— Gianna — exclama aquella persona, de inmediato mis sentidos reconocen ésa voz y mi piel se eriza. Es Camila. — Gianna — exclama aún más fuerte cuando entro hasta la plaza, ignorando su llamado, mi herido corazón no queriendo toparse con ella. Mi paso se detiene bajo un árbol al no escuchar más a la morena, ambas manos reposan en mi cara con gran sufrimiento hasta que siento como halan mi brazo derecho. — Gianna — dice en completa frustración una vez que logro ver su rostro. — ¿Por qué no te detuviste? — cuestiona, sus ojos cristalizados y su pequeña nariz de un tono más fuerte me hacen intuir que estuvo llorando.

— ¿Por qué iba a hacerlo?, ¿no estabas perfectamente bien con Shawn? — espeto, con más hostilidad de la que podía contener. — Deberías volver con él, seguro te espera — digo con el cólera a flor de piel, dispuesta a retomar mi marcha lejos de todo, pero en cuanto doy la vuelta siento como mi camisa es tomada nuevamente por la chica de ojos chocolates.

— ¿Por qué te comportas así?, ¿por qué huiste? — pregunta con lágrimas en sus mejillas, mi alma se quiebra un poco más. — Nunca quise besar a Shawn, él me besó a fuerza y yo quise detenerlo, pasó mucho antes de que llegaras, no debiste huir y dejarme sola de nuevo — explica exaltada, llena de ira, frustración, tristeza, decepción.

— Ése imbécil... — susurro en completa ira, la adrenalina corriendo a través de mi sistema a una velocidad impresionante. — Nadie puede hacerte eso, no te merece, no puedes estar con él — la frustración saliendo a flote sin poder detener las palabras que salen de mi boca.

— ¿Por qué no? — pregunta, frustrada e intrigada con mi declaración. Observo a la morena durante unos segundos, completamente empapada por la lluvia, mirándome con ésos ojos que desde un principio robaron mi corazón.

— Porque yo... — mis palabras entrecortadas confunden a la chica frente a mí. — Al diablo todo Camila — espeto mientras una gran ola de valor se instala en mi cuerpo, provocando mis apresurados pasos hasta tomar su rostro en mis manos convencida de mi siguiente acto.

Pasaría un millón de años, incluso podría reencarnar, y estaría completamente segura de que nada se sentiría tan perfecto como el cuerpo de Camila junto a mí, correspondiendo con furor un apasionado beso mientras nuestros cuerpos encajan como piezas de un rompecabezas. La delicadeza desborda de mis manos en cuanto se dirigen hasta su cadera con la primera vez, ella se aferra a mi cuello mientras nos besamos con pasión.

— Te amo — las palabras salen de mi boca sin premeditación, como un grito desesperado de mi alma mientras ambas dejamos leves caricias sobre la otra. — Te amé desde el primer momento que te vi en aquella tienda — digo, sintiendo mi vista nublarse bajo la mirada brillosa de la morena frente a mí, reflejando en ellos un torbellino de sentimientos.

— He intentado ocultarlo Gianna — menciona en cuanto desliza su mano entrelazándola con la mía. — Me enamoré de ti desde el momento en que tus ojos me vieron como si fuese lo único existente en el planeta — dice dejando algunas caricias sobre mi mano, su declaración llevándome a una completa ensoñación, mi mente trabajando a una impresionante velocidad cuando no encuentro las palabras para decir.

— No puedes imaginar lo feliz que me haces Camila — comento mientras sujeto delicadamente su barbilla para dedicarle un beso.

— Mírate, tú ropa está arruinada por mí culpa — comenta entre leves risas una vez que nos separamos, notando que la lluvia ha cesado.

— No te preocupes, tú estás igual — respondo siguiendo su risa. Sin poder contener la euforia en mi sistema, atrapo entre mis brazos cálidamente a la chica de ojos chocolates, no queriendo dejarla partir de mi vida.

— Te amo Gianna — pronuncia, su cálida voz chocando contra mi pecho.

— Te amo Camila — digo, estremeciéndome con la declaración de la morena. — Deberíamos ir a casa, se hace tarde — confieso, obteniendo una mirada cargada de tristeza.

— ¿Podrías quedarte conmigo? — pregunta, esperanzada en que mi respuesta sea la que está deseando.

— Sí, lo haré si eso quieres — respondo, colocando un mechón de cabello detrás de su oreja.

— Perfecto entonces — dice sonriente, ambas dirigiéndonos al auto que durante todo aquél tiempo estuvo esperando paciente. Luego de una breve presentación con el chofer de Camila y obtener una mirada desconfiada de su parte, finalmente subimos a la camioneta, con rumbo a casa de la cantante.

En diecinueve años de vida nunca imaginé disfrutar tanto de un momento como aquél, lleno de tanto amor que por primera vez me permití sentir. Desde el primer momento supe que aquella morena de ojos chocolates llegaría a mi vida para poner en orden y desorden todo a la vez.

Vivir una vida y parte de otra junto a ella ahora era mi más preciado sueño.

Jugadas Del Destino © | Camila CabelloWaar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu