Capítulo 21

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Narra Lauren:

Me miré en el espejo para ver si era verdad que tenía una mancha, por favor, no podía ir así mi primer día. Al ver que mi cara seguía como siempre, bueno, como siempre, más roja que nunca, sonreí cínica.

-Hey, has terminado de ver ya el santuario pijo? creo que se vuelve ha acercar el profesor de antes -Inés estaba asomada por la puerta mirando si venía alguien.

Coño, por que solo podía pensar en ella últimamente? Me giré y le sonreí.

-Ems, si un sitio muy bonito, hermoso, el mejor. Que más tienes por enseñarme rubia? -le pregunté acercándome

-Ven -me cogió de la mano (que raro) y me arrastró de nuevo (oh, no me digas). Salimos corriendo, y al cruzar por un pasillo, nos pegamos a la pared y asomamos la cara para ver si alguien venía, justo cuando por allí pasaba el profesor de antes. Con las prisas, no le había podido ver bien antes. Era alto, llevaba un jersey rojo por el que salía una camisa a cuadros perfectamente colocada. Parecía mayor, varias arrugas le empezaban a asomar por el rostro, y un gran bigote gris le coronaba la boca, además de sus grandes gafas, tenía todo lo que necesitaba para parecerse al tipo de profesor tostón de las películas.

-Señor García, profesor de historia -me susurró Inés al oído, seguramente al ver que le miraba con tanto interés. -Aburrido, charlatán y mojón.

-Oh vamos, esto parece un película - me giré a mirarla suspirando. Tenía una ceja levantada y un esbozo de sonrisa en la cara.

-A sí? Y eso por que? -reía, aun que me daba la sensación de que ya sabía por qué y que tenía la misma opinión que yo.

-Bueno.... High School Musical creo que es una buena película que describe este lugar. Baños como lugar de reunión, profesores bigotudos y cuenta vidas de historia, el chico popular y su novia sexy... -le dí un pequeño puñetazo en el hombro y e sonrojó al darse cuenta de la gran indirecta que le había mandado. -Bueno rubia, cuando quieras me enseñas este... instituto de película. Oh, habrá canciones en las que todos se saben la canción y el baile exactamente igual solo por casualidad?

-Oh si ya sabes, si no te sabes el baile, no encajas -rió-venga vamos a... a donde nos lleven nuestros pies.

Avanzamos todo el pasillo en el que estábamos y salimos del colegio. Delante teníamos el aparcamiento donde me había dejado el taxi esta mañana.

-Bueno... pues este,es, definitivamente, el segundo mejor lugar del instituto. El aparcamient, donde no tener un  porche se considera pecado. Ten cuidado, no me gustaría dejarte caer por un simple trasto con ruedas -suspiró. Y la verdad, es que tenía razón, tan solo podía ver un a una calle del colegio, y forzando mucho la vista, por que todos los Bmw, mercedes, porches, ferraris...me tapaban las vistas.

-Bueno, creo qe me voy a pasar una temporadita viniendo en taxi. Espero que los niños pijos sepan lo que es -reí.

-Ams, si no tienes  coche algún dÍa te puedo traer yo -Inés giró y empezó a andar -hey vaaamos.

Apresuré un poco el paso y llegué a su lado, un poquito menos extrañada por lo que me había dicho.

-Tienes el carnet? -que yo supiera, y por mi propia experiencia al pedirle un coche a mis padres (causa de un casi asesinato cabe decir), quedaba un poquito (un poquito mucho) para poder sacarme el carnet.

-Quien ha dicho carnet? -lo decía sin ningún tipo de sentimiento, así, tan simple,como si fuera lo más normal del mundo.

-Y tus padres...lo saben? -tenía que apresurar de vez en cuando, ya que, entre que Inés tenía los pasos de 1 metro, y con la sorpresa había ralentizado mi paso mucho más de lo normal, no era raro que me quedara atrás.

-Solo lo sabe mi hermana, es genial -rió. Llegamos a unas escaleras que bajaban a un campo de fútbol.

-Wow, el día que mis hermanos me guarden un secreto...-La imagen de Marina y Daniel, ambos sonriendo traviesos tras contarle a todo el instituto que me gustaba b

Bob esponja llegó a mi mente, y una lágrima amenazó con salir, pero conseguí, no se como, absorberla.

-Tienes hermanos? -por primera vez desde el camino, mientras bajábamos las escaleras Inés se giró a mirarme.

-Si, tres. Marina y Daniel de 13 años y... Lucas es mi hermano mayor -vale estaba claro que hablar de mi vida no me iba a ayudar para nada -donde vamos?

-A la cafetería -el tono de Inés tubo un pequeño punto de molestia, tal vez por haber cambiado de tema justo cuando iba a saber algo de mi.

Tras pasar el campo de fútbol y subir por las escaleras de las gradas, llegamos a un pequeño "bar", con la puerta muy decorada por plantas y luces, tanto que parecía navidad, y donde en un gran letrero ponía "Cafetería west side school". Me llamó la atención el nombre, la verdad es que no me había fijado antes, ni si quiera en las miles de veces que ya había visto el escudo, tanto en uniformes como en pasillos.

Inés abrió la puerta con una gran sonrisa, y, la verdad, a mi también se me formó al oler el chocolate. 

-Hola Miri! -gritó Inés dirigiéndose a una barra. La cafetería era pequeña, con un estilo rural de suelo de madera. A la izquierda había una barra llena de chucherías y dulces expuestos, y al fondo, varias mesas, donde, supuse que se pondrían los profesores.

De una puerta que había detrás de la barra salió una mujer. Tenía su pelo gris recogido en un moño, y su rostro, el cual no parecía para nada de la edad que supuse que tenía la mujer, mostraba un ceño fruncido.

-Inés, te he dicho mil veces que tienes que comer en el comedor, y es más, recuerdo decirte literalmente la última vez que cerraría la puerta con llave para que no entrases - la mujer se secaba las manos con un paño y e acercó a nosotras, yo ya me había puerto al lado de Inés, desde el otro lado de la barra.

-Sí, sí lo que tu digas -Inés hizo un gesto con la mano y se giró a mi -Lauren, esta es Miranda, la dueña de la cafetería. Estoy segura de que es la mejor persona que vas a encontrar por aquí.

Miranda se sonrojó y me tendió la mano.

-Encantada cariño. Bueno, queréis algo?

-Si, calculo que en un minuto me desmayaré en el suelo del hambre -dije. Y no exageraba, glotona se nace no se hace.

-Hum, te recomiendo las napolitanas... si creo que si. Dos napolitanas Miranda, gracias -Inés le sonrió y ella se acercó a un plato con una montaña de apetitosas napolitanas.

-3 euros las dos chicas -nos tendió las napolitanas y cada una cogió la suya. Y ahí fue cuando subió el calor a mis mejillas.

-Rubia, como primer plato, pero no último de este precioso lugar, te doy el placer de ser la afortunada que me lo pague -dije corriendo y le dí un beso en la mejilla a Inés para después salir apresurádamente de la cafetería, no sin antes hacerle un gesto de despedida a Miranda.

-Oh dios, espero no tener una peor que tú -oí reir a Miranda justo antes de que la puerta se cerrara.

No me dejes caerWhere stories live. Discover now