Capítulo 4

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- ¿Puede venir un momento? - Preguntó amablemente desde su escritorio.

Sonreí. - Sí, claro. - asentí.

Le dí una mirada rápida a Anna haciéndole saber que podía irse. Ella asintió y caminó fuera del salón de clases.

Cuando la perdí de vista volví a mirar al profesor, y comencé a caminar hacia él mientras lo miraba fijamente. Era tan jodidamente sexy.

- Bueno, aquí estoy. - sonreí.

- Bien, - se levantó de su silla y me miró. - Yo quería hacerte una sugerencia.

Fruncí el ceño. - ¿Sugerencia? - reí confundida. - ¿Qué sugerencia?

- ¿Viste como estaban mirándote los chicos en clase? Creo que deberías tener más cuidado ellos, creo que al colegio deberías venir más recatada - dijo sin expresión en su rostro.

La sonrisa desapareció de mi rostro.

Me sorprendí por sus palabras, no pensé que fuera a decir eso. ¿Quién se creía? Lo había hecho por el. Y aunque no fuera así él no tenia derecho a decirme cómo vestir.

- Creo que eso no le importa a usted, con todo respeto querido profesor. - espeté.

El me observó frunciendo una ceja.

- Era una sugerencia. - Apoyó su mano en el escritorio.

- La tomaré en cuenta, solo por ser usted quien me la ha hecho. - susurré mirando sus ojos, no los había visto desde tan de cerca. Tenía unos hermosos y ardientes ojos marrones.

El sonrió. - Vale.

Suspiré, tratando de mantenerme serena y no lanzarme encima de él.

- Se que en algún momento dijo que no da clases privadas, pero mis padres pueden pagarle mucho mas de lo que le pagan por dar clases aquí. - dije, sorprendiéndome al instante por lo que había dicho.

El me observó curioso, una media sonrisa apareció en su rostro.

- ¿Necesitas clases? - Preguntó tranquilamente.

- Sí, no soy tan buena. Últimamente me ha ido muy mal, mis padres andan buscando un profesor urgente. Y bueno, nadie mejor que usted.

Río. - No doy clases privadas, pero podría darte el número de otro profesor.

Me sentí desilusionada, ¿Cómo podía negarse a mi oferta? Le dije que mis padres podían pagarle mucho más de lo que le pagaban en el colegio, y aun así me había dicho que no. Pero claramente iba a insistirle. De alguna manera tenia que lograr que aceptara mi propuesta.
- El problema es que quiero que sea usted. - di un paso adelante, quedando a centímetros de él.

Liam se quedó observándome, como si estuviese pensando en que decir. - Tengo horarios muy complicados. - dijo.

- Eso no importa. Podría ser a la hora que usted quiera y en donde quiera. - mi tono de voz era suave.

Negó, mientras echaba un vistazo a su agenda. Podía ver lo nervioso que estaba.

- Nunca he dado clases particulares. - comentó, mientras pasaba la hoja de su agenda.

Observé sus manos grandes. Desee que me estuviesen tacando. Definitivamentefantaseaba con cualquier cosa que ese hombre hiciera.

Coloqué mis dos manos en el escritorio y me impulsé para sentarme encima de este. Liam miró mis piernas, y alzó la mirada hacia mí rostro.

Frunció el ceño. - ¿Qué hac... - Fue interrumpido por mí.

- Siempre hay una primera vez. - Sonreí.

Descansé mis manos encima de mis piernas mientras Liam observaba cada uno de mis movimientos. Eso prendía fuego en mi interior.

- Señorita Walker. - comenzó a decir Liam. - Tendré que pensarlo. Siendo sincero no creo que logre acomodar mis horarios para poder darle clases y que usted aprenda como debe ser.

- Ya le dije que puede ser cuando usted quiera, las veces que pueda y el tiempo es lo de menos. Mire, mis padres están buscándome un profesor por cielo y tierra, Pero creo que no hay nadie mejor que usted, porque estará dándonos clases por mucho tiempo y usted sabe que temas vamos a tocar en este curso. Así que estaría perfecto que aceptara, así fuera una vez a la semana. - insistí, llevando mi mano a la suya para acariciarla levemente. - Le juro que si acepta, haré todo lo que me pida. - susurré, volviendo la mirada a Liam para ver su expresión. Él miraba mi mano rozando la suya.

Alzó su mirada y se encontró con la mía. - No puedo negarte que es una oferta tentadora. - dijo, apartó su mano de la mía y la llevó atrás de su espalda. - Lo del dinero, claro. - Agregó brevemente.

Sonreí. - ¿Pero? - pregunté con cierta incomodidad.

- Sólo déjeme pensarlo. - dijo, se apartó un poco y caminó hacia la pizarra.

Cogió el borrador y borró lo que había en el pizarrón.

- Vale, le dejaré mi número para que me llame. - me bajé del escritorio, y saqué una pequeña agenda que guardaba en el bolcillo de mi falda.

Arranqué una hoja color rosa y cogí un lapicero para anotar. Mi agenda tenía un olor particular, el olor de mi perfume.

Me apoyé en el escritorio mientras anotaba el número y lo decía en voz alta. - Aquí tiene. - Terminé de escribir, y giré sobre mis pies.

Mi cuerpo tambaleo cuando casi que tropecé con el. Me di cuenta de que mientras escribía estaba parado justo detrás de mí, o que justo en ese momento había llegado a su escritorio. Era algo que solo él sabía.

Su mirada marrón impulsivamente recorrió todo mi cuerpo hasta llegar a mis ojos. - ¿Me llamará si hay una respuesta positiva? - susurré sintiendo como sus ojos me quemaban todo el cuerpo.

- S-sí. - cerró los ojos y sacudió la cabeza, como si estuviera confundido. - Sí, la llamaré para avisarle mi respuesta, así sea un si o un no. - terminó la frase se parándose de mí.

- Espero que sea un sí. - mordí mi labio inferior.

Lo vi tomar su maletín y portafolio, Organizó unas cosas en el escritorio, y corrió la silla para dejarlo en orden.

- ¿Ya se va? - Pregunté, tomando mi mochila de la silla en donde la había dejado.

- Sí, es hora del almuerzo. Normalmente voy a casa para almorzar allí. - me dio una mirada rápida. - ¿Quién viene por ti? - Frunció una ceja.

- Debía irme con Anna, pero estoy casi segura de que ya se fue. - dije. - Así que tendré que ir caminando a casa. - agregué.

- ¿Caminando?

- Sí, no cogí dinero, la verdad es que no traigo al colegio. - dije.

- ¿Está muy lejos tu casa? - preguntó.

Caminé hacia la puerta. - Un poco. - comenté, mientras giraba la de chapa.

El asintió.

Caminó y salió del salón después de mí, le hecho llave y me miró.

- Supongo que podría llevarte. - esas simples palabras hicieron que en mi rostro apareciera una gran sonrisa.

Seduciendo a mi profesor - Liam PayneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora