《45》

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Las aulas escolares comenzaron a vaciarse y el comedor a llenarse, entre tanta multitud se encontraba Maya y Farkle en una mesa apartados de todos.

—Sabes...—dejo la hamburguesa de lado para hablar con facilidad, tomó una servilleta, se limpió la boca y hablo. —Mi papá dice que debería hablarle.

La cara del castaño cambio por completo y le dedico una mirada asesina a su amiga.

—¿estás bromeando cierto?—pregunto con sarcasmo observando su reacción. Ella encogió los brazos.

—Según él es lo mejor si no se quiere perder la amistad.

—Él solo la está perdiendo tratándote como te trata—contestó bruscamente. Bufó. —¿No recuerdas lo que te hizo la semana pasada?

—Si, lo recuerdo pero tiene sus razones. Le mentí, Farkle—susurro conteniendo las lágrimas. Ahora no podía contener las lágrimas, y era algo que detestaba, siempre se cuestionaba ¿dónde había quedado la Maya Hart fuerte?

Farkle suspiró y trató de calmarse, no quería comenzar a gritarle porque sabía que causaría el rodar de sus lágrimas.

—Maya—tomó sus manos y las acaricio suavemente. —Esa no es una excusa, si en verdad te quiere estaría aquí contigo no buscando cualquier momento perfecto para herirte.

Maya soltó aire y lo miro a los ojos.

—Lo sé, aunque es mejor echarme la culpa que darme cuenta que no me quiere—susurro con la voz quebradiza.

El castaño se acercó a ella para confortarla con un abrazo, ignorando las malas miradas de casi todos los presentes.

—Deberían irse a un motel ¿no creen?

La voz de la insoportable de Missy los hizo depegarse y notar que a unos metros se encontraba Riley mirándolos con tristeza.

—Vete de aquí Missy, ya haz hecho demasiado daño.

—No cariño, la rubia mal teñida debe pasar por más—contesto coquetamente. —¡Y tú! Qué horrible te ves, debería decirte que te ves acabada—río fuertemente y se alejó de ellos.

—¿Estás bien?—pregunto mientras la miraba fijamente esperando respuesta.

—Si. —¿Haz hablado con ella?—pregunto esta vez la rubia tratando de cambiar de tema.

—Sigue sin contestar mis mensajes—dijo mirando a lo lejos a Riley la cual ya no era el cálido rayo de sol de siempre.

—Ya han pasado casi 2 meses. La extraño.

—Yo igual.

El timbre de la escuela se hizo presente y cada uno fue a su respectivo salón donde tendrían la siguiente hora de clases. Maya entro al salón de artes donde se encontraría con Bradley, aunque las cosas habían terminado bien, solían evitarse.

La maestra empezó a dar indicaciones sobre el trabajo que llevarían acabo "pintura con sombra y luz", apenas termino de explicar rápidamente Maya comenzó a pintar. Trazos delgados, finos, gruesos de diversos colores, dejando alguna que otra sombra, difuminado de izquierda a derecha, arriba, abajo y por fin terminado. Las clases de arte eran lo único que mantenía viva, la distraía lo suficiente como para olvidar los problemas e incluso la hacían sonreír. Observo detenidamente su pintura y descubrió que por más que se esforzó en seguir las indicaciones, hizo algo completamente distinto: arte abstracto, con el típico gato púrpura de Riley. Sonrío con una pizca de tristeza y, como era su costumbre desde que la perdió, tomó el collar que rodeaba su cuello, el cual era de Bradley, que siempre lograba reconfortarla. Comenzó a buscarlo con la mirada y se impactó al ver que él ya la veía, por unos segundos quedó perplejada pero después se atrevió a dedicarle una sonrisa que no correspondió, bajo la mirada una vez más llena de tristeza.

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