calle, ha sido un placer que me enseñaras las casas -le saqué la lengua y ella me dio una patada por debajo de la mesa.

Iba a responderme pero la camarera llegó con dos tazas humeantes que desprendían un delicioso olor a chocolate.

Enseguida envolví mis manos a la mía, tenía las manos congeladas. Habíamos tenido que parar a comprar abrigos, la verdad, nuestro retraso era amplio. En pleno octubre y en manga corta.

Me entretuve mirando como el humo salía de la taza y desaparecía en el aire, como un alma libre. Esta era la primera vez que salía de la casa de mi tío a parte de para ir al instituto, casi no veía a mi tío, solo me relacionaba con Mark y Rose, pero tenía a Inés. Ella parecía estar siempre feliz, y últimamente estábamos muy cercanas.

-Bueno, cuéntame cuan diferentes son las cosas de donde tu vienes -dijo Inés sacándome de mis pensamientos. Me miró curiosa, parecía que quería saberlo todo.

-Bueno, era muy feliz. Bueno, digo, aquí también lo soy -me empezaron a temblar las manos, cada vez echaba más de menos Londres -sigo hablando con mis mejores amigos, Rebeca y Scott, pero no es lo mismo hablar por teléfono que en persona...les echo de menos sabes? -en cual quier momento se me escaparía una lagrima de los ojos y Inés pareció darse cuenta por que enseguida se puso tensa.

-Bueno, y su retraso era igual de grande que el tuyo o allí también eras la rara? -rió y yo acabé riendo con ella al recordar el gusano.

-Mmm, nop, creo que su nivel se iguala al mío -le respondí tras un trago de mi riquísimo chocolate caliente.

-Y tus padres no han venido contigo? -me preguntó de repente. Me paralicé durante un momento, menos mal que la taza estaba en la mesa, si no seguro que tendría que comprarles una nueva a la cafetería por los destrozos. 

Mi cerebro se paralizó, ya no estaba ahí, no sabía que hacer, que responder..., no estaba preparada, no por que no confiara en ella, si no por que esto estaba siendo demasiado perfecto, nuestra relación. No quería que me empezara a ver como la chica huérfana que fue obligada a venir con alguien que no quería y ha abandonar a sus hermanos. No quiero que se compadezca de mi. 

-Lauren estas bien? -su tono de voz era preocupado. Colocó su mano encima de la mía sobre la mesa provocando que un escalofrío recorriera mi espalda, lo que me devolvió a la realidad.

Empecé a balbucear mientras pensaba en una respuesta que pudiera ser creíble de momento.

-Mis pa-padres son unos empresarios muy conocidos, viajan mucho y prefirieron dejarme con mi tío aquí -dije con mi voz temblando, espero que no se notara.

-Que empresa, tal vez la conozca -sonrió Inés al ver que no pasaba nada.

Pero no le dí tiempo a responder y me levanté.

-Podemos irnos? -me puse el agradable abrigo que había elegido rápidamente y no esperé una respuesta.

Me dirigí a la puerta rápidamente a esperar a Inés, la que estaba muy confundida. Tenía el ceño fruncido, genial, lo había estropeado todo. Con un rostro triste se puso el abrigo y se dirigió a la barra, supongo que para pagar. 

Narra Inés:

Todo esto era muy confuso, no se que había hecho mal, me sentía tan mal..., yo solo quería conocerla más y lo había estropeado tanto. Y el hecho de que estuviese triste me pesaba tanto interiormente...

Me dirigí a la barra. Allí mi tía, es decir, la camarera la cual Lauren no sabía que era de mis parientes más cercanos me sonrió y me extendió un tiquet. así, como si nada.

-Tía... -susurré. No estaba segura de pedirle consejo, pero ahora no sabía que hacer.

-No te preocupes cariño, te lo contará todo. No la empujes ha hacerlo, deja que ella lo haga sola. Y no tengas miedo de lo que sientes, todo va a estar bien cariño, no es malo amar a alguien -me susurró y antes de que pudiera responderla se dio la vuelta y entró a la cocina manteniendo su sonrisa.

Me quedé paralizada, ahora si que no sabía ni que hacer, ni que sentía, no sabía nada. 

Me dirigí a la puerta, ahí estaba Lauren mirándose los pies y esperando a que nos pudiésemos ir.

-Lauren...lo siento -le susurré y ella lentamente levantó su rostro.

-No digas eso, lo siento yo, he sido muy mal educada...perdóname por favor -dijo nerviosa y yo solo le sonreí y abrí mis brazos. Ella me miró sorprendida y luego levantó una ceja riéndose.

Se acercó a mi y me envolvió con sus brazos, y se acurrucó en mi, y yo la abracé igual de fuerte.

-Venga vamos morena, te perdono. Las amigas sin peleas son aburridas -le dije, y dicho esto nos soltamos y salimos de la cafetería.

No me dejes caerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora