Me desperté debido a un ruidoso sonido que provenía de mi alarma, anunciándome que tenía que levantarme, sin quitar la cabeza de la almohada con mi brazo derecho empecé a buscar el lugar donde se encontraba aquel aparato después de varios intentos lo apague, bufé y poco a poco fui abriendo los ojos, frote con mis manos mis ojos y me estiré, con ayuda de mis pies me levante para poder dirigirme al baño. Tomé una pequeña ducha y salí con una toalla enrollada a mi torso, me miré con ayuda del espejo ovalado de mi habitación no podía negarlo tenía un buen cuerpo.
—Friar—dijo mi madre tranquila entrando a mi habitación de repente, causando que diera un pequeño salto—deja de ser tan vanidoso y apúrate que tienes colegio—siguió diciendo mi castaña madre de manera juguetona, le sonreí y me acerqué a ella para poder abrazarla y depositar un beso en su frente.
—Te amo, Isabelle Friar—susurré después del beso, mi madre es lo mejor del mundo, ella me ha apoyado en todo y estuvo conmigo cuando perdí a Maya.
—Y yo a ti Lucas—contestó mirándome tiernamente—pero tienes que ir a la escuela—dijo con autoridad dándome una palmada en el trasero para que me apurara, le sonreí y así fue me alisté y termine con este atuendo:
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Mi madre me había comprado más ropa con un salario que recibió por mi padre, él cual murió hace ya 3 años. Aveces lo extraño y lo necesito demasiado pero no puedo demostrárselo a mi madre eso empeorarían las cosas. Sonreí al espejo y salí de mi habitación para poder desayunar con la mejor mujer del mundo, como era de costumbre.
—Mamá—grité al no encontrarla en la cocina como de costumbre.
—En la sala—contestó la castaña, me dirigí hacia aquel lugar y pude notar que se encontraba al teléfono, llevaba aproximadamente 15 minutos esperando que cortara la llamada pero no fue así.
—Lucas, cariño—susurró mi madre tapando la bocina del teléfono, yo asentí—esto es importante, deberías ir a la escuela—siguió diciendo de la misma forma, entendí la situación si no fuese tan importante mi madre no suspendería el desayuno en familia, sonreí aceptando lo que acababa de sugerir y le di un beso en la mejilla como despedida. Tomé mis cosas y salí de mi hogar, pasaron los minutos y llegué a la escuela sin percatarme que era muy temprano no había nadie, comencé a inspeccionar y pude ver en el salón de historia una cabellera lacia castaña.
—Riley—dije con suavidad para no asustarla mientras tomaba mi asiento
—Lucas—contestó extrañada—¿qué haces aquí tan temprano?—preguntó ella de la misma manera.
—Salí de mi casa sin notar la hora—respondí con una sonrisa burlona, ella rió como siempre—¿y qué hay de ti? ¿Por qué no estás con Maya?—pregunté curioso.
