Capítulo 51

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- ¡Oh Dios mío! -la mujer se llevó la mano a la boca al encontrarme así.

-Joder -moví la cabeza con confusión.
Inconscientemente me di la vuelta de tal modo que solo viera mi espalda.
-Oh... santo cielo.

Mi trasero también era visible. No es que hubiese mucho que ver porque consideraba que era completamente plano pero...

-Virgen santísima -exclamó.
Joder.

Con todo respeto, salgase de aquí, señora. Quería decírselo pero, ¿Cómo podría? Seguramente iría por su esposo. Estaba más jodido que antes.

-Lia... -escuché una voz. -¡Mamá! ¿Qué estás haciendo aquí?

Inconscientemente (Otra vez) me giré para encontrarme a mi salvación entrando al baño. Seguía preguntándome porque su madre seguía ahí parada. Por supuesto, tapé mi orgullo con ambas manos, el agua aún cayendo por mi cuerpo.

Abrió la boca en forma de "O" mientras me observaba y luego dirigió la mirada a su madre. -Pero que... ¡Mamá! Oh por Dios -tomó el brazo de su madre, quien seguía murmurando cosas y la sacó del baño.

Me quedé mirando a la puerta sin reaccionar, ni siquiera sabía qué hacer. Demonios, su padre no demoraba en subir con una escopeta. No sabía si reír o llorar. Estando en otras circunstancias seguramente le hubiese preguntado a su madre que si le parecía excitante lo que estaba observando.

De repente ella apareció en el baño y cerró la puerta. ¿En donde había dejó a la mujer? La observé mientras alcanzaba la toalla y se acercaba rápidamente.

-Liam... rayos -comenzó a decir con preocupación. -Mierda -volvió
a maldecir.

Cerré el agua de la ducha y tomé la toalla que ella me había ofrecido. Me sequé inmediatamente, mientras sentía su mirada en mi jodido torso.

-No estamos para esto -murmuré, enrollando la toalla alrededor de mi cintura. -¿En dónde está tu madre?
-Está esperando en la habitación.

-¿Qué se supone que haremos?

-No lo sé, tú vístete y luego sal. Lo arreglaremos, Liam -negó. -Por más imposible que parezca.

-No arreglaremos nada. Se nos salió de las manos esta relación -tomé una respiración profunda, al tiempo que cerraba los ojos y pensaba en qué hacer.

Cuando volví a abrirlos no la encontré por ningún lado. Se había marchado con su madre. ¿Pero que quería que hiciera? ¿Qué se desvistiera y follara conmigo en el baño?

Maldición, era mejor no pensar en eso, mi polla respondía ante esas imágenes y no quería pasar por otra vergüenza.

Luego de vestirme tomé una respiración profunda mientras colocaba la mano en el pomo de la puerta y pensaba en que decir o cómo comportarme. No había tiempo para más, si seguía pensando como un imbécil lo más probable era que llamaran a su padre y no quería enfrentarme con él.

Entonces salí del baño y observé a su madre con los brazos cruzados y la cara llena de confusión y enojo.
Aquí vamos.

-¿Cómo se atreve? -preguntó, acercándose. Levantó la mano y presionó su palma contra mi mejilla. -¿No le da vergüenza? ¡Es una niña!

-Mamá, tengo diecisiete años.

-Cállate -la miró. -Cállate o te juro que no respondo.

Volvió la mirada a mí y negó con la cabeza en señal de decepción. Yo no sabía que decir, sabía que tenía razón y además de eso todo el derecho de estar furiosa conmigo. Mierda, tenía tanta razón.

Seduciendo a mi profesor - Liam PayneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora