Capítulo 5

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Liam y yo nos montamos a su auto. Estaba mas que contenta por el hecho de que me llevaría a casa. Tenia que aprovechar al máximo los siguientes minutos a su lado.

- ¿Siempre has estado en ese colegio, o llevas poco? - me preguntó mientras conducía.

Lo miré. - Desde chiquita, exactamente desde primaria. - respondí.

- Oh, eso es bueno. - murmuró.

- Sí. - sonreí mientras lo miraba. - ¿Puedo hacerle una pregunta?

Él me dio una mirada rápida. - Adelante.

En realidad no quería hacerle una pregunta. Quería hacerle cien.

- ¿Cuántos años tiene? - pregunté llena de curiosidad.

- Veinticinco. - dijo.

Rayos, parecía de menos.

- Oh, parece menor. - reí por lo bajo. - Y... ¿Tiene novia? - pregunte con cautela.

El semáforo de la avenida cambio a rojo y entonces Liam detuvo el coche. Miró rápidamente por la ventana y luego me miró a mí.

- Creo que eso es algo personal. - respondió, pude notar la incomodidad que le causo la pregunta.

Encontré su mirada, y lo observé por unos segundos. Los que fueron suficientes para sentir mariposas revoloteando por mi estomago.

¿Y si tenía novia? Oh, pero claro que la tenia, ¿Cómo podría estar solo un hombre como el? Seria imposible.

- Mi casa es la de ahí. - Señalé la casa de la esquina.

El semáforo volvió a verde y Liam siguió el camino a casa. Paró cuando subimos por una pequeña y corta rampa y vio la reja de seguridad.

- ¿Es tu casa? - Preguntó sorprendido.

- Sí. - Sonreí. - Tienes que tocar la bocina para que nos abran. - pedí.

Liam tocó la bocina, y en segundos las puertas estaban abriéndose. Avanzó en el coche hasta estacionarlo justo a un lado de las amplias escaleras que conducían a la entrada de la casa.

Lo miré sonriente. - Muchas gracias. - me quité el cinturón de seguridad.

- No fue nada. - sonrió de medio lado. - Que tengas buena tarde.

No quería que se fuera tan rápido, quería estar más tiempo con él.

- ¿Qué tal si entra para almorzar? Estoy segura que le gustara, además debe estar que muere de hambre.

Frunció una ceja. - Creo que así esta bien, no creo que sea conveniente entrar a tu casa, tus padres ni me conocen.

- No es problema, ellos no están. - sonreí. -Por favor profesor, solo es un almuerzo. Tómelo como manera de agradecimiento por traerme a casa.

Se quedó observándome. - Vale, pero solo almorzar, tengo mucho trabajo por delante. - contestó.

Sonreí ampliamente. - Maravilloso. - me bajé del coche y cerré la puerta.

El sacó las llaves del choche y salió de el, arregló su corbatín, y se dirigió a mí. Sonreí mientras lo miraba.

Subimos por las escaleras hasta llegar a la puerta, toqué el timbre. Luego de unos segundos la puerta se abrió para revelar a mi nana Sally.

Ella era una mujer de cincuenta y seis años, había estado conmigo desde bebé. La quería como a una madre. Era bastante dulce y alegre, espontanea y sobretodo confiable.

Seduciendo a mi profesor - Liam PayneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora