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Ashley Mottershaw y Sam Winchester, dos personas marcadas por un demonio a los seis meses de nacer. Dos personas unidas por las llamas de sus hogares. Los mejores amigos desde el primer día hasta el último. 

Con 6 años, Dean les enseñó a montar en una bici verde reluciente que había robado en una gran mansión. Esa bici se llamaba relámpago. Fue la primera vez que Ashley se raspó la rodilla, la primera vez que sostuvo las lágrimas delante de Dean mientras le curaba la herida. La primera vez que se abrazaba a Sam llorando desconsoladamente porque se había hecho daño.

Cuando tenían 11 años, John y Dean fueron a cazar un nido a las afueras del estado de Washington. Hacía frío, Sam y Ash estaban metidos bajo la manta vieja del motel con una linterna y el primer libro de Harry Potter. El tío Bobby les echó la bronca por estar despiertos más tarde de las 12. Ashley lloró levemente en el hombro de Sam.

Con 16 años, Dean trajo a una chica al motel. Estaba borracho, armó un buen jaleo. John llevaba días sin llamar y tenían miedo. Pero Ashley no lloró, simplemente dejó que Sammy le acariciara la mano en silencio. No podía llorar delante de Dean. 

Sammy y Ashley eran los mejores amigos, no cabía duda. Incluso cuando él estaba en la universidad y ella jugándose el cuello por una panda de hombres lobo patéticos. Incluso cuando no se llamaban y llevaban años sin hablar. Sammy seguía rezando por Ash y, aunque Ashley no era nada creyente, nunca dejó de rezar por su hermano Sammy. 

Pero cuando John y Jess murieron, algo murió con ellos. Su vínculo se había ido. Ya no eran hermanos, ni amigos, ni siquiera conocidos. No podían mirarse a la cara sin revivir aquella noche. Sin culparse por el fuego y el demonio que mató a Mary y a los padres de Ash, que los perseguía allá donde iban y mataba a cualquier persona que amaban.

Pero Ashley no podía más, ella cedía siempre con los Winchester. Necesitaba hablar con Sam, con su Sammy. Preguntarle cómo estaba, que él mintiera, que le acariciara el hombro, suspirara hondo y le dijera que todo iba a ir bien. Necesitaba a su hermano.

Tres meses después del incendio. 

Sammy y Ash estudiaban en la cafetería mientras Dean arreglaba el Impala que había destrozado. Era la primera vez que estaban solos.

-¿Has encontrado algo?-fueron las primeras palabras que Sam pronunció desde el accidente

-No puede ser...-murmuró ella-...hay augurios en esta zona.

Sammy tragó saliva. Podría no ser nada, una mera casualidad. Podrían ser tormentas casuales y ganado enfermo casual. Podía ser un falso augurio. 

Pero también podía ser el demonio que buscaban, y no estaba preparado para volver a encontrarse con él. Porque cada vez que se veían. alguien a quien amaba moría en el encuentro.

-¿Estás bien?-preguntó Ash seria

-Sí.-mintió él removiendo su ensalada y hojeando sus libros

Ashley estaba sentada delante de él, pero sintió la necesidad de levantarse y sentarse a su lado. Le acarició el hombro como solía hacer y él forzó una sonrisa:

-Todo va a ir bien.-volvió a mentir

-Lo se, Sammy.-suspiró ella 

The Huntress [ Winchesters / Supernatural ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora