Capítulo 24

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Narra Lauren:

El taxi me dejó delante de la puerta de una gran casa, casi igual de grande como la de mi tío. Le di las gracias al conductor, el cual, con una sonrisa, me las devolvió. No había vuelto a ver al imbécil que me llevo el lunes a mi casa, y estaba bastante agradecida, no se por que ya no venía, pero la verdad, tampoco tenía interés por descubrirlo. Oí una voz que me llamaba desde lejos cuando el taxi se fue, Inés venía corriendo hacia mi.

-Hey Rubia cuanta energía por las tardes no? -cuando llegó me abrazo (ahora siempre nos abrazábamos cuando nos veíamos, y, estaba demasiado ilusionada por ello, aun que hacía lo mismo con Amy por lo que no tenía razones para ilusionarme). 

Cuando se separó de mi todavía tenía la respiración agitada, y se apoyó en mi para poder respirar.

-No, no es eso, tenía tantas ganas de ver a Scarlet, ya sabes, siento tanto amor por ella -fingió que estaba ilusionada mirando al cielo y, los celos aparecieron por muy broma que fuera.

-Si? Yo pensaba que me querías Inés, la prefieres a ella? Vale, vale -aparté la mirada de la suya dramática y conseguí soltar una lágrima de mentira.

-Obvio que te prefiero a ti morena, tus pequitas me son irresistibles -me levantó el rostro con la mano y me miró mientras se mordía el labio inferior intentando aguantar la risa.

-Pues que sepas, que mis pecas son pivones, las más hermosas que vas a ver en la vida rubia, y no son adorables, son muy masculinas -le fulminé con la mirada e hinche los mofletes.

-Si, esa mirada también es muy masculina -con tanto parloteo, no nos habíamos dado cuenta de que Rick estaba llegando y que ahora nos miraba divertido. Cambié la cara enseguida y le sonreí.

-Pero, usted no debía estar media hora antes con su amada? O que pasa, que el pollito se ha acobardado de las garras de la leona? -le dije poniendo ojitos.

-Cobarde -masculló Inés entre dientes riendo.

-Cuando vosotras tengais un maldito acosador a vuestra espalda, que os tira los cejos cada 3 segundos y se intenta tirar en cima de vosotros, ya me diréis si os irías media hora con él solas a su casa -ahora fue él el que hincho los mofletes y se dirigió indignado a la entrada.

Inés y yo corrimos hacia él mientras decíamos "cobarde, cobarde, cobarde", si, muy maduro verdad? Rick llamó al telefonillo y nos hizo un gesto de que nos calláramos.

-Si? -respondió una voz , tan chillona, que de la sorpresa me dolieron los oidos.

Me tapé un lado de la nariz y me acerqué al micrófono del telefonillo -Hola, es usted la señorita Scarlet? Soy la directora de Marketing de tu gatita caliente, y estamos buscando personal, me dijeron que por aquí había una tal Scarlet interesada en el puesto -dije con voz de señora mayor.

Inés y Rick se rieron por lo bajo, pero sus carcajadas no tardaron en oírse en toda la calle cuando Scarlet respondió.

-Lauren, de verdad crees que en una casa tan cara como esta no tenemos cámaras en la puerta? -y después se oyó una voz de ordenador que anunciaba que la puerta estaba ya abierta.

Rick pasó riéndose de mi, pero yo me quedé quieta.

-Vamos gatita caliente. Oye, a lo mejor algún día tu y yo...grr, se mi gatita -Inés llego hasta mi y se empezó a rodear el pelo con un dedo fingiendo que ligaba.

-Ja ja que graciosa -rodé los ojos y le cogí de la mano arrastrándola al interior de la casa.

-Hey, que soy yo la que arrastra no tu gatita -se quejó, pero hice oídos sordos y seguí tirando.

La casa por dentro impresionaba, pero, después de ver donde vivía no fue una sorpresa tan grande. Inés por detrás silbo de sorpresa.

-Esta claro que mal no les va -rió, y con un movimiento de muñeca, cambió los puestos y era ahora ella la que me tenía a mi cogida y me arrastraba a donde se oía la chillona voz de Scarlet.

Llegamos a un salón bastante grande, Rick estaba tenso sentado en el sillón muy cerca de Scarlet, la cual le miraba fijamente y le acercaba la mano a la pierna.

-Hey tortolos a empezar, hemos venido a trabajar no a folletear para eso ya esta "tu gatita caliente" -Inés rió y se sentó en el sillón que estaba delante del de Rick  y Scarlet.

-Ag, rubia, espero que esto no dure mucho. Bueno, papel y lápiz que me vienen las ideas, correr -me senté al lado de Inés e hice un gesto como si me diera el aire, intentando representar que las ideas se agolpaban a las puertas de mi mente.

Rick me pasó arrastrando un cuaderno y un lápiz por la mesa que separaba los sillones.

-Uyyy, yo aquí veo una futura Spielberg -Inés me dió codazos amistosos e hizo ojitos.

-Vas a alucinar con mi arte rubia. Con que Hitler no? Genial, empecemos.

1 hora después

Rick e Inés estaban leyendo el guión que había escrito, con dificultad, por que es difícil trabajar si te paras cada 5 minutos a hacer el mongolo, pero que había conseguido terminar mientras Scarlet fingía que también lo leía, pero, por como fruncía el entrecejo se entendía que no estaba entendiendo ni papa y mientras yo estaba en el sillón sentada mordiéndome la uña y dando golpecitos en el suelo esperando una respuesta.

-No esta mal -dijo Rick -es más... esta... bastante bien... diría que genial -levantó las cejas sorprendido mirando el cuaderno todavía mientras soltaba una pequeña risita.

-Joder morena, no has desaprovechado para nada tu creatividad eh -rió Inés cuando terminó ella de leerlo mirándome a los ojos.

Quedé conectada a ellos, como si fuera un enchufe que me daba la energía que necesitaba para seguir adelante. Pero Rick me sacó de mi ensoñación.

-Pido Hitler! -gritó.

-Yo la general, me va esto de mandar -Inés se mordió el labio mientras me seguía mirando.

-Pues, yo he leído por ahí esposa de Hitler, y, como obviamente Lauren no va a ser, por que Rick es mío, pues me tocó -dijo Scarlet tocándole de nuevo la pierna a Rick y acercándose peligrosamente a él, el cual, se tensó bajo su contacto. Pero no como cuando te tensas por que la persona que te gusta te esta tocando, si no cuando te tensas cuando algo te da asco.

-Bueno, morena, creo que te tocó la esclava -Inés se encogió de hombros y se dirigió a mi. -y yo la general, sabes lo que significa? Haz lo que yo te diga -dijo con voz sensual.

No me dejes caerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora