Capitulo 3

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No me lo podía creer, me quede inmóvil, no me podía mover, verlo allí, así...mi mente se quedo en blanco, más bien en negro, mis ojos se nublaron, y sin poder contenerlo todo mi rostro se llenó de lágrimas, y tampoco pude contener un grito de dolor. Me flaquean las piernas y no puedo contener mi peso por lo que me dejo caer al suelo de rodillas. No puedo parar de llorar, entierro mi cara en mis manos. Pero tardo poco en recordar donde estoy y en que situación me encuentro y poco a poco me acerco al cuerpo inerte de mi hermano. Con el rostro lleno de lágrimas me fijo en el:

No le veo bien la cara la tiene girada para el otro lado, tiene una botella de vodka rota al rededor de su cuerpo, y lo más doloroso, todo su cuerpo empapado de ese rojo al que siempre he temido.

Con valor le quito poco a poco la camisa llena de sangre, me encuentro con su abdomen lleno de moratones y heridas, era como si le hubieran dado una paliza y en su pecho hay un agujero de bala. Reacciono rápido, corro hacia la cocina cojo un trapo, subo y se lo coloco en la herida, dirijo la mano a su cuello pero no siento su pulso, en mi rostro no desaparecen las lágrimas.

Asustada salgo corriendo hacia su móvil, pero me doy cuenta de que está hecho añicos en el suelo.Pero no me detengo a descubrir lo sucedido y salgo corriendo por las escaleras a por el fijo, me tropiezo y me caigo pero me levanto y sigo con la pierna dolorida, cojo el teléfono pero no coge la línea, le doy una vuelta a la mesa del teléfono y me doy cuenta de que alguien a arrancado los cables de linea. Me da un vuelco el corazón, corro a la cocina, abro el armario de los vasos y los platos y los tiro todos al suelo rompiendolos al acto. Es una manía que tengo, me relaja pero normalmente solo es uno y funciona no como ahora. LLena de angustia me dirijo a un armario con la puerta de cristal y le pego una patada, pronto veo mi sangre recorrer mi pierna y suelto un aullido de dolor, pero no tengo tiempo para preocuparme de mi misma. Ahí arriba esta mi hermano muerto por unos putos que le han disparado, y a saber la razón de quitar una vida humana. Porque nunca ha existido, existe ni existirá una razón lo suficientemente justa para hacer eso. Pero no pierdo la esperanza, me dirijo a la puerta principal, la que había dejado abierta anteriormente, me dispongo a salir pero me choco con un torso. Levanto la mirada y me encuentro con un hombre, de unos 2 metros, con gafas de sol, su rostro esta serio, bueno más bien no muestra ninguna emoción.

-Lauren aparta, donde esta Víctor? -me dice con su voz ronca.

Tardo en reaccionar pero cuando lo hago apenas se me entiende por el sollozo.

-Co-como sabe nuestros nombres? -consigo decir a un nivel aceptable para que me entienda.

-Eso da igual ahora, tu hermano -me insiste con la misma cara del principio.

-En su dormitorio....-digo, no se porque le he dejado entrar, pero supongo que me ayudará, le sigo por las escaleras. Cuando llegamos a el dormitorio de Víctor y el señor de nombre todavía misterioso le mira su cara sigue igual. Se arrodilla delante de él y yo a su lado.

-Por favor, llama al hospital -le digo cogiendo la mano de Víctor. Me da un escalofrío. Está helada, es como si llevara así una semana.

Veo como le pone los dedos en el cuello y cuando pasan unos segundos me mira. Tengo la mano de Víctor en mi rostro, apretándola, y en cuanto me sacude la cabeza dándome a entender que lo hemos perdido. No puedo contener un grito y miles de lágrimas salen de mis ojos rojos de tanto llorar. Abrazo al inerte cuerpo de Víctor.

-Te dejaré unos momentos -dice el hombre, con la misma expresión y el mismo tono de voz de todo el rato, levantándose y saliendo del dormitorio.

Poco a poco me desplazo al lado de su rostro, sigo con su mano entre las mías y no se porque, como que siento que le debo hablar, y eso mismo hago.

-Porque te han echo esto? -comienzo acariciándole el rostro con la mano.

Solo silencio, tampoco me esperaba nada más.

-Sabes, todos te queremos. Que coño le digo yo ahora a papá y a mamá? Ellos se arrepintieron de lo que hicieron, te pidieron perdón, te quieren, pero tu ya estabas metido en ese puto mundo de las drogas. Ellos solo querían ayudarte. Y que le digo a Marina y Daniel? Son solo unos niños, ni yo entiendo muy bien como dios pudo crear la muerte. Y yo, te quiero, y verte así me parte el corazón, por favor vuelve, no nos dejes -digo, sigo acariciándole el rostro y le tengo la mano cogida, ya empapada por mis lágrimas. Sigo sin entender porqué me tiene que pasar a mí. No le voy a dejar ir, es mi hermano, y fuera drogadicto o no le quiero.

Abro la boca para continuar pero el señor me interrumpe:

-Lauren, ya es suficiente, dame el teléfono de tus padres, tenemos que avisarles -me dice dirigiéndose a mi e intentando sacarme de allí.

-Sueltame! -digo sacudiendome de sus brazos que me tienen ya en la puerta. Me consigo soltar y me dirijo corriendo a mi hermano. Me abrazo a el. Siento como unos fuertes brazos me intentan separar de él pero hagan lo que hagan no conseguirán separarme de é. Pasa un rato en el que opongo fuerza y el señor se cansa y sale del dormitorio.

-Víctor, no me hagas eso, vuelve, por favor, no nos dejes, te queremos, por favor -le suplico aún abrazada como una lapa a su cuerpo.

Pero oigo otra vez al señor otra vez y a una voz femenina, parece de persona mayor. Oigo como el señor le susurra algo y pronto siento la voz de la señora en mi oido.

-Lauren,cariño, suéltale, allí estará mejor, vamos, ven con migo -me dice con tono tranquilizador mientras me acaricia el hombro.

Giro un poco la cabeza para encontrarme con una señora, un poco mayor, con una sonrisa en la cara, mirándome con compasión. Me da confianza y me acerco a ella la que me abraza y no puedo evitar soltar todos esos sollozos en su hombro.

El hombre se dirige al cuerpo de mi hermano y le coge.

-Víctor! Por favor, suéltalo, va a volver, el no me haría esto -le suplico al señor.

-Lauren tranquila-me dice la voz de la señora y poco a poco veo como el señor se lleva a Víctor y esa imagen es la gota que colma el vaso y que hace que salga corriendo.

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No me dejes caerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora