¡Ya sé! La puerta de la cocina, sólo debo cuidar que no me vean.

Me cambié de ropa y cepillé mi cabello, guardé un libro en mi mochila y mi billetera, también mis llaves, entré a mi baño y me cepillé rápidamente los dientes. Salí de mi habitación y la cerré con llave, por si a mamá se le ocurría ir a buscarme.

Bajé las escaleras tratando de no hacer ruido, llegué al primer piso, me agaché y comencé a gatear, al llegar a la cocina me encontré con el par de zapatos que habían ensuciado mi mesa con anterioridad, ese hombre estaba ahí, mirándome con una sonrisa en el rostro.

- Vaya. - Susurró.

- Por favor, no le diga a mamá. - Lo imité.

- Vas a deberme... - Tomó mi muñeca y me acercó a él bruscamente. - Una grande. - Me sonrió y me soltó. - Ahora vete antes de que cambie de opinión. - Caminó fuera de la cocina hasta la sala, lo que escuché a continuación me dejó helada.

- Tardaste mucho, amor. - Era la voz de mi madre.

Están saliendo. No puede ser... ¡Están saliendo!

Sentí la boca seca, parecía que el corazón se me había detenido porque ya no lo escuchaba más, sacudí la cabeza y traté de tranquilizarme.

Corrí fuera de la casa, corrí y corrí hasta que mis piernas temblaron y caí en el pasto de un parque lo bastante lejano a mi casa, me acomodé junto a un árbol y traté de regularizar mi respiración. 

¿Mamá no estuvo en casa todo este tiempo porque estaba con ese hombre?

¿Por qué soy yo la última persona en quien mi madre piensa?

Respiré profundamente, tratando de poner en blanco mi mente. Tengo que ser objetiva.

En realidad, no puedo culparla. Se ha dedicado a proveernos toda la vida, está bien que piense en rehacer su vida con alguien más, independientemente de mi opinión. Ella es una mujer después de todo y merece volver a enamorarse, no es su obligación pensar en mí.

Escuché voces al otro lado del parque, volteé y visualicé a un grupo de jóvenes a lo lejos, estaban trotando por el camino de piedra que estaba frente a mí, entre ellos pude identificar a Robert y  a Alexey, sudados y con ropa deportiva. Como pude me limpié las lágrimas que, sin querer, había dejado caer.

No es momento de pensar en esto, tengo otras cosas que resolver.

Me puse de pie y corrí hacia Robert, no importaba que mis piernas dolieran, sólo lo hice, cuando llegué él simplemente pasó junto a mí como si no me conociera. No puede ser tan inmaduro.

- Hola, preciosa. - Escuché una voz suave, volteé y lo vi, estaba despeinado, con una gorra que hacía que sus ojos se vean más oscuros de lo que realmente eran.

- Alexey, ¿Cómo estás? - Sonreí.

- Muy cansado. Hoy tuvimos práctica y tu noviecito es muy exigente. - Trataba de regularizar su respiración.

- ¿Robert? Ya te dije que no somos novios. La verdad creo que ya ni siquiera somos amigos. - Agaché la mirada.

- Vamos, no te preocupes por él, me tienes a mí. - Colocó sus manos sobre su pecho. - ¿O no te agrado? - Hizo un puchero y me miró con ojos de cachorro.

- Por supuesto que me agradas. - Sonreí.

- Bueno, me alegro. - Me imitó.

- ¿Él no te ha dicho nada sobre mí? - Pregunté.

- ¿Es en serio? Pequeña, si quieres saber de él habla con él, no me uses a mi, además él... - Fuimos interrumpidos.

- ¡Harris! - Le gritó, ambos volteamos y vimos a Robert.

Señorita Inocencia [Andy Biersack y tu] (EDITANDO).Kde žijí příběhy. Začni objevovat